Cap 107. Yo siempre seré su primer.

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LUCIEN HOFFMANN


No he dormido en días. Cada vez que cierro los ojos la veo... Makarena, mi vida, sé que está con Sebak, aunque no sé exactamente dónde.

La he buscado por cielo y tierra y no hay una sola señal. Sé que Sebak la debe de tener cautiva, pero no deja de darme rabia pensar que él estará probando sus mieles, su cuerpo, y yo aquí, desesperado por verla, por sentirla y por amarla.

El silencio de mi oficina es interrumpido por una llamada de León. Él es mi esperanza en el trastero, y está en Suiza, nuestro último punto, pero no hay más.

León, ¿qué tienes? —pregunto al tomar el teléfono, y de forma seria contesta.

Sebak llamó a Senne. Le están haciendo seguimiento y su hombre sabe exactamente dónde estarán. Avisa a Yanka, los espero en Zúrich. Ellos van a la hacienda ecuestre de Mikael —dice León, y mi corazón late nuevamente.

Prácticamente León le siguió el rastro a Senne.

Estamos llegando a Zúrich y bajamos del jet. León nos espera, y al vernos lo abrazo al igual que él a Yanka. Su amistad sigue firme.

—¿Qué noticias nos tienes? —pregunta Yanka.

Senne llegó hace 40 minutos a la hacienda. El helicóptero viene en camino. Tenemos 20 minutos para llegar allá —nos informa León, y eso exactamente hacemos.

Escucho el ruido del motor del helicóptero descender, y mi corazón late con fuerza. Quiero abrazarla, llenarla de besos y mimos, pero esto no se quedará así.

Makarena nos debe explicaciones, y hasta un castigo. Ella ya no es una niña que puede desaparecer cuando quiera solo por un berrinche.

Estamos en la sala principal de la hacienda Maister, herencia de Mikael.

Logramos entrar, somos bienvenidos, y la seguridad de Mika nos permitió el ingreso, aunque imagino que ya lo sabe.

No tardamos mucho esperando cuando los vemos llegar. Ella viene tomada del brazo de Sebak, y Senne a un lado de ellos, junto con Mikael.

Señores, no sabía que las mafias Hoffmann y Lombart honrarían hoy esta humilde morada —nos saluda Mika, y hace una reverencia, dándonos la bienvenida.

Mi Pantera me ve, y corre a abrazarme, pero estoy furioso con ella, más aún al notar que está bien con Sebak mientras nosotros moríamos de preocupación.

—¡Oh, mi Luci! —intenta abrazarme, pero la aparto de inmediato.

—¿Cómo estás, Makarena? ¿Te divertiste mucho mientras nosotros nos moríamos de preocupación por ti? —escupo con rabia.

Ella niega con la cabeza y se acerca a Yanka.

Conejito —intenta abrazarlo, pero Yanka hace lo mismo.

Contesta, Makarena. Nos debes muchas explicaciones. Deberíamos castigarte —le dice Yanka, enojado. Tiene razón.

—¿Castigarme? —repite ella, como si no se mereciera un buen castigo—. ¿Es en serio, castigarme? Lucien, ¿tú también piensas lo mismo? —me ve seria y retadora. Sus ojos se han oscurecido; ya no tienen brillo, solo oscuridad.

No soy una niña, ni su hija para que me digan eso. Si están molestos, es su problema. Lo único que les puedo ofrecer son disculpas. Si las aceptan, bien, y si no... —Sebak le toma el brazo y la interrumpe, imagino que para evitar una respuesta grosera.

Makarena, mi amor, por favor, cálmate —dice Sebak. Ella nos ve furiosa.

Camina hacia León y le pregunta, ya cabreada.

—¿Y tú? —pensé que León se enojaría con ella, pero no, él y su esplendor.

—¿No me ofrecerás un abrazo? ¿Es que acaso no lo merezco? —ella sonríe y se le lanza encima. Él la recibe a horcajadas y se ríe con ella. «Maldito vendido».

Ok, ok. Creo que el ambiente está algo pesado —dice Mikael—. Makarena, ¿qué te parece si vamos a los establos mientras tus esposos conversan?

Dice Mikael, y tiene razón. Sebak nos debe una charla.

Ellos salen. Esto es una guerra de miradas fuertes y duras.

Yanka mira a Sebak como queriendo matarlo.

Inmediatamente al salir, Yanka da zancadas, llega a Sebak y le da un golpe tan fuerte en la cara que escupe sangre y Sebak cae al suelo. “Y el agresivo soy yo”.

Es increíble ver a Yanka salido de sus estribos; esto es nuevo para mí.

Lo peor es ver a Sebak reírse a carcajadas.

Jajaja. ¿Por qué me golpeas, Yank? ¿Por llevarme a tu conejita? —le dice Sebak, levantándose, con la sangre goteando.

Eres un maldito desgraciado, Sebak, llevártela y no avisarnos —le grita Yanka, exaltado—. No nos dejaste verla ni hablarle, y si no hubiéramos seguido a Senne, quizás aún no la habríamos visto. —completa Yanka, enojado.

—Sí, claro. Se les notó la emoción de verla, la abrazaron y le dieron tantos besos que casi se asfixia con sus mimos. —contesta Sebak de modo irónico.

Ella se lo merece, es una irresponsable. Primero el show del cumpleaños y luego desaparecer sin llamarnos. —dice Yanka.

—¿Así? —pregunta Sebak, cruzando los brazos—. ¿Y tú, Lucien, piensas igual? —me pregunta muy tranquilo. Busca un trago y lo bebe.

No sé qué contestar, pero lo hago.

Es una egoísta, caprichosa y malcriada. Hace lo que quiere sin medir las consecuencias, y yo la he dejado y hasta consentido en todo, pero no toleraré que me falte el respeto, Sebak —contesto, respiro y continúo—. Merece un castigo. Debe aprender.

Sebak hace cara de asombro, y continúa.

—“¿Y si la pierden por educarla?”. Makarena siempre ha sido así, no creo que fuera otra delante de ustedes. Ella es ella en su esplendor: mimada, caprichosa, egocéntrica, engreída, vanidosa, e incluso narcisista. Y así la amo, así me enamoré de ella, y lo siento mucho, no estoy con ustedes. No perderé a mi esposa por eso.

Además, y para su información, ella no es culpable de lo del cumpleaños; fueron sus amigos Dennis y Drey. En cuanto a la desaparición, yo me la llevé secuestrada y no le dejé llamar, solo hasta que supo manipularme y ganó un juego. Entonces llamó a Senne y de ahí se filtró la información.

—¿Por qué llamó a Senne? —pregunto.

No lo sé, tal vez porque este no le gritaría, o yo qué sé... Y fue solo una vez —contesta Sebak.

Me quedo callado. Sebak tiene razón, no perderé a mi Pantera por esto. Además, él la tenía retenida y sin comunicación.

Intento salir a buscarla, pero me sorprenden nuevamente las palabras de Sebak.

Espera, Lucien, quiero informarles algo —nos dice, y yo me pongo frío.

Logré que mi... —se queda callado un instante—. Que Makarena, mi esposa, me diera otra oportunidad. Como se dieron cuenta, estamos juntos nuevamente. Soy su esposo y es mi legítimo derecho. Quiero dormir y estar con ella, sin limitaciones. Sé que se turnan para dormir juntos, también quiero mis días. Sé que tengo que compartirla, pero no aceptaré miserias.

—¿Te perdonó? —preguntamos al unísono Yanka y yo.

—Sí. Es más, ayer nos casamos nuevamente en una capilla en los Alpes suizos —me dice, y mi corazón se estruja. Yo nunca me casé con ella por la iglesia, como yo quería.

Sebak nos mira sonriente y sale. “Maldito idiota y engreído”. Pero no perderé a mi Pantera. Yo siempre seré su primer esposo.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora