Cap 146.. Dulce.

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MAKARENA

¡Maldición! Aún no llega mi periodo, ¡estoy aterrada! Esto no tenía que suceder.

Aunque mejor no pienso en eso. Me molesta tanto ver a Mikael con su "perfecta", y cómo la defiende... es un estúpido.

Los días pasan.

Victoria me dijo que viajará pronto a Bruselas, pero debe esperar el acuerdo final para que podamos volver.

Bueno, aunque a mí no me han dicho nada; el idiota de Mikael se tomó en serio lo de encerrarme.

No he podido hacer prácticas ni una mierda.

Lukas toca la puerta de mi  habitación y me pasa un mensaje de su jefe.

Una invitación a cenar, pero en la cocina. Hay un chef nuevo o alguna mierda así, no entendí bien.

Me pongo un vestido lindo, aunque no tan sexy como el de la vez pasada cuando este imbécil intentó convertirme en su perro; ¡perdón!, su sumisa.

Cuando llego, está muy querido.

No hay ningún chef, o mejor dicho, SÍ...
él cocinará.”

Me recibe con un vino suizo, es delicioso pero algo fuerte.

Cenamos, y a medida que cocina, me cuenta cosas. Otra vez está el Mikael amable y tranquilo que aparece a ratos, como aquel día en la cabaña.

La velada es divertida, hasta le pregunto por su "amada prometida", pero le molesta y cambia el tema.

En realidad, no sé qué tipo de relación tienen ellos, pero estoy muy segura de que no hay amor.

Luego de cenar y reírnos, Mikael me sorprende con un fondue de chocolate. ¡Guau! Está delicioso.

Seguimos con el vino; prácticamente ya vamos por la segunda botella...

Uy, este vino está fuerte. Espero que no me dé resaca —le digo, pero él niega. Todo me causa risa, e incluso ya le conté sobre mi elixir.

Eres hermosa, Makarena, pero muy rebelde. Debes aprender a ser obediente. —Ya empezó a ponerse cariñoso.

Pero yo obediente no soy, eso es para Flanders, el hermoso ladrador de mi conejito.

Es mi encanto. Si fuera obediente, ya no sería yo, y la Makarena que conocen moriría —contesto, moviendo mi cabeza a un lado de manera coqueta.

Mikael tira de mí, y termino a horcajadas en sus piernas.

Ya, Mika. No otra vez... esto no pasará nuevamente. —le advierto, sabiendo hacia dónde va la cosa.

—¿Quién lo dice, tú? —pregunta. Yo asiento, pero Mikael se levanta conmigo cargándome y me lleva camino a su habitación.

Entra y sigue besando mi cuello; siento cómo desabrocha mi vestido.

Este hombre no conoce un "no". Por respuesta.

El ambiente en la habitación cambia sutilmente, una tensión palpable llena el aire entre nosotros.

Mikael me sostiene con firmeza, pero a la vez es suave. Sus manos recorren mi espalda, deslizándose lentamente, como si disfrutara cada segundo de tenerme así.

El vestido cae suavemente al suelo, y la temperatura entre nosotros comienza a elevarse.

El vino en mi sistema no me deja pensar con claridad, y todo lo que deseo es él. Y está sucediendo.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora