Cap 100. Angel Caído.

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MIKAEL MAISTER

13 de Mayo.
Hora: 12:05 am

Señor, su yegua Edelweiss está en trabajo de parto —me avisa uno de mis hombres, despertándome en mi habitación.

—¡Maldición! Se adelantó. ¿No nacía en dos semanas? —pregunto, sorprendido.

Anoche estaba extraña, hacía ruidos y se tiró al suelo.

—¿Ya la vio el veterinario?

—Sí, está delicada. Podría morir; el potro es grande.

Edelweiss es mi yegua más preciada, la llamo mi niña, y si algo llegara a pasarle, sería un golpe fuerte para mí.

Dame dos minutos. Busco una sudadera, zapatos, otro pantalón y voy a acompañar a mi amiga.

Cuando llego, efectivamente, el veterinario está trabajando con ella.

Señor, está en labor, pero podría morir —me dice con preocupación.

—¡No! Quiero a la madre viva. Haga lo que tenga que hacer —le ordeno con firmeza, y él asiente.

Miro la hora: 3:50 a.m. El parto de Edelweiss es complicado.

Después de unos minutos, por fin nace el potrillo. Es oscuro como su padre, un potro de raza pura. Está débil, pero es fuerte. De repente, recuerdo que hoy es el cumpleaños de la "pequeña sabandija".

Nadie me quita de la cabeza que Sebak la encubrió. No soy tonto, soy detallista. El que la besaba era Senne.

Este será su regalo. Tiene algo especial que me llama a conocerla, "sabandija".

Es de noche cuando ingreso a la discoteca. Es muy lujosa y bonita. Mi equipo de seguridad me ayuda a entrar sin tener contacto con muchas personas. Odio el contacto físico; ni siquiera tomo la mano de Emma cuando estamos juntos.

Cuando entro, ahí está ella, como un ángel caído. El vestido le queda exquisito, propio de un ángel... un ángel negro.

"Es un demonio disfrazado de ángel, y eso me revienta. No sé si debería arrancarte las alas o dejar que me consumas."

Buenas noches —saludo a la pareja, ella tomada del brazo de Lucien.

Lucien, Makarena —me inclino un poco en señal de respeto—. Que pases un lindo cumpleaños y espero que este regalo pueda compensar mis sinceras disculpas por mi equivocación, señora Hoffmann Lombart —le entrego la carpeta de cuero negro que traigo en mi mano. Es el documento que la hace dueña del potro de Edelweiss.

Ella abre la carpeta algo ansiosa, y yo procedo a explicarle.

Nació hoy. Es hijo de mi yegua más preciada. Será un ejemplar excelente. No tiene nombre aún; esperaremos a que su dueña nos visite para bautizarlo —le digo, sorprendido por su reacción, pero disimulando.

—¡Guau! Gracias, Mika —me dice, y se me lanza encima. Me da un beso en la mejilla y un fuerte abrazo. Lo recibo y la sostengo, aunque no sé qué me pasa con ella. Normalmente, no permito que me abracen, y mucho menos que me besen.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora