Cap 24. Toda una fichita.

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LUCIEN HOFFMANN

¡Wow, esto era increíble! Mi pantera conducía como toda una piloto y maldecía, estaba nerviosa.

Me revisó y no sé cómo lo hizo, pero con unas ligas estaba atado a su cuerpo. No tenía la fuerza suficiente para mantenerme erguido y sentía que caería en cualquier momento.

Le escuché susurrar...

— ¿Adónde te llevo, guapo? ¿Dónde? ¿Dónde...? Te me estás muriendo. —susurraba, creo que para ella misma, pero sus nervios la hacían decirlo en voz alta.

Maldición, no soy de por aquí, no conozco una mierda. —dijo, y caí en cuenta de lo poco que me había contado sobre Stanford, California.

Recordé una casa, propiedad de mi familia, en los suburbios...

Oak Street, Manchester, M1 2AB —le dije, y ella de inmediato sacó su teléfono y colocó la dirección.

Veinte minutos después, frenó y todo se puso negro.

°°°°

Desperté en una habitación, sin camisa; también tenía una venda en el pecho y ella estaba recostada a un lado de la cama, dormida. Me había quitado los zapatos, pero no los pantalones, y mi teléfono estaba en mi bolsillo.

Empecé a reconocer el lugar y noté que ella había logrado sacarme la bala. También me había desinfectado la herida y colocado el antiséptico.

Intenté levantarme, pero terminé quejándome.

— ¡Ay, maldición! —me quejé.

Quédate quieto, te lastimaras, carajo —me regañó, somnolienta.

Aún estaba dormida. Tomé mi teléfono, tenía una cantidad de llamadas de León y de mi hombre de confianza.

Ella se levantó y me dijo:

Tus chicos están afuera, casi me matan del susto. Ellos me consiguieron antibióticos y analgésicos, no es como si fuera bruja y aparecieron de la nada. —dijo algo repelente, era su esencia.

Gracias, Pantera... No, perdón, bella dama —ella me miró y sonrió.

— ¿Cuál gracias? Me debes 10.000 —dijo, y yo abrí los ojos de una manera increíble.

Jajajaja. No me abras los ojos, no te voy a echar gotas. —dijo riéndose y burlándose de mí.

Ella se levantó y se acercó a mí, miró mi herida y luego a mis ojos.

— ¿Quién eres, Lucien? ¿Por qué iban a matarte? Y tus hombres, no sabía que tenías seguridad —la miré a los ojos y realmente no sabía qué decirle.

— ¿Por qué no me llevaste a un hospital? —ella sonrió y me dijo:

— ¿Hubieras preferido que lo hiciera? Después de que llegaron tus hombres, lo sugerí y ellos me evadieron, ilustre caballero.

La miré a los ojos, esta bella mujer era hermosa, estaba algo despeinada y con su traje de noche.

Volteo y me quedo dormido nuevamente;
Escucho que me llaman, algo así como a lo lejos.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora