Cap 147. Como un último intento.

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MIKAEL MAISTER


Despierto, su cuerpo dándome calor, es magnífico. Con la yema de mis dedos acaricio su piel.

Mmmm mmm. — Se remueve, despertando. — Buenos días, pequeña. ¿Cómo amaneciste? — Ella abre los ojos poco a poco, y yo meto mi cabeza en su cuello, lo beso y acaricio.

Hola. — Me contesta, pero se despierta asustada e intenta levantarse rápido.

— ¿Qué haces? — pregunto.

Levantarme... — sonrío y la atrapo.

Ya lo sé, pequeña, pero ¿por qué?

Vamos a cabalgar. Hace tiempo que no lo haces — le ofrezco. — ¿Ya no te gusta? — pregunto, pero ella niega y me dice:

Lo hacía, pero un idiota vendió mi potrillo.

Siento feo, fue mi error y ni siquiera he podido encontrar un potro tan especial nuevamente para ella.

Lo siento, soy un estúpido. Edelweiss parirá nuevamente y será tuyo. — le digo, pero ella niega con la cabeza.

Sonríe y me dice:

No volveré a recibir un regalo así de tu parte, Mikael. Si quieres, podrías venderlo para mi Sennecita Alpina. Ya tengo uno, lo compré en América y es especial.

Makarena es orgullosa, pensé que olvidaría ese detalle, pero ya veo... Lo peor es que me lo dice sin dolor.

La invito a pasear en Edelweiss y lo hacemos. Es magnífico verla alegre, puedo ver su brillo.

Pasamos el día entre picnic y paseos.

Cuando llegamos a la laguna, a ella se le ocurre bañarse. Con ella, olvido quién soy y todas mis barreras, incluso mi trastorno.

Ven, vamos. Mika, no te pasará nada, será divertido.

Ella me arrastra al agua. Nos bañamos, pero la diversión realmente empieza cuando se sube sobre mí. Prácticamente me folla como una amazona; estoy sentado en la arena y ella, encima, mueve sus caderas.

Mi miembro está tan duro y fuerte dentro de ella que la sensación es increíble.

Ohh, guao, pequeña, esto es increíble, qué delicioso — le digo entre gemidos.

Ella me cabalga de manera única. Sus gemidos son geniales y empiezo a sentir cómo su cuerpo se acalambra.

No tardamos en llegar al clímax, y la nube de sensaciones es cautivadora.

Makarena, eres cósmica y deliciosa. Siento que estoy en el cielo, pequeña — ella sonríe.

¿Te gusta? — pregunta de manera coqueta.

Mucho.

Cuando volvemos la diversión acaba, llega Emma y nos ve muy juntos. En realidad no sé qué estoy haciendo, esto no debería pasarme.

Veo el rostro de Makarena, le disgusta verla, pero Emma aún es mi prometida y no pienso sacarla así nomás.

Si Makarena quiere estar conmigo, tendrá que adaptarse a mí y ceder.

Tiene que ser mi sumisa. Que ni crea que será siempre la princesa amazónica...

Hola, amorcito. ¿Qué hacías? ¿Paseabas con la señora Hoffmann? — Emma me recuerda que soy su amante, y ella no es mía.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora