LUCIEN HOFFMANN
¡Wow, esto era increíble! Mi pantera conducía como toda una piloto y maldecía, estaba nerviosa.
Me revisó y no sé cómo lo hizo, pero con unas ligas estaba atado a su cuerpo. No tenía la fuerza suficiente para mantenerme erguido y sentía que caería en cualquier momento.
Le escuché susurrar...
— ¿Adónde te llevo, guapo? ¿Dónde? ¿Dónde...? Te me estás muriendo. —susurraba, creo que para ella misma, pero sus nervios la hacían decirlo en voz alta.
— Maldición, no soy de por aquí, no conozco una mierda. —dijo, y caí en cuenta de lo poco que me había contado sobre Stanford, California.
Recordé una casa, propiedad de mi familia, en los suburbios...
— Oak Street, Manchester, M1 2AB —le dije, y ella de inmediato sacó su teléfono y colocó la dirección.
Veinte minutos después, frenó y todo se puso negro.
°°°°
Desperté en una habitación, sin camisa; también tenía una venda en el pecho y ella estaba recostada a un lado de la cama, dormida. Me había quitado los zapatos, pero no los pantalones, y mi teléfono estaba en mi bolsillo.
Empecé a reconocer el lugar y noté que ella había logrado sacarme la bala. También me había desinfectado la herida y colocado el antiséptico.
Intenté levantarme, pero terminé quejándome.
— ¡Ay, maldición! —me quejé.
— Quédate quieto, te lastimaras, carajo —me regañó, somnolienta.
Aún estaba dormida. Tomé mi teléfono, tenía una cantidad de llamadas de León y de mi hombre de confianza.
Ella se levantó y me dijo:
— Tus chicos están afuera, casi me matan del susto. Ellos me consiguieron antibióticos y analgésicos, no es como si fuera bruja y aparecieron de la nada. —dijo algo repelente, era su esencia.
— Gracias, Pantera... No, perdón, bella dama —ella me miró y sonrió.
— ¿Cuál gracias? Me debes 10.000 —dijo, y yo abrí los ojos de una manera increíble.
— Jajajaja. No me abras los ojos, no te voy a echar gotas. —dijo riéndose y burlándose de mí.
Ella se levantó y se acercó a mí, miró mi herida y luego a mis ojos.
— ¿Quién eres, Lucien? ¿Por qué iban a matarte? Y tus hombres, no sabía que tenías seguridad —la miré a los ojos y realmente no sabía qué decirle.
— ¿Por qué no me llevaste a un hospital? —ella sonrió y me dijo:
— ¿Hubieras preferido que lo hiciera? Después de que llegaron tus hombres, lo sugerí y ellos me evadieron, ilustre caballero.
La miré a los ojos, esta bella mujer era hermosa, estaba algo despeinada y con su traje de noche.
Volteo y me quedo dormido nuevamente;
Escucho que me llaman, algo así como a lo lejos.
ESTÁS LEYENDO
SOY MAKARENA GALLEGO. « La Reina ».
RomanceSoy Makarena Gallego; fui la causante de la depresión de mi madre, ella fue devil y no lucho por su vida; al sentirse sola y abandonada por el hombre que amaba, se llenó de tristeza y prácticamente se dejó morir... Me crío mi abuelo; y aprendí a ser...