Cap 68. Un paseo.

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MAKARENA

Cierro los ojos y no puedo creer que ese par de malditos viejos me estén haciendo esto; estoy esposada a una silla en una oficina, y lo peor es que hay un hombre apuntándome a la cabeza con un arma de fuego.

Niego con la cabeza, sin poder creer cómo me dejé arrastrar a este mundo que en realidad no entiendo. No necesito nada de esto, pero no sé ni cómo ni en qué momento... ¿mi vida se redujo a esto?

Ahora estoy aquí, pensativa, pues solo tengo una opción para salir de aquí, o de lo contrario creo que ni siquiera apareceré en las páginas oficiales de la prensa.

Chica muerta de un tiro en la cabeza por necia con las mafias belgas y luxemburguesas...”

Eso dirían los titulares...

En fin. Lo único que tengo claro es que no me arrepiento de haber hecho lo que hice; soy una reina y hago lo que deseo.

Le demostré a Sebak y a esa chica, su "prometida", que yo soy *“𝕄𝕒𝕜𝕒𝕣𝕖𝕟𝕒 𝔾𝕒𝕝𝕝𝕖𝕘𝕠, 𝕝𝕒 ℝ𝕖𝕚𝕟𝕒.”*

Efectivamente, ¿cómo llegué aquí? Bueno, les cuento.

Hace tres días...

**“Inicio del flashback”**

Después de irme a la habitación furiosa porque el estúpido de Sebak había traído a su amante para restregarme en la cara su relación con ella, me dormí.

Sí, sé que yo empecé este fuego, pues me follé en su cara a su hermano mayor, y para qué negarlo, Yanka está muy bueno.

Esa máscara de hombre duro y frío se le cayó y pude ver el tierno conejito que es.

Sí, porque estudió psicología y sé muy bien que lo que dices de los demás es prácticamente lo que a ti te hace falta.

Yanka Lombart me llama "conejita" porque él también lo es, un tierno y dulce conejito deseoso de amor y cariño.

En fin, continúo...

Me aseo  y bajo nuevamente. Pero me sorprende ver a Sebak, sin camisa y solo con un pantalón. Pero lo que realmente me sorprende no es eso, sino el tatuaje en un costado de su espalda: un gladiador con casco y un tigre.

El tatuaje es hermoso, pero me asombra, porque el Sebak que yo conocí odiaba la tinta.

Pensé que odiabas la tinta, pero veo que fue otra de tus mentiras. —le reprocho. Él voltea a verme, algo risueño, y me saluda de una manera algo extraña.

Vaya, princesita, buenos días. —me dice con una sonrisa—. ¿Desayunas? Me agarraste de buenas y le haré desayuno a mi esposa. —añade.

Lo miro mal, pero le contesto. —¿Y tu prometida? —Lo hago con una sonrisa; no le mostraré que me duele o me molesta. Es un bastardo, mentiroso.— Follaron bastante. Y la dejaste exhausta. —le digo burlona.

—Sebak me ve fijamente; y sonríe. ,— ¿Desayunas.?— pregunta nuevamente.
Ohh claro esposito.— maldito bastardo.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora