Cap 160. Es un idiota.

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MAKARENA

Bueno, las apuestas ya están, quien acierte compite por el nombre. Ok. —dice mi León a todos.

Hoy es la ecografía y no sé cómo voy a hacer, todos quieren asistir, incluido Lucien, quien ya se ha colado varias veces.

Y ahora el idiota de Mikael, sí, como lo escuchan, lleva tres días instalado aquí en la villa en Chipre. No sé qué habló con Yanka y León, pero lo que sí sé es que es algo referente a la unión. El caso es que se instaló aquí.

Al día siguiente me sorprendió con un desayuno, uno muy saludable. Bueno, no me quejaré, Mikael cocina delicioso.

Ha intentado acercarse a mí, pero lo evado. He pasado mi tiempo con ellos y con Lucien en la playa o en las piscinas, también con mi chiquita, mi Sennecita Alpina, aunque Mikael parece un guardia más; todo el tiempo está tras de mí. No me deja en paz ni un solo momento.

Ok, ya entendimos —contesta mi Curacachón, algo molesto por la participación de Mikael en el sexo.

León, Sebak, Lucien y Mikael dicen que es varón. Mi conejita, Senne y yo, hembra —dice Yanka organizando el tablero.

Todos asentimos y salimos al consultorio donde será la ecografía.

Cuando ya estamos los siete, la doctora empieza el ultrasonido y, luego de darnos la información sobre su peso y medida, comenta:

—¿Quieren saber el sexo del bebé? —Ella sonríe, pues ya sabe sobre las apuestas.

Es un hermoso varón. —Pero volteamos de inmediato, pues Sebak, León, Lucien y hasta el idiota de Mikael hacen algarabías y celebr.     Estáan.

Lucien y León se chocan las manos y bueno... ya perdí nuevamente. No he tenido oportunidad de poner el nombre a mis chiquitos.

Cuando llegamos, ellos están muy felices y quieren hacer la ronda de póker para determinar el nombre de inmediato.

El juego inicia, y el primer eliminado es Sebak. Quedan Mikael, León y Lucien, pero el siguiente en salir es León y... ¡guau! Esto está muy interesante. Pensé que León jugaba bien, pero Lucien y Mikael son otra cosa.

Las cartas se tiran y hay un gran silencio. Cuando se destapan, y tan solo por un mínimo puntaje, Mikael es el ganador.

—¡! —celebra Mikael. De inmediato se levanta y va donde estoy, sentada en las piernas de Yanka.

—¿Amor mío, qué nombre querías ponerle? —Mikael se agacha a mi altura, aunque está todo moreteado y lesionado, pues mis guapos y fuertes esposos.   Le dieron su buena paliza y le fracturaron dos costillas.

Me sorprende su pregunta, pero le contesto: —Bueno, me gusta el nombre de mi abuelo Adans Walton, pero por todo eso del karma y de pasarle la carga álmica a tus hijos, me parece mejor Evans.

Hmm, ya veo —me dice Yanka, quien me carga aún.

Bueno, conejita, nuestro próximo hijo, si es varón, te prometo que tú le pondrás el nombre. Y si quieres Evans, Evans será. —me dice Yanka, y yo lo abrazo. Pero me sorprende la respuesta de Mikael.

No será necesario, Yanka, porque ya Evans está en el vientre de mi mujer. —Mikael me mira fijamente.

Evans Maister —dice y toca mi vientre. Yo solo lo veo, le permito tocarme, y el traicionero de mi hijo responde con patadas a Mikael. Bueno, aunque todos lo tocan y le hablan, de inmediato se mueve, es tanto que me molesta.

Gracias, Mikael —le digo, pero este acaricia mi rostro. Estoy tan feliz que no me importa y le permito sus caricias.

°°°°

Estoy en la piscina cuando Lucien aparece de repente. Intenta levantarse y lo logra; las terapias han sido muy buenas, aunque mañana deberemos volver, Lucien tendrá su cirugía.

Como puede, se agarra de los tubos de la piscina y se baja de la silla al suelo en el borde de la piscina. Se quita su franela y sus pantalones cortos y se empuja al agua.

Vaya, Luci, cómo estás de bien. Me alegra —le digo, y este nada a mi orilla y me arrincona. Se sostiene del borde de la piscina.

Muy bien, y sabes que otras cosas también me funcionan muy bien. —Él mira hacia abajo y pega su miembro duro en mis caderas para que lo sienta.

Pero lo rechazo de manera sutil.

Oh, No, Lucien, ya te dije que solo seremos amigos, nada más. —Él me mira fijo y su ceño se frunce.

—¿Ya lo perdonaste? —Lo miro fijo y confundida, no sé de qué habla.

—¿Qué? ¿Quién? No te entiendo —pregunto confundida.

A Mikael. A él sí lo aceptas, ¿no, Makarena? Y a mí no quieres ni perdonarme —me reclama Lucien, está enojado y su voz es demandante.

Niego de inmediato. —No, Lucien, a ti no tengo nada que perdonar, estás confundiendo las cosas.

—¿Ah, no? Entonces, ¿por qué no me dejas estar contigo nuevamente? Quiero estarlo, Makarena, y tú siempre estás poniendo distancia entre nosotros —me dice, y yo sigo escuchándole.

A Mikael, quien te lastimó, sí lo aceptaste, y hasta te embarazaste de él —me ve fijo y noto que está molesto. Se apega más a mí. —¿Por qué yo no? Makarena, ¿por qué no me dejas estar contigo?

Pero me enoja su acoso. —Yo no he perdonado nada, no estoy con él. Tampoco estaré contigo —le digo y me hundo, nado a la otra orilla y salgo de la piscina.

Lucien queda en el agua, solo viéndome.

—¿Lista, mi amor? —me dice Sebak y me ayuda a bajar. Estamos yendo de vuelta a casa.

Mikael ayer en la tarde salió de la villa, se despidió de mí y me dijo que nos veíamos en casa. No entendí exactamente a qué se refería. Bueno, les explico: el idiota de Mikael me da explicaciones como si yo se las pidiera, y me habla como si fuéramos una pareja normal.

Yo lo evito y lo ignoro, pero él sigue haciéndolo, como con los desayunos. También se enteró de que soy dulcera por el embarazo y todas las tardes me trae un postre que él mismo prepara. ¿Y saben qué es lo peor? Mi orgullo se va a la mierda cuando hay dulce de por medio y termino comiéndolo.

En el jet me duermo junto con mi cucaracha, quien me consiente. Despierto, siento risas y unos bracitos acariciándome, es mi chiquita, está con Sebak y León molestando mi barriga, que se mueve cuando ellos hablan.

Mi chiquito se mueve mucho, y ella ríe... está emocionada con la idea de su hermanito.

Al llegar nuevamente a la villa Lombart, veo a Mikael esperándonos. Creo que no podré liberarme de este.

León me ayuda a bajar y me trae de la mano.

Cuidado, mi Risitos —me carga y me baja alzada del auto. Pues las pistas están lejos y llegamos en automóvil.

León, ¿por qué está él aquí? —le pregunto. Él me ve y niega.

Mi amor, no podemos simplemente mandarlo a la mierda. Desde el primer momento nuestros padres planearon que ingresara a la unión Hoffmann-Lombart, y aunque tú no aceptaste, sí te metiste con él, y pues este chiquitín es la tarjeta de invitación, como él mismo lo dijo, nena.

León me ve y continúa. —Ya habló con nuestros padres y tiene el derecho. Solo falta que tú lo perdones y entrará —me dice León serio.

No lo he perdonado. Es un idiota.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora