Cap 170. Cargadita.

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LUCIEN HOFFMANN

No quiero que vuelvas a buscarme. Estoy donde nunca debí irme, con mi familia, en mi hogar y con la madre de mis hijos. —le digo de manera firme a Silvia. Esta mujer no entiende, no quiero nada con ella, nunca la he tratado bien y, aun así, sigue buscándome.

Ella hace pucheros. Se cree muy consentida, cuando en realidad lo que siento por ella es lástima por su poca autoestima. Nunca se ha valorado como mujer y sigue rogándome, aunque tal vez yo tenga culpa en eso.

Le he pedido por las buenas y también por las malas que se aleje. Desde antes de mi accidente la había apartado, ella no me hace sentir todo, como lo hace mi Pantera.

La verdad es que estoy tan feliz que no me cabe en el cuerpo la dicha, pues confieso que tenía todo planeado.

Me había hecho un espermatograma y mi fertilidad masculina está al cien. Sabía que si me la llevaba exactamente en esa fecha y teníamos relaciones sexuales, podría preñarla.

Lo siento, no medí su estado de salud ni el hecho de que  haber dado a luz recientemente le haría daño. Pero el doctor especialista al cual consulté me indicó que tampoco era tan delicado; que cuidándola mucho y dándole muy buena alimentación no pasaría nada anormal.

Lo que sí fue sorpresa es que la preñaría doble.

La veo con ganas de pelear, y aunque Mikael la sostiene de la mano, yo se la tomo también y le digo:

Vamos, mi amor, no quiero que te estreses. Tenemos una conversación pendiente y podrías hacerle daño a mis hijos.

Ella camina junto a mí, y también veo que Mikael viene con nosotros.

Cuando ingresamos en mi habitación, cierro la puerta. Pero me sorprende cuando Mikael está con ella y la jala a sus piernas.

Ella ve mi rostro. Esto es difícil para mí. La he señalado con Mikael, y ella lo sabe.

Ella agacha la mirada, pero sé que nos dará la oportunidad a ambos. No soy yo solo; también estaremos los seis, pues ya está con León y los Lombart.

Mi vida, sé que soy un bruto que ha hecho todo mal, que te robé y... —la miro a ella. Sabe lo que diré, pero Mikael se me adelanta:

—Y la violaste, grandísimo idiota —me responde Mikael.

Lo veo, y ella responde:

Lo siento, no le conté exactamente así... —dice ella.

Pero niego y le contesto:

Lo sé, mi amor. Lo hice, pero no me arrepiento. Te amo y lo haría mil veces más para tenerte.

Mikael me mira con odio.

—Solo espero que no la hayas lastimado. —me dice Mikael.

Niego.

Jamás lo haría. No la lastimaría a propósito, aunque alguna vez le dije cosas horribles y maldije su amor. Me arrepentí como nunca, y lo digo en serio. Pero de lo que no me arrepiento es de que te amo, Makarena, y aunque no es justo para ti, estoy muy feliz de haberte preñado, y más si son dos.

Voy hacia ella y me inclino.

Amor, mi vida, sé que esta no era la manera, pero te amo y quiero estar contigo y con nuestros hijos por el resto de mi vida.

Ella me mira a los ojos. La acaricio, aunque esté en las piernas de Mikael.

Me levanto y le extiendo mis manos para cargarla a horcajadas, y lo hago. La tengo abrazada por las nalgas y entonces le digo:

Mi vida, quiero casarme contigo, quiero hacerlo para toda la vida. Hermosa, te prometo amarte por siempre, en esta vida y las que vengan.

La bajo un segundo y me inclino nuevamente. Saco de mi pantalón un anillo que había comprado hace tiempo y se lo muestro.

Mi vida, me harías el hombre más feliz del mundo si aceptas casarte conmigo, Makarena.

Ella mueve su cabeza y sonríe. Vuelvo a cargarla.

—¿Aceptas?

Sí... Acepto, mi Luci.

La beso de forma pasional. La llevo y la descargo en la cama, pero respiro profundo cuando ella voltea, y ahora es Mikael quien la besa.

Mikael sigue besándola y ella suspira. Sé que está excitada.

Mikael se detiene mientras se quita la camisa y me dice:

Nunca he hecho un trío, pero quiero estar contigo, amor mío, y sé que no eres solo mía, pero te amo y por ti haría hasta lo impensable.

Mika... —ella lo ve y lo abraza—. Te amo, Mikael, aunque eres un idiota —voltea a verme a mí también—. Te amo, Lucien, a ti y a todos. —dice, y la habitación se llena de besos y caricias, con suspiros y gemidos.

Mikael toma a Makarena con firmeza y suavidad a la vez, como si entendiera la fragilidad del momento.

La sujeta por la cintura y la gira hacia él. Sus labios recorren su cuello mientras ella cierra los ojos y se deja llevar por la mezcla de pasión y ternura que le ofrecemos. La desnudamos lentamente, y yo hago lo mismo.

Eres mía, pequeña —susurra Mikael con esa intensidad que hace que mi vida se arquee contra su cuerpo, sus manos explorando cada rincón de su piel.

Pero yo no puedo dejar de pensar en mis bebés... en los bebés que lleva dentro. Me acerco despacio, colocando una mano protectora sobre su vientre. Mis dedos trazan círculos suaves sobre la piel de mi Pantera, recordándome que debo ser cuidadoso.

Mika, no lo olvides —le digo, mi voz cargada de advertencia y amor—. Ella está embarazada. Nuestros hijos están aquí, debemos cuidarlos.

Le digo cuando ya está desnudo y a punto de entrar en mi hermosa. Mikael me mira, su respiración entrecortada. Sus ojos reflejan un entendimiento silencioso.

Lo veo entrar en ella de forma cuidadosa, marcando el ritmo. Makarena gime, sus manos ahora buscan las mías, y yo me acerco, besando su cuello.

Estoy aquí, mi amor. Siempre estaré aquí —le digo, con voz baja, mientras la envuelvo en mis brazos. Mis labios encuentran los suyos, y a diferencia de Mikael, mis besos son lentos, dulces, llenos de promesas para siempre.

Mikael se acomoda nuevamente, ahora detrás de ella. Yo me acuesto, y ella me monta como una verdadera valquiria.

Mikael besa su espalda, y siento cómo ella gime cuando Mikael ingresa también. Sincronizamos nuestros movimientos, y esto es increíble. Su calor y sexualidad son excitantes. Mika lo hace de manera controlada, y la hacemos sentir adorada, satisfecha, completa.

Te amo, Mikael, te amo, Lucien —susurra ella entre gemidos, y la habitación se llena de caricias, besos y una pasión desbordante.

El equilibrio entre lo dominante y lo tierno fluye como un río entre nosotros, con Mikael marcando el paso mientras yo la rodeo con mis manos, asegurándome de que se sienta protegida.

Cuando llegamos los tres al clímax al mismo tiempo, ella cae sobre mi pecho, mientras Mikael sale de ella.

Te amo, amor mío —le dice Mikael a ella, y como si esto fuera mágico, ella nos besa nuevamente.

Nos dedicamos a amarla toda la noche. Hicimos otro trío, y también cada uno por separado, mientras el otro observaba.

Son las tres de la mañana, y noto que Mikael está más ansioso por ella. No la ha dejado descansar, aunque no puedo recriminarlo; yo la tuve solo para mí en Remich, a diferencia de Mikael, que después de casi nueve meses vuelve a amarla.

Él termina dentro de ella, y ella, aún jadeante, lo mira.

Qué delicia es estar dentro de ti. Si no estuvieras cargadita con nuestros chiquitos, no te dejaría descansar —le dice Mikael, y ella lo abraza.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora