Cap 28. Adiós Adán Walton.

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MAKARENA

Viajar al extranjero se siente como un intento desesperado de encontrar respuestas. Salí de casa con la esperanza de confrontar a Sebak y entender qué había cambiado entre nosotros. Pero ahora, mientras camino por las calles de Londres, todo lo que siento es desolación.

El engaño duele más de lo que jamás imaginé. Descubrir que Sebak me ha traicionado, que ha jugado con mis sentimientos mientras estaba comprometido con otra persona, me deja destrozada.

Su comportamiento indiferente tiene ahora un contexto devastador. Cada mensaje sin respuesta, cada momento de desinterés... todo cobra sentido y, al mismo tiempo, es más doloroso.

Después de la revelación, me dirijo a Cambridge, donde sé que Drey, mi amigo de toda la vida, vive.

Necesito su apoyo más que nunca. Tomar el tren hacia allí se siente como una eternidad. Los recuerdos de Sebak y yo me asaltan constantemente, recordándome lo ciega que fui al creer en él y permitir que entrara en mi corazón.

Cuando finalmente llego a Cambridge y veo a Drey, las lágrimas que he estado conteniendo se derraman sin control.

Él me abraza fuerte, sin decir una palabra, entendiendo que no hay necesidad de explicaciones largas. Su presencia es reconfortante, pero el dolor sigue ahí, una herida abierta y sangrante.

Paso tres días de fiesta y rumba con mi amigo fiestero. Es verano y las fiestas no se hacen esperar.

Me divierto, pero no puedo dejar de pensar en lo que fue, en que Sebak es un maldito mentiroso. Pero mi abuelo me ha enseñado a no evitar las caídas, me ha enseñado a levantarme como un resorte y con más fuerza. Lo hago.

Después de un tiempo en Cambridge, decido seguir con mi plan original de viajar a España. Necesito poner distancia entre el caos de mis emociones y yo. Ver a mi padre y a su familia podría darme un poco de paz.

Bilbao es extremadamente hermoso. La playa de la Concha es, sin duda, la más linda de España.

Mi padre y su familia residen aquí. Tengo dos medios hermanos, Izan y Lander Gallego, que tienen 16 y 14 años.

La esposa de mi padre es una mujer agradable, y mi padre... bueno, él es él.

No llego exactamente a su casa. Ser la heredera Walton y sumado a la cuota mensual de mi padre, me hacen tener una cartera llena de tarjetas negras y doradas. Busco un hotel hermoso y tranquilo y me registro.

Lo primero que hago es ir al registro y pedir mi Documento Nacional de Identidad. Aquí en España ya soy mayor de edad. Esto me servirá, adiós permisos e identificaciones falsas.

Visito a mi padre y jugamos básquetbol con mis hermanos. Me admiran, el partido fue trasmitido en la televisión y canales deportivos. Decido olvidar y dedicarme a pasar unas lindas vacaciones en España.

Esta playa y algunas fiestas coladas me permiten conocer gente, beber y disfrutar como nunca lo he hecho. Me infiltré en las fiestas adolescentes de mis hermanos y gozo viendo cómo sus amigos se enamoran de mí.

Los días en España se hacen increíbles, no exactamente gracias a mi padre, quien es un hombre muy ocupado y metido en su trabajo, pero mis hermanos y hasta Ana, su esposa, son geniales. Experimento cenas familiares y fiestas con ellos, lo que me encanta.

Anoche, Ana me invitó a quedarme en su casa y lo hice. Hicimos una maratón de películas y fue agradable. También hablé un rato con mi abuelo Adán y estaba muy feliz de que estuviera con mi otra familia, pero me disgustó un poco su tono melancólico. Nos despedimos y cuando colgué sentí algo horrible en mi corazón.

Estoy en la playa, nadando un poco, cuando una llamada resuena en mi teléfono. Es un número desconocido y sé que es de América por sus indicativos.

Diga —contesto indiferente.

—¿La señorita Makarena Gallego Walton? —pregunta el hombre al otro lado de la línea.

Con ella misma —respondo.

Lo siento, señorita Gallego. Habla el abogado y representante de Industrias Walton. Soy Efraín Holter y lamento comunicarle que su abuelo acaba de tener un infarto fulminante y ha fallecido.

Siento como mis oídos chiflan y mi cabeza se calienta. Las lágrimas surgen y caigo arrodillada con el sol completamente sobre mi cuerpo.

Mis lágrimas caen sin parar mientras la noticia se hunde en mi mente. El mundo parece girar a una velocidad vertiginosa y, a la vez, estar detenido. Las olas del mar siguen su curso, ajenas a mi dolor, mientras yo me siento completamente paralizada. La voz del abogado se desvanece, y solo queda el vacío inmenso en mi corazón.

Me cuesta respirar. Mi abuelo, quien siempre fue una figura de fortaleza y sabiduría, ya no está.

Lo recuerdo todo: sus historias, sus consejos, las veces que me abrazó y me hizo sentir segura. Era el pilar en el que me apoyaba, y ahora todo se ha derrumbado.

No sé cuánto tiempo paso allí, en la playa, sin moverme. Finalmente, logro ponerme de pie con un esfuerzo titánico. La realidad se asienta como un peso abrumador sobre mis hombros. Necesito regresar, necesito estar en casa, con mi abuelo, aunque eso signifique enfrentarse a más dolor.

El abogado me indica que a dejado todo listo para mi regreso de inmediato, voy a mi hotel y sin despedirme de mis hermanos o papá, busco mis pertenencias y salgo devuelta América.

Aquí es de tarde pero allá en California apenas comienza amanecer.

10 horas de vuelo y ya mis lágrimas están secas de tanto llorar.   No te go a quien llamar con la muerte de mi abuelito Adán Walton y la traición de Sebak me he quedado sola.

Cuando llegó al aeropuerto está atardeciendo son las siete de la noche, aquí; el abogado Holter me espera, da mis condolencias y me guía a su oficina primeramente.

Veo que mi teléfono tiene unas llamadas de un número extraño, en este momento vuelve a sonar y como caído del vuelo contesto.

— ¿si?— Contesto. — Hola mi pantera hermosa.— Dice yi corazón se calienta, pero de inmediato lloro y el se alarma.

Luc- Lucien — Sollozo. — Pantera que pasa estás llorando. — pregunta y no salen las palabras de mi garganta solo.

Mi Abu, se fue Lucíen— lloró. — Me dejo sola.— Sollozo. 

Tranquila mi vida, voy para allá donde estás. — me dice y le indico exactamente.

Tres horas después, el mismo Luc viene a mí y me da el abrazo que necesito. Yo lo abrazo como si mi vida dependiera de eso, pues necesito su compañía y su fortaleza.

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SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora