Cap 94. Lunático.

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MAKARENA


—¡Ay, duele! ¡Duele! —grito a Sebak, quien me está haciendo una terapia. No sabía que, además de rasparme las piernas con la caída, me había lesionado. Solo me di cuenta cuando intenté correr y el dolor me paralizó.

Amor, relájate. Esta crema te ayudará a no sentir dolor, pero necesito acomodar los tendones. No sé cómo podías caminar —me dice con calma.

Empiezo a llorar, intento contenerme, pero no puedo evitarlo.

—¡Ahhhyyy! —lloro, mientras noto que León entra en la habitación.

Idiota, ¿qué le estás haciendo? ¡La estás lastimando! —reclama León, pero noto que a Sebak no le gusta su tono.

—¡No la estoy lastimando! El único imbécil que la lastimó fuiste tú. ¿O ya lo olvidaste, León? —responde Sebak con un tono más duro—. Tiene los tendones recogidos, está lesionada —añade, y veo cómo la expresión de León cambia por completo.

León se acerca, me toma en sus brazos y me pregunta con suavidad:
Risitos, ¿te duele mucho? Perdón, amor, fui un idiota.

Ya está por hoy —interrumpe Sebak, calmando la situación—. En media hora te haré los baños de agua fría y caliente, amor.

Ok —asiento sin muchas ganas.

—¿Crees que mañana podré ir a clases? Tengo presencial en la universidad y no quiero faltar —pregunto, preocupada.

Con Sebak y León llegamos a una especie de tregua. No nos reconciliamos del todo, pero tampoco estamos peleando.

En el ámbito sexual, todo está muerto; los trato como si fueran mis cuñados o amigos, aunque Sebak sea mi esposo.

Ellos lo entendieron... o eso creo. Ninguno ha intentado besarme ni nada más, aunque debo admitir que sus manos son expertas en acariciarme de manera sutil.

No te recomiendo caminar —dice Sebak, mientras evalúa mi pie—. Prácticamente tuve que dislocártelo de nuevo para acomodarlo bien.

Te puedo llevar, Risitos. Te cargo y te espero —me dice León.

Iba a ofrecerte lo mismo, mi Maka. Tengo tiempo, todo para ti, amor —añade Sebak.

—¡No! Yo la acompañaré —interviene León—. Yo fui el causante de su estado, es mi penitencia.

Está bien, León —digo, aceptando su ofrecimiento. Sale de la habitación, no sé adónde.

Pero no esperaba que Sebak se molestara conmigo, casi haciéndome una escena de celos.

—¿Por qué, Makarena? ¿Por qué siempre pones un mundo entre nosotros? —me pregunta Sebak, visiblemente molesto.

—¿Qué? ¿Qué hice? —respondo, confusa. Parece que se le ha corrido una teja.

Siempre están los demás primero. Ya me has castigado suficiente. Te he pedido una oportunidad, y si no fuera por esta maldita lesión, ni siquiera me dejarías acercarme. —Me ataca Sebak, furioso. Se levanta de mi lado, busca un vaso de licor y me mira, aún más enojado.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora