Cap 85. Envolviéndome.

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SENNE LOMBART

Entro en mi habitación sonriendo. Acabo de pasar una tarde increíble con mi Diosa.

Lo acepto, esta mujer me trae loco; por ella parezco un estúpido enamorado a su lado, aunque no quiero demostrárselo.

Me dejo caer en mi cama y me duermo...

Han pasado dos días y estoy ardiendo en deseo por ella. Sé que no me es indiferente, lo siento en cómo me mira y en que no me ha retado cuando la beso.

Pero hoy... hoy la tendré en mi cama gimiendo...

Voy por ella, que está en su estudio.

- Hola, princesita.
- ¿Qué quieres, cucaracha? Estoy ocupada -me dice, grosera.

Makarena en su esplendor. Sonrío; me encanta que me insulte, eso me excita aún más.

- A ti, en mi cama. - Voy por ella y la cargo sobre mi hombro.

- Espera, espera, cucaracha, tengo... ¡Auch! - Le doy una nalgada.

- Calladita, princesita, o se darán cuenta mis hermanos... o los Hoffmann.

- ¡¿Qué?! No gritaré -me amenaza.

- Si quieres que este culito quede rojo, hazlo. - ¡Ahh, auch! - Otra nalgada.

La cargo rápidamente y entro en mi habitación.
- Eres un idiota, cucaracha -me dice.

- Ok, soy idiota, pero te follaré. - Voy por sus labios y sonrío al sentir cómo me corresponde.

Con mis manos acaricio su cuerpo y le quito el lindo vestido de un solo tirón. Ella me ayuda a desabrochar mi camisa y besa mi pecho.

Hoy está muy cariñosa, me encanta.

- Me encantan tus besos, princesita. - Ella me mira y sonríe.

- ¿No dirás nada? -me indigno.
- ¿Qué quieres que diga, cucaracha? - Me mira con la cara medio excitada.

- Me chantajeas... - dice, y yo suelto una carcajada.

- ¿Así? - Río. - Princesa, se te nota lo sufrida. - Sacrificada -completa, asintiendo mientras besa mi pecho y busca el broche de mi pantalón.
- Abnegada -sigue diciendo, y yo solo sonrío. - Resignada -ya no puedo más y levanto una ceja.

Jajaja, estalla en risas.

- Está bien, Cucarachón, me encantan tus besos, tu cuerpo. Eres delicioso -me dice, y ahí sí despierta toda mi lujuria...

Mi hermosa princesa me practica el mejor oral de mi vida.

- Oh, sí, así, princesita, eres única -le digo, llegando a mi orgasmo.

No tardo mucho en recuperar el aliento y ahora ella me monta como lo que es: mi hermosa diosa Venus. Su cuerpo se mueve sobre el mío con una gracia que solo ella puede tener, su cabello cae sobre sus hombros y la forma en que sus caderas se deslizan me vuelve loco.

Cada vez que baja, un gemido escapa de sus labios, y yo no puedo hacer más que sostenerla por la cintura, guiándola a mi ritmo. Ella me mira fijamente, desafiando, pero al mismo tiempo disfrutando tanto como yo.

Me inclino hacia adelante, besando su cuello, su pecho, cada parte de su piel caliente y suave que puedo alcanzar.

- Eres mía, princesita... solo mía -le susurro, clavando mis manos en sus caderas mientras aumenta el ritmo.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora