Cap 18. Adiós .

129 13 0
                                    

SEBAK

Marco su teléfono. No responde.

—¡Maldición! Es la décimo cuarta vez que le marco. —No está en su casa. ¿A dónde habrá ido? —¡Maldición, maldición...! —No debí decírselo así. Sabía que se enojaría. No lloro, pero me partió el alma verla así.

En realidad, no tuve más alternativas. Conduzco mi moto hacia mi penthouse. Yanka está en la ciudad, necesito un trago.

Entro directo desde el ascensor, no saludo y estrello mi chaqueta.

Vaya, estamos de malas —expresa Yanka.

Sírveme uno a mí también —se refiere a otro trago. Se lo entrego y me tiro en la sala.

Lo bebo rápido y miro a Yanka de frente.

Es necesario que yo tenga que volver, Yanka —le digo, y él solo asiente. Va a la ventana y me responde.

Absolutamente, Sebak. Es tu obligación, te di un año. ¿Qué más quieres? —dice fuerte y se entretiene marcando y hablando por teléfono.

Luego de tomarme ocho tragos, me duermo.

Mañana renunciaré al club deportivo y ya hice el papeleo para terminar la especialización en Bruselas.

En realidad, debo viajar hoy; pero no me iré hasta hablar con mi preciosa novia.

Ella es mía y no pienso perderla.

°°°°

Estoy en las afueras de la fraternidad de Sociales; sé que no tarda en salir, viene del brazo de su amiguito, y sé que trajo su motocicleta blanca.

Cuando me ve, tuerce los ojos. Me está evadiendo y está enojada.

Le traigo un ramo de rosas y planeo invitarla a un hermoso restaurante.

Ella me ve, se cruza de brazos y me dice:

Pensé que ya te habías ido.

Niego y me acerco a ella, le doy un dulce beso en los labios y le respondo:

No, no me iría sin hablar contigo, preciosa.

Ella respira y está más calmada. Acepta mi invitación y se deja consentir. Luego de almorzar, la llevo a mi apartamento; ya tengo todo listo y hasta mis cosas recibidas, aunque Oliver se encargará de lo que haga falta.

Cuando entramos, la jalo hacia mí y la hago caer en mis piernas.

Ella cae y me ve fijamente.

Te amo —le digo.   Ella me ve y también me responde:    —Yo también te amo, Sebak, y esto está doliendo —dice, y yo niego.

Hablaremos todos los días, amor. Encontraré la forma —le digo.

Ella niega y me dice:

No te vayas, amor, puedes ingresar a una prestigiosa clínica aquí, mira.

Veo cómo saca su teléfono y me envía al mío una larga lista de clínicas donde me ofrecen trabajo.

—¡Guau, preciosa, gracias! ¿Cómo conseguiste estos contactos? —pregunto, pero ella no se molesta en explicar y alza sus hombros, restándole importancia.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora