Cap 59. El castigo.

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SEBAK LOMBART .

—¿Todavía me quieres, mi Odiosa Tontilla? —le pregunto a la mujer que logró enamorarme, la que desposé, aunque fuera mediante un chantaje.

Ahora es mi esposa y lo será para siempre, pues me aseguré de incluir una cláusula en el contrato matrimonial que lo hace irrompible. Ya le pertenezco, y ella a mí.

Ella bebe un trago y me mira fijamente, haciendo que mi corazón vuelva a latir con fuerza al escucharla responder:

.

Intento acariciarle el rostro, pero ella se hace la loca, disimula y comienza a repartir las cartas nuevamente.

En la siguiente ronda, Yanka gana y me sorprende que me ayuda o eso parece?.

Le pregunta Yanka con una sonrisa maliciosa.

— ¿Verdad o reto conejita?—

—¿A quién quieres, a Lucien o a Sebak? —intervengo, girándome para mirarla, pero ella responde con naturalidad:

—A mi esposo.

Olvidaba que mi linda esposa es una engreída de mierda, y un sinfín de defectos que, en vez de hacerme detestarla, me enamoran más por su forma única de ser.

—¿A todos, conejita? Todos lo somos —le dice Yanka, retomando el tema.

No es cierto. Soy la esposa de Lucien. Nos casamos por lo civil el 21 de diciembre.

Definitivamente hay un problema. Si ellos ya contrajeron nupcias, seremos tres sus esposos, porque, como ya dije, nuestro matrimonio es irrompible.

Entonces tienes tres esposos. Nuestro matrimonio es irrompible, preciosa —responde Yanka, pero ella guarda silencio.

Después de firmar nuestro contrato, leyó muy bien el acuerdo.

Ahora es su turno de preguntar, y lo hace con astucia:

—¿Qué sientes por mí, esposito? ¿Qué deseas realmente? —le pregunta mi Maka a Yanka.

Me gustas, Makarena. No sales de mi cabeza y, sí, lo acepto: quiero poseerte, quiero amarte —le contesta él, pero inmediatamente ella gana otra ronda, y ya algo ebria, muestra un poco de su dolor. A pesar de ser una egocéntrica de mierda, me pregunta:

—¿Por qué, Sebastiáncito?

La miro sin saber qué responderle, y solo consigo decir:

Lo siento. No supe cómo contarte todo, lo que ves, lo que soy y dónde pertenezco, sin asustarte.

Ella sonríe con amargura, toma otra copa y me responde:

Entonces preferiste mentirme, abandonarme y dejarme como una mierda olvidada en Stanford.

Niega con la cabeza y vuelve a beber.

No fue así, mi amor. Lo siento, tenía miedo.

Pero ella se altera y se levanta de golpe.

—¡Ja! Ni una mierda. Eres un puto cobarde mentiroso. Te rogué, te llamé infinidad de veces, tanto que empecé a investigar y fui a Londres, Sebastiáncito.—

Hace una pausa, mientras Yanka, recostado, nos observa como si estuviera viendo la película del año.

Comprobé que todo era mentira, y yo, de estúpida, te llamé. Me contestó tu amiguita Charly, tu prometida o la mierda que sea, tu amante. Y me envió una linda foto tuya y de ella desnudos en su cama.—

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora