Cap 31. Risitos

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LEÓN HOFFMANN

Regreso a mi penthouse en Kirchberg; siempre que llevo un día largo y estresado, tomo un baño en mi jacuzzi y me relajo con un buen trago. O quizás me apetezca llamar a Susanne para que me ayude a bajar este estrés con una buena dosis de sexo.

Bajo de mi Ferrari Portofino gris y voy al ascensor, que me lleva de inmediato a mi sala.

Saco el teléfono y marco a Suss.

-Hola, amor -le digo, y ella me saluda de manera cariñosa.

-¿Estás ocupada o puedes venir? -le pregunto. Ella me contesta cariñosamente. Suss es mi prometida. Le propuse matrimonio hace dos años, pero no me siento muy seguro de poner una fecha para la boda.

La quiero y, en un momento de locura, le propuse matrimonio. Estoy con ella desde el inicio de la universidad, pero tuvo unos comportamientos y circunstancias que me han hecho dudar si casarme y formar una familia.

El ascensor se abre y ya estoy adentro cuando escucho un ruido en la sala, me estrana, Lucían está ahorita exactamente en Lond Dall, un antro del centro haciendo negocios con unos proveedores; acaba de informarme que estaba allá, entonces quien está en nuestro penjaus.

Camino a pasos cortos y silenciosos, es una mujer indudablemente, pero me descontroló en ira cuando veo que come de mi helado especial de nueces y pistachos.

- ¿Quien Diablos eres?¿Y qué haces en mi casa; comiéndote mi helado?- le digo fuerte y ella se asusta un poco.

Cuando se levanta y voltea a verme, recuerdo, yo a esta mujer la conozco.

- ¿Te conozco Risitos?- le pregunto, se me hace conocida.

Risitos tu abuela! soy Makarena.- me dice fuerte y ahora sí lo recuerdo.
- Risitos te conozco..- ella me ve algo enojada. - Makarena. - Corrige.

- ¿Risitos eres la novia o amiga de Sebak, te recuerdo de el club en Stanford.? ¿No?- le dige y ella de inmediato me ve fijo.

- lo erá. - Eres Yanka, ¿ Creó? - pregunta ella.

- León, León Hoffmann y... - sonrío coqueto, esta mujer está hermosísima. - ¿Qué haces en mi casa, Risitos?

-Estoy con Lucien. Salió y lo estoy esperando - me dice. - ¿Eres tú el... - duda por un segundo. -Su hermano.

Yo asiento con mi sonrisa coqueta. - Exacto, Risitos, el mellizo guapo.-

Ella sonríe y voy a sentarme justo a su lado para rescatar un poco de mi único e intocable helado importado, que esta ladrona acaba de profanar.

- ¡Hey, no te lo acabes! - exclama ella reclamándome mientras llevo la última cucharada a la boca.

- Era mío, tú te lo comiste - respondo. Sí, lo admito, peleo como un niño pequeño, pero es que era mi helado; ella se lo comió.

Me encanta cuando suelta una carcajada por la forma en que reacciono, prácticamente haciendo pucheros. Yo también río, pues todo un líder de la mafia peleando con una chiquilla por helado es el colmo.

- ¡Interrumpo algo! - se escucha una voz a nuestras espaldas y volteo de inmediato. Es Susanne, un poco molesta, con un pie adelante y los brazos cruzados, luciendo un vestido muy ceñido al cuerpo y accesorios de diseñador.

- Ahora traen a las putas a su apartamento, León.-

De inmediato, Risitos se levanta y tose, extrañada.

- Vaya, parece que tu percepción de la realidad está un poco distorsionada. ¿Te has perdido? - dice Risitos con una sonrisa ladina, caminando en dirección a Susanne. Se detiene un segundo y continúa diciendo:

- Quizás deberías tomarte un momento para reflexionar sobre por qué necesitas hacer tales insinuaciones. A veces, nuestras palabras dicen más sobre nosotros mismos que sobre los demás.-

Susanne se enoja y hace un movimiento para atacar a Risitos.

- ¡Cómo te atreves! - exclama, pero rápidamente me interpongo entre las dos.

Aunque me es difícil no reírme, Susanne siempre quiere humillar y maltratar verbalmente a las personas. Cree que, por ser hija de un magnate y segundo en mando en nuestra organización, tiene el poder para hacerlo.

Esto es una de las cosas que me han hecho dudar de casarme con ella, aunque insiste en que ponga la fecha.

Tomo a Susanne por la cintura, la subo a mi hombro y la llevo a mi habitación. Necesito calmarla o atacará a Risitos.

Cuando la bajo en la habitación, Suss me ataca con preguntas.

- ¿Quién es esa mujer, Leoncito? ¿Quién? ¿Es acaso tu amante? ¿Es por ella que aún no te decides a poner fecha?

- ¡Qué! Estás loca, Suss - exclamo. - Prácticamente la conocí hoy. - Niego con la cabeza. Definitivamente, Suss está loca y no puedo más con sus inseguridades, me matan.

- ¿Entonces quién es, Leoncito? - me pregunta y yo, prácticamente con mi paciencia al límite, respondo.

- No lo sé, amor. Cuando llegué ya estaba aquí, la trajo Luc.

Ella se calma y decido tomar un trago en el jacuzzi con Suss. Gracias al cielo, el apartamento es grande y evitamos a Risitos en la sala devorando mi snack.

Cuando entro al jacuzzi, el agua caliente me relaja instantáneamente. Suss me sigue y se desliza junto a mí, dejando que el agua acaricie su piel.

Sin perder tiempo, se acerca y me rodea con sus brazos, presionando su cuerpo contra el mío.

Sus labios encuentran los míos en un beso voraz. Sus manos empiezan a explorar mi espalda, bajando lentamente, mientras nuestros cuerpos se sincronizan con una urgencia compartida.

- Necesitaba esto - murmura ella.

Sin responder, mis manos viajan por su cuerpo, acariciando cada curva, disfrutando de su suavidad. Susanne gime suavemente, sus manos encontrando mi pecho, sus uñas clavándose ligeramente en mi piel.

La pasión se intensifica, y nuestros movimientos se vuelven más desesperados, más hambrientos.

El agua salpica a nuestro alrededor mientras ella se acomoda a horcajadas sobre mí, sus caderas moviéndose con un ritmo frenético.

Sus gemidos se mezclan con el sonido del agua, creando una sinfonía de placer crudo.

- León... - jadea, arqueando su espalda mientras nuestros cuerpos se encuentran una y otra vez.

Mis manos en su cintura la guían, nuestros movimientos se vuelven más intensos. El placer construye en olas, cada una más intensa que la anterior.

Finalmente, el clímax nos golpea a ambos, dejándonos sin aliento. Suss se desploma contra mi pecho, sus respiraciones entrecortadas coincidiendo con las mías.

Nos quedamos en el jacuzzi un rato más, disfrutando de la calma.

- fue increíble, leoncito.- me dice Suss.

- Si, lo fue- le contesto. Se que quiere que le reitere mi amor y le diga que la amo, pero con Suss todo se ha vuelto algo, aburrido y tedioso, siempre hay discusiones y escenas como si en realidad yo tuviera una gran cantidad de mujeres.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora