Cap 61. La Galleta.

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YANKA LOMBART


Nunca en mi vida me habían tratado como a un puto gigoló, y ahora mi deseada esposa acaba de hacerme esta jugada.

Sé que ayer ella me advirtió que solo sería una follada, y sé que lo hizo para vengarse de Sebak después de su discusión, pero esperaba que me considerara algo más para ella.

Pero es una "maldita". Mi conejita, mira que patearme para que despierte; es todo un «torbellino». Cada vez que la conozco en una faceta diferente, me encanta más, incluso cuando me saca a patadas.

Salgo de la habitación y voy a la cocina. Veo el desorden de botellas en la sala y, lo peor, a Sebak dormido con un trago en la mano.

Efectivamente, mi conejita supo hacer la jugada y vengarse de Sebak, pues él sabía que pedí casarme con ella y que la deseo. Pero de ahí a que ella misma me invitara a su cama delante de Sebak fue bajo.

Preparo café y jugo; recojo un poco del desorden que hay en la sala. Se preguntarán cómo un líder recoge y cocina, y hace las tareas del hogar. Pues detesto el desorden, y si lo veo, me estresa a tal punto que me duele la cabeza.

-Humm... deja la bulla, haces mucho ruido -balbucea Sebak, y le hablo.

-Ve a una habitación. Bebiste hasta emborracharte. -Sebak despierta, y lo primero que hace es preguntar por ella.

-¿Y Maka? Es una maldita. Mira que follarte... ¡ella es una mierda! -dice Sebak, algo enojado o más bien resentido.

-Pero la amo y voy a recuperarla -me dice. Se levanta y camina hacia la otra habitación. Creo que dormirá un rato más, mientras yo aprovecho para hacer un delicioso desayuno y llevárselo a mi esposa.

Treinta minutos después, entro en su habitación. Aún duerme. Le traigo una bandeja con fruta picada, huevos revueltos, tostadas, café y jugo.

-Buenos días, conejita. Es hora de despertar. Te traje el desayuno, esposa mía -le digo. Ella abre los ojos, me ve y sonríe.

Niega con la cabeza-. Creo que eres un masoquista, idiota -me dice, pero igual se levanta y prueba el café.

-Está rico -dice y empieza a desayunar. Luego de que se baña y está lista, la invito a salir.

La miro terminar su café. Ese brillo en sus ojos me fascina, aunque lo oculte detrás de esa máscara de petulancia que siempre lleva puesta.

Es difícil no sonreír al verla, incluso cuando me insulta con su lengua afilada. Pero eso solo la hace más irresistible para mí.

-Vamos, conejita. Te quiero enseñar los alrededores de la isla -le digo, ofreciéndole mi mano, que ella ignora con una mirada despectiva.

-¿Crees que soy una bebecita para llevarme de la mano? -responde, arrugando la nariz con desdén.

Su arrogancia es tan entretenida como frustrante. No respondo, solo me río y camino hacia la puerta. Ella me sigue, claro, aunque no lo admitiría si le preguntaran.

Salimos de la villa y el sol tropical de las Maldivas nos envuelve en un cálido abrazo.

El cielo está despejado, con solo algunas nubes blancas que se reflejan en el mar turquesa. La arena bajo nuestros pies es tan blanca y fina que parece polvo de diamantes, y el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla es casi hipnótico.

-Oh, vaya, por lo menos tienes buen gusto; el lugar es hermoso -dice mi Maka, cruzando los brazos mientras mira a su alrededor, fingiendo indiferencia. Pero puedo ver la satisfacción en sus ojos.

-Solo lo mejor para ti, conejita -respondo, acercándome a ella. Mi mano se desliza hacia su cintura, pero ella da un paso hacia adelante, esquivándome sin siquiera mirarme.

-Idiota -murmura, pero la sonrisa que intenta ocultar traiciona su mal humor.

Continuamos caminando por la playa. Le muestro los rincones más hermosos: un arrecife de coral lleno de vida, una cala escondida donde el agua es tan clara que puedes ver cada pez nadando bajo la superficie, y un pequeño sendero que atraviesa un denso bosque tropical.

Me acerco a ella y, como si leyera mis intenciones, me dice:

-Si intentas besarme otra vez, te patearé donde más te duela -me advierte. Pero no me detengo. Sonrío, disfrutando del desafío que representa. Mis dedos rozan su brazo, pero ella me aparta con un manotazo.

-No puedes culparme por intentarlo, esposa mía -le susurro al oído, y veo cómo sus mejillas se enrojecen ligeramente antes de fruncir el ceño.

-Solo lo soy porque me chantajeaste. "Idiota" -contesta, y puedo notar el gusto que siente cuando prácticamente deletrea ese insulto, el cual me ha proclamado.

Su tono frío y cortante no me afecta. Ella es fuego puro, y sé que debajo de su actitud engreída, hay mucho más.

Caminamos un rato más, en un constante juego de acercamientos y rechazos, hasta que noto a Sebak acercándose por la playa.

Su expresión es menos animada, casi seria, aunque sus ojos no se apartan de Maka ni un segundo. No sé si está celoso o simplemente molesto por lo que ocurrió anoche. Quizá ambas cosas.

-Pero ¿qué tenemos aquí? No pierdes el tiempo, Yanka -dice Sebak con sarcasmo cuando llega a nuestro lado.

-Simplemente aprovecho el día -respondo sin dejar de observar a Maka. Ella solo rueda los ojos, claramente fastidiada.

-Qué tiernos se ven los dos -dice ella, su tono impregnado de ironía-. Como si fueran a pelearse por una galleta o algo así -habla refiriéndose a nuestra conversación con Sebak, donde prácticamente me reclama por estar solo con mi esposa.

Sebak frunce el ceño y suspira. Me acerco más a ella, desafiando su advertencia anterior, y rozo su mejilla con los dedos. Esta vez no se aparta, solo me mira con una mezcla de desafío y curiosidad.

-Sabes que si quieres esa galleta, conejita, solo tienes que pedirla -le susurro, pero su risa sarcástica es la única respuesta que obtengo.

-No me gustan las galletas -dice y camina hacia el agua para mojarse un poco los pies.

Sebak aprovecha que ella nos deja solos y me pregunta:

-Pensé que estaban bien y ya la habías conquistado.

Ja! Es que no conoces a tu esposa. Ella es... ¡una chica inolvidable! -respondo con una carcajada.

-Esa es su esencia; así la amo -me contesta Sebak con algo de tristeza en su voz.

-Perdón por participar en tu castigo. Sé que durmió conmigo para vengarse de ti -le respondo-. Aunque, tienes razón, es exquisita, y eso es lo que más me atrae de ella. Su forma de ser...

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora