Cap 56. Mi batalla.

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SEBAK LOMBART


Estoy feliz, pero al mismo tiempo mi felicidad se ve opacada. Es el día que siempre quise: casarme con mi Odiosa Tontilla, pero no puedo sentirme completamente bien.

Ella está más que furiosa, y con justa razón. Cuando Yanka me dijo que no la forzaría, pero usaría métodos poco ortodoxos, jamás imaginé que la chantajearía con sus hermanos.

Yanka es mi hermano preferido, mi pilar y mi orgullo, pero cuando se trata de conseguir lo que desea, no le importa hacer lo imposible e impensable.

No sé cómo ni cuándo exactamente, pero mi hermano se ha obsesionado con mi Maka de una manera increíble.

He podido notarlo en la manera en que la mira, en la manera en que la desea. Sé que le gusta mostrarse ante ella como un ser superior, pero le gusta mucho más verla en su esplendor: defendiéndose, siendo grosera, egocéntrica, y hasta berrinchuda. Siendo Makarena, “mi Makarena”.

He intentado de todas las maneras posibles hablarle, pero ella simplemente se va dejándome solo o me ignora.

La veo pasear del brazo de Yanka en nuestra propia fiesta. Papá se aproxima, y es el momento en que por fin la conocerá. No sé exactamente qué le dijo Yanka al gran Cyrill Lombart, pero me preocupa.

Llego justo a ellos cuando papá también lo hace.

—¡Oh vaya! Pero, ¿qué tenemos aquí? Esta es la hermosa mujer que ha enloquecido a mis dos hijos —dice mi padre, dirigiéndose a mi esposa—. Es un gusto conocerte, hija. Soy Cyrill Lombart —añade, y veo cómo Makarena hace una sonrisa retorcida. No sé exactamente qué va a decir.

Señor Cyrill Lombart, no puedo decir lo mismo. Déjeme decirle que sus dos hijos son unos bastardo… —le tapo la boca a mi hermosa esposa. La sujeto de la cintura y la llevo a otro jardín, prácticamente arrastrándola conmigo.

Justo antes de bajarla, siento cómo sus dientes se clavan en mi piel.

—¡Ahhh, Makarena, estás loca! —le digo, fuerte y serio. Prácticamente me arranca un pedazo.

Te lo mereces —grita. Veo que está un poco más receptiva a mis palabras, así que aprovecho para hablarle. Necesito explicarle…

Perdóname, mi amor. Por favor, escúchame. No es cierto todo lo que piensas. Déjame explicarte… —le digo mientras la tomo de los brazos.

Pero ella ya está negando con la cabeza. —No. No me interesa nada de ti.

Por favor, preciosa. No me hagas esto. Te amo, ya eres mi esposa… dame una oportunidad.

Ella voltea para irse, pero no se lo permito y la beso, la beso fuerte y con necesidad.

Al principio se resiste, pero le aprieto la cintura, y entonces abre su boca. En un instante, siento cómo me corresponde.

Su beso es dulce, pero veo en sus ojos la intención, así que con mi otra mano le aprieto fuerte el cuello antes de terminar el beso de manera suave.

Ella respira nuevamente y me dice:

Idiota, ¿ahora piensas ahorcarme?

Sonrío y le contesto:

Solo cuando te tenga debajo de mí, gimiendo y diciendo mi nombre.

Ella se voltea y regresa a la fiesta.

Observo cómo Makarena se aleja, el brillo en su mirada todavía encendido por la rabia que la consume.

Y aunque trato de consolarme con el hecho de que, al menos, ya es mi esposa, la realidad me golpea con fuerza. Esta no es la forma en que quería ganarme su corazón.

Sus pasos decididos resuenan en el jardín, y por un instante, me pregunto si no sería mejor dejarla ir, darle el espacio que tanto exige.

Pero sé que, si la dejo ir ahora, perderé cualquier oportunidad de redimirme, como fui tan tonto al abandonarla de este modo.

Como fui tan cobarde al no contarle mi realidad y quién era yo realmente. Quizás así, esto hubiera sido una boda hermosa, llena de alegría y felicidad.

Tomo aire, sabiendo que lo que viene no será fácil. Con Yanka detrás, manejando las cosas a su manera, recuperar su confianza es como escalar una montaña con los pies atados.

Mi hermano también ha caído por ella, pero es aún peor porque no lo reconocerá y pretende quebrarla. Conociendo a mi hermosa Tontilla, será hasta divertido.

Decido seguirla, no puedo dejar las cosas así. La fiesta está en su apogeo, las luces titilan sobre los invitados que se sumergen en el alcohol y la música.

Sin embargo, todo esto se desvanece en cuanto la veo de nuevo. Está de pie junto a la fuente, con una copa de vino en la mano, mirando hacia el agua como si intentara encontrar respuestas en su reflejo.

Mi corazón se acelera. No es una mujer que se quiebre fácilmente, y eso es lo que más me gusta de ella: su egocentrismo, su aire de superioridad. Ella resplandece en la oscuridad.

Me acerco, sintiendo el peso de cada paso, y me detengo a su lado. No dice nada, no me mira. Solo sigue observando el agua, su postura tensa.

Maka —empiezo con suavidad—, sé que no hay palabras que puedan cambiar lo que sientes ahora, pero te juro que haré lo que sea necesario para que esto funcione entre nosotros.

Ella sigue sin mirarme, pero sus labios se curvan en una sonrisa sarcástica.

—¿Funcione? —replica, casi burlona—. ¿Cómo puedes siquiera pensar que esto puede funcionar? No hay nada que funcione aquí, Sebak. Me secuestraron de mi boda, me chantajean con Lander y ahora me obligan a casarme con ambos. Lo único que tienes de mí es un maldito contrato y un anillo que no significa nada.

Siento un nudo en el estómago, pero no retrocedo. Sé que si me rindo ahora, la perderé para siempre.

Lo sé, y estoy dispuesto a ganarme ese lugar, a ganarme tu amor, mi preciosa. Aunque ahora no lo creas, sé que en algún lugar todavía queda algo de lo que alguna vez compartimos. Te amo, nunca te he olvidado. Por favor, preciosa, déjame explicarme, déjame decirte por qué mentí.

Finalmente, ella gira para mirarme, sus ojos chispeantes de desafío.

—¿Amor? —su voz es afilada, casi venenosa—. No me hagas reír, Sebak. Lo único que queda aquí es resentimiento y odio. Pero, ¿sabes qué? Quizás tengas razón en una cosa. Quizás haya algo que podamos compartir… aunque no sea lo que tú esperas.

Antes de que pueda reaccionar, lanza el contenido de su copa en mi cara. El líquido frío golpea mi piel y siento la risa amarga que emana de sus labios.

Me quedo allí, empapado de vino y emociones encontradas, mientras ella se aleja con paso firme, dejando claro que la batalla por su corazón apenas ha comenzado.

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( Sebak en multimedia)

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora