Cap 128. Descartado.

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LUCIEN HOFFMANN

Vete —le digo a Silvia. Acabo de follar con ella y aún está acostada en la cama.

Ay, amorcito, ¿por qué? Déjame consentirte... —me dice ella, pero niego y le digo fuerte:

Quiero que te vayas, Silvia, ya follamos, no me apetece más, y no quiero tu compañía. —Saco un fajo de billetes de gran denominación, se los tiro en la mesa y le digo—. Tómalos y lárgate, o no vuelvo a llamarte.

Ella se levanta, toma el dinero, y aún envuelta en las sábanas, va al baño.

— ¿Por qué eres así, amor? Yo te amo. Nunca me has dado un puesto de novia siquiera, y con ella hasta te casaste.

— ¡Cállate, Silvia! —grito—. No quiero que la nombresle digo, serio.

— ¿Por qué, Lucien? ¿Porque te engañó? Por eso ni siquiera te funciona bien, y ahora aún la idolatras.

— ¡Que te calles, Silvia! —le grito.

El teléfono suena y no lo contesto, tengo mucha ira.

Vuelve a sonar y lo miro: es León. Contesto.

Hermano, necesito tu ayuda, nos atacan. Estoy en Sacramento, tengo un grupo de checos tras mío. Necesito tu ayuda, creen que ella está conmigo, quieren llevársela —me dice, y de inmediato movilizo a mi gente; la defensa es mi especialidad.

Resiste, hermano. ¿Y ella dónde está? —pregunto.

Está con Maister y Senne. Espero que hayan logrado salir —me quedo callado.

No le digo más y aviso a mi hombre, Mark. Este despega un grupo de rescate, y salgo en mi auto camino al helicóptero que hará el rescate.

Treinta minutos después ya tenemos neutralizado el ataque y me estoy reuniendo con León. Gracias al cielo está sano, pero Dixon y Julián están heridos.

Me espanto cuando veo a la seguridad de ella con León.

— ¿León? ¿Y ella...? ¿Su seguridad? ¿Por qué diablos los separaste? —le grito.

No había opción, estábamos atrapados y ellos eran muchos. Simulé que íbamos con ella —dice León, explicándome.

— ¿Y ella? ¿Qué sabes? —pregunto, desesperado.

Mikael no contesta, tampoco Senne. Mis hombres me avisaron que dos motorizados armados iban tras ellos —me contesta León.

Maldita sea, León, ¿por qué la dejaste? —le grito.

Pasan las horas y nada, están sin señal y no tenemos GPS...

Maldita sea, León. Ruega que no le pase nada a mi pantera, o te mato —le grito, furioso, pero León levanta la mirada, me ve y me dice:

— ¿Tu pantera? ¿Es en serio, Luc? ¿ reclamándola? ¡Tú que la abandonaste! Ella ya no es tuya. No tienes derecho a reclamar... Después de tanto tiempo y después de divorciarte... —Este niega, y sé que mi mellizo tiene razón.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora