Cap 26. Pedazo de mierda.

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MAKARENA

Lucien se había dormido, no sabía qué me pasaba con este tipo exactamente.

En realidad, yo no soy así, “tan buena”, pero todo alrededor, después de Sebak, me había afectado y no quería asumirlo. El  miedo se había apoderado de mí, y tenía que moverme para retomar el control, o Sebak se llevaría mi luz.

Luego de causar un gran problema al luxemburgués Michelle, por la seguridad de su jefe, me concedió un médico.

Después de revisarlo, el mismo moreno me había llevado al hotel.

Tomé mis cosas y viajé a casa; cuando llegué, Adán me abrazó fuerte y me invitó a caminar... Me alarmé.

Fue una tarde algo extraña, odio las despedidas y Adán lo hacía sonar como si fuera una.

La próxima semana es la final, y también es el final del semestre. Estoy maquinando un viaje que, según mi abuelo, pensará que iré a España a pasar unos días con papá y su familia, pero en realidad lo que haré será ir a Londres y pasar unos días lindos con Sebak.

Tengo nacionalidad española, nací allá, por esto mi apellido. Por qué el cobarde de mi padre abandonó a mi madre embarazada y ella murió de una fuerte depresión.   Después de que yo naciera, apareció mi abuelo Adán y me trajo a Estados Unidos.

Mi padre sintió pena y me dio su apellido, pero mi abuelo no permitió que me criara y me trajo con él. Al pasar los años, noté que realmente yo no le importaba mucho, al igual que a mi mamá, pero mi abuelo fue sabio y crió a una nieta fuerte, rebelde e inteligente.

En fin, estoy pensando en sorprender a mi novio; bueno, no soy tonta, hay algo raro y quiero comprobarlo por mí misma. Sé muy bien que Sebak, desde que se fue, ha estado distante, frío y vuelto una mierda. Dejó de ser dulce y tierno, y ha sido tanto así que hasta mi cumpleaños olvidó.

La semana pasa fugaz y estoy en Nueva York de repente, prácticamente; con todos los ánimos puestos. Seremos las ganadoras a nivel nacional, de eso no hay duda.

Estoy entrando al gimnasio cuando mi coach me dice:

Gallego, te enviaron esto —me dice, y me muestra un ramo de flores y un peluche. Es una pantera, con el mismo color de mis ojos; está sentada y una nota.

«Te debo la vida, mi pantera hermosa, hortensias y claveles para agradecer. Gracias...»

Sonrío con coquetería, es lindo el detalle. Sé que es Lucien, ya me bautizó.

Salgo al  gimnasio con una sonrisa de emoción en mi pecho; el poli deportivo estaba lleno de energía mientras nos preparábamos para el partido final.

El sonido de los tambores y los vítores del público resonaban en mis oídos, dándome un impulso extra. Mi equipo y yo estábamos listas para darlo todo.

El silbato sonó y el juego comenzó. Cada movimiento, cada pase, y cada punto contaba. Sentía la adrenalina correr por mis venas mientras lideraba a mi equipo con determinación.

En un momento crucial, logré anotar un punto decisivo que nos puso en la delantera. El marcador finalizó y el silbato sonó una última vez.
¡Habíamos ganado «carajo»  el campeonato nacional!

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora