Cap 69. Mi Diosa .

97 12 0
                                    

SENNE LOMBART

—¿Estás seguro de que la moto se apagará en un radio de ocho kilómetros? —pregunto por enésima vez a mi
hombre.

Sí, señor, seguro. —No sé cómo diablos me metí en esto.

Quiero 20 hombres detrás y a los alrededores en motos y camionetas. Es posible que intente escapar. —ordeno a mi jefe de seguridad.

Si Makarena se escapa, te mato. Yanka hará lo mismo conmigo. —digo, y mis hombres se ponen en posición.

Odio las motos, pero mi única opción es ir con ella. Sé que intentará escapar.

Listo, Sebastiáncito —dice la Diosa, la mujer más hermosa que haya conocido.

Siempre, princesita. ¿Y tú? —Ella sonríe, y me subo junto con ella en la moto.

Quiero la revancha, pero en otro juego. Eres una tramposa. —le digo, y ella suelta una carcajada.

Arranca la moto como si fuera Joan Mir, el campeón mundial de 2020. Me persigno, esperando que sea tan buena piloto como la catalogan; no quiero acabar con una pierna rota.

Tranquilo, bebecito, soy una experta —dice ella y aumenta la velocidad de manera increíble, dando varias vueltas por Mons a toda velocidad, tanto que ha dejado atrás a mis hombres.

Llevamos más de 30 minutos dando vueltas hasta que ve una plaza y se detiene.

Por fin, tierra... pensé que hoy moriría —digo con gracia.

No seas exagerado, manejo bien.

Sí, tienes razón, pero no me gusta depender de nadie, y menos de mi vida —le digo, y ella se acerca a mí, mirándome a los ojos.

—¿Quién eres, Sebak? —niega con la cabeza—. Siento que ya no te conozco —me dice, y yo solo guardo silencio. "No soy tu Sebak, soy Senne", pienso, pero no se lo digo.

Cuando vuelve a subirse, tal como lo supuse, dejo a los escoltas atrás y tomo una autopista rápida que va camino a Francia. Pero, como lo esperaba, la moto se apaga y solo la escucho maldecir.

—¡Maldición... maldición! (Rrrr) ¡Qué rabia! —grita, y yo sonrío.

Ay, princesita, no es tan fácil, no soy estúpido. Vamos, volvamos —le digo, giro la moto y la desbloqueo; ella la enciende, y volvemos nuevamente a la villa.

Cuando llegamos, ella se baja e ingresa de nuevo a la casa, pero yo le grito:

—¡Hey, no te olvides que me debes la revancha!

—¡Cómete una suculenta mierda! —grita, pero sonrío. Esta mujer es increíble...

Permito que ella suba a su habitación. Makarena está malhumorada por el fallido intento de escape.

Amor, volviste. ¿Qué te parece si vamos al jacuzzi y te desestreso? —me ofrece Charlotte con una gran sonrisa.

Pero en realidad no me apetece.

No, más bien quiero beberme unos tragos y escuchar buena música —le digo.

—¿Vamos a un bar, amor?

No, que sea aquí en casa —respondo.

Estoy en la sala y los altavoces suenan por la casa. La veo bajar directo a la cocina. Levanto a Charlotte de mis piernas y voy por ella.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora