Cap 55. Nuestra esposa ahora.

111 11 0
                                    

MAKARENA

Han pasado tres días desde que Yanka y Sebak decidieron que sería su esposa.

Tres días en los que cada minuto ha sido un tormento, no por miedo, sino por la impotencia, la rabia y la frustración de saber que estoy en sus manos.

Es como estar atrapada en una jaula de oro, rodeada de lujos que se han vuelto insignificantes. Cada intento de escapar ha sido inútil; cada salida está bloqueada. Siento que hay más guardias y seguridad aquí que en una maldita penitenciaría.

Yanka se asegura de recordarme lo que está en juego cada vez que nos cruzamos, repitiendo su "advertencia" con esa maldita superioridad.

La amenaza sobre mis hermanos es como una sombra constante, empujándome a aceptar lo impensable.

Sebak, en cambio, es un fantasma. Lo ignoro completamente, y aunque intenta hablarme, lo mando directo al infierno con una mirada.

Está allí, pero para mí no existe. A veces me observa como si esperara algo, pero no obtendrá nada de mí.

Día uno:

Yanka se acerca en el salón con esa arrogancia natural. Lo miro con desprecio mientras se inclina hacia mí, como si tuviera algo importante que decir.

Conejita, ya falta poco —dice, saboreando cada palabra como si fuera un manjar.

Me casaré contigo, Yanka, pero no seré tu puta. ¿Entendido? —respondo, sosteniéndole la mirada. La rabia es lo único que me mantiene en pie. —Maldito narcisista.

Lo serás si yo lo digo, Makarena —responde, con una voz gélida y sin emoción.

Le sostengo la mirada, mi odio es mi escudo.

No soy tu juguete. Protegeré a mis hermanos, pero nunca me someteré. Deja de soñar.

No responde, solo me mira con esa frialdad que me da náuseas. Quizás piensa que ya me tiene en sus manos, pero aún no entiende que mi espíritu no se puede doblegar tan fácilmente.

Día dos:

El silencio en esta casa es ensordecedor. La espera es una tortura, y cada minuto que pasa me recuerda lo que me espera.

Puedo deambular por la casa, explorar sus rincones y jardines, pero no hay un solo teléfono o computadora que me permita comunicarme con el exterior.

Sebak intenta hablarme varias veces, pero lo ignoro. No tiene sentido. Me traicionó una vez y no le daré la oportunidad de hacerlo de nuevo.

Solo Yanka parece disfrutar de esta situación, saboreando cada momento en que me ve atrapada.

Finalmente, Yanka me encuentra en el jardín. Su presencia me pone tensa, pero no le daré el gusto de notarlo.

—¿Preparada para mañana? —pregunta con una calma que me irrita.

Siempre lista para el espectáculo —le contesto con sarcasmo.

Espero que recuerdes tus palabras cuando estés de rodillas ante mí.

Te casarás conmigo, Yanka, pero jamás estaré de rodillas ante ti —respondo con firmeza. No pienso ceder ni un milímetro.

Él sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos. Luego se va, dejándome allí, mirando el horizonte y preguntándome cuánto más podré soportar.

Día tres:

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora