MIKAEL MAISTER
— Patrick, dime, ¿qué encontraste de Monarko? —le digo a mi abogado y amigo.
— Lo siento, Mikael, me ha sido imposible. Lo vendieron a un tercero y su nombre se cambió, es imposible rastrear —me dice Patrick Huber, bebiendo una copa de Negroni.
— ¡Maldición!, mierda, fui un estúpido —comento, y Huber solo me ve—. Y si alegamos abuso de confianza, el Potro ni era mío. —este niega y me responde:
— Eso lo podría hacer ella, y en tal caso tú serías el demandado.
¡Mierda, fui un estúpido!. ¿Cómo mierda se me ocurrió venderle a Monarko? Escucho el rugir de su moto. Hoy está en una de dos ruedas; con ese accidente debería temerle, pero es como si volara con ellas.
— ¿Es ella? —noto que Patrick se levanta y ve por la ventana—. Es hermosa, ¿quién es? —pregunta Huber, siguiéndola con la mirada.
Ella, de manera descarada, hace una pirueta con una rueda y arranca.
— ¡Uhss!, es dinamita —dice mi amigo—. ¿Quién es? ¿Puedo conocerla? Quiero conquistarla.
No espero a que termine y le advierto:
— Ni lo pienses —le advierto, serio.
— Ohh, ya veo, es tu chica. ¿Y Emma?
Yo niego, aunque me muero porque lo sea. Esta pequeña sabandija no ha salido de mi cabeza desde antes del beso, y desde ahí estoy peor...
— No es mía, pero soy responsable de su seguridad. No está a tu alcance, tiene dueños —le contesto, y Patrick sonríe al ver el espectáculo.
— Pues espero que ese hombre lo sea, mira... —Patrick señala cuando el tipo se monta con ella y arranca en la motocicleta a alta velocidad.
Ese maldito fisiatra se ganará unos buenos golpes por su abuso.
Despido a Patrick de inmediato y salgo en Edelweiss en su búsqueda. Están tomándose fotografías y bromean, escucho su risa... Llegan al mismo lugar donde hace días la besé.
Ahora trae debajo de su ropa un traje de baño. El tipo se quita su ropa y también se baña.
Estoy que me lleva el diablo. Los estoy observando de lejos, aún no han notado los galopes de Edelweiss.
Escucho risas y chapoteos. Me acerco un poco y llego cerca de ellos, ahora voy a pie, pero Edelweiss camina tras mío.
Pero mi ira me sobrepasa cuando noto cómo el tipo la abraza y acaricia su rostro. Este maldito...
No me importa meterme en un lago infectado por bacterias y arriesgarme a sufrir un ataque.
Me tiro al agua, llego a ellos y golpeo al maldito fisiatra, cuyo nombre aún no tengo claro. Este cae al agua. Volteo hacia ella, que está espantada y asombrada, y le digo, fuerte y autoritario como todo un Dom:
— Eres una descarada, Makarena. Te vienes ya mismo conmigo.
Me importa una mierda su reacción. La cargo en mi hombro y camino hacia la orilla, saliendo totalmente empapado y con mi traje de diseñador hecho a medida arruinado.

ESTÁS LEYENDO
SOY MAKARENA GALLEGO. « La Reina ».
DragosteSoy Makarena Gallego; fui la causante de la depresión de mi madre, ella fue devil y no lucho por su vida; al sentirse sola y abandonada por el hombre que amaba, se llenó de tristeza y prácticamente se dejó morir... Me crío mi abuelo; y aprendí a ser...