Cap 79. Sentimientos.

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MAKARENA


Mmmm, oh, Yanka —gimo al sentir su lengua saboreándome de manera increíble. La electricidad y el placer que Yanka me da recorren mi cuerpo.

Eso es, conejita, gime mi nombre —me dice con su voz ronca y en susurros. Entonces, una idea cruza por mi mente, la cereza del pastel...

Ya eres mío, Yanka Lombart, y serás mi conejito —le digo, aunque al explotar en su cara, no sé si me ha entendido.

Eso estuvo... delicioso, conejito —sonrío. La maldad me recorre. Pero él alza una ceja y me pregunta:

—¿Conejito?

Eso eres. Mío —digo con posesividad.

Mientras él se viene sobre mí y me penetra de manera deliciosa y suculenta.

Mmmm, ohhh, conejito —gimo.

Soy tuyo, mi Reina —me contesta, y eso era lo que en realidad necesitaba saber. Yanka sigue con sus embestidas fuertes, y esto me encanta.

Aumenta su velocidad, pero al mismo tiempo es suave y, lo mejor de todo, me besa de una manera tierna, como demostrando que es mío y, a la vez, el amor que me tiene.

No tardo en llegar nuevamente a mi orgasmo, solo que esta vez, Yanka, mi conejito, me acompaña.

Cae en la cama y me abraza.

Te quiero, mi Reina. —¡Guao! En realidad, atrapé a un hueso difícil de roer, o eso parece.

Debo andarme con cuidado, no quiero que me pase lo mismo que con el idiota de León.

Ha pasado algún tiempo, alrededor de media hora, en la que Yanka me ha dado besos y mimos. Bajé un poco la guardia con él.

Río de sus caricias, por algunas cosquillas que me causa. Aún estamos desnudos, contemplando nuestros cuerpos.

Mi celular suena con una notificación, y lo busco por todas partes, hasta que Yanka me lo pasa; estaba de su lado.

Es Luci. —Mi vida, ¿dónde estás? Los guardias me dijeron que saliste con Yanka. ¿Todo bien? ✓✓—

Dice su mensaje.

Sí, mi Luci, todo bien. ¿Ya estás en casa? ✓✓— pregunto por la misma línea de mensajes.

Ya, mi vida. Quería acurrucarme contigo y amarte. Te espero. ✓✓—

Estoy leyendo el mensaje cuando noto que Yanka también los está leyendo.

Debes decirle a Lucien que estarás también conmigo —me dice Yanka, viéndome fijamente. Ya volvió su actitud posesiva, fría y determinada.

Lo miro a los ojos, y por un momento no sé qué hacer.

No. No sé cómo, Yanka —le respondo en voz baja.

Diciéndoselo, Makarena. Eres mi esposa, y no pensarás tenerme como un amante a escondidas. —Lo miro a los ojos, y eso era precisamente lo que estaba pensando.

Él lo entiende.

—¡No, conejita!. Esperaba que te quedaras hoy conmigo. Quiero que duermas en mi cama, como mi esposa. Como mi mujer —me dice.

Es que esto... Todos ustedes... Es demasiado —contesto, pero Yanka sabe exactamente qué decir.

—¿Segura? Porque follas muy rico. No será que lo que es demasiado es que no sabes llevar la situación. —Yanka me ve, acaricia mis mejillas y me dice nuevamente:

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora