SENNE LOMBARD
«Yo iré. Ese Renzo no tocará a mi mujer o le meto una bala por el culo» —les digo, y todos asienten.
Todos conocen mi carácter, y a pesar de que soy muy dulce y consentidor con mi princesita o con mi cucarachita, soy temido y respetado por todos.
Mi carácter no es el de un hombre muy formal y sonriente; soy frío y cruel.
Efectivamente, mi princesita se despide de nuestra hija. La cuidan Celina y Victoria, su abuela. Ellos viajarán a Luxemburgo por unos días con mi nena, pues Yanka y Sebak tampoco estarán en la villa, por exceso de trabajo.
Tomo el vuelo, y arrastramos a mi princesita a dormir. Serán 10 horas de vuelo que aprovecharemos para descansar: León, Michelle, Julien, mi hombre Dixon y el de León, Maximilian, y desde luego, ella. No llevamos más escoltas, pero en tal caso, allá tendremos otros hombres. La seguridad es lo primero, y más en este tiempo, donde hemos tenido algunas amenazas de seguridad.
Cuando llegamos a California, nos acomodamos en un penthouse cómodo y práctico, con buena seguridad.
Ella se mete al baño, y el maldito de León me ganó de mano y va tras ella como perro en celo. Tuve que aguantar todos sus toqueteos en el vuelo mientras ella dormía. Creo que tendrá los huevos azules de tanto desearla.
La acompaño a las Industrias Walton y entro con ella en su oficina. Me acomodo en un mueble, traigo mi laptop y trabajo desde aquí. Ella saluda al tal Renzo y yo estoy que me muero; el muy maldito la abraza y la besa, hasta la carga y gira un poco.
Solo empuño mis manos y cuento lentamente. No quiero matarlo; y que mi princesita me reclame.
Ha pasado toda la maldita mañana y no me he podido concentrar. El imbécil este no hace sino tocarla. Le ha acariciado varias veces las manos y, de vez en cuando, la abraza o la toca. Estoy definitivamente que le meto un tiro.
Nunca he sido tan impulsivo, pero este maldito se está pasando de listo con mi esposa, y estoy que lo mato.
Gracias al cielo el día termina, y ya no falta mucho para acabar con sus reunioncitas.
«Maldito Renzo, pienso que lo está haciendo a propósito».
Llevo a mi linda princesita a almorzar, o más bien es al contrario: ella me pasea por Stanford y en el lugar nos encontramos con León.
—Hola guapo, ¿qué hacías? ¿Mucho trabajo? —le pregunta ella.
León asiente y procede a contarle. Hemos desarrollado una convivencia sana entre los cinco; nos contamos los asuntos cada noche o en cada momento.
También aprendimos a compartirla, y hay días que terminamos durmiendo los cinco, o los tres, etc. Eso sí, nuestra Diosa nunca sola.
—Algunos asuntos, mi Risitos, en el club Montecarlo y reuniones. En unos días vendrá Mikael y discutiremos algunos temas —le dice León, y ella asiente.
Veo cómo mi Princesita le roba del plato a León y este niega y empieza a darle. Es un risotto de no sé qué.
—Oigan, mañana es viernes, y mis antiguos amigos me invitaron a una fiesta, ¿vamos? —dice ella, y de inmediato León y yo nos miramos.
Después de casarme con ella y cuando estaba embarazada de nuestra cucarachita, hablamos los cuatro y pactamos no quitarle su libertad ni robarle ese brillo juvenil.
Solo que nos turnaremos para cuidarla; ella nunca está sola, pero sí hace lo que desea.
—Pues amor, si quieres ir, iremos, ¿no es así, Lombard? —le dice León, y yo asiento.
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SOY MAKARENA GALLEGO. « La Reina ».
RomantizmSoy Makarena Gallego; fui la causante de la depresión de mi madre, ella fue devil y no lucho por su vida; al sentirse sola y abandonada por el hombre que amaba, se llenó de tristeza y prácticamente se dejó morir... Me crío mi abuelo; y aprendí a ser...