Cap 64. Confrontados.

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YANKA LOMBART

La tensión en la habitación es palpable. Cyrill Lombart, mi padre, me observa con una mezcla de decepción y furia.

Es un hombre que ha forjado su vida en la crueldad, gobernando su territorio con mano de hierro, fuerte, cruel, con sangre y soberbia. Pero hoy, frente a mí, su primogénito, no es solo el líder de una poderosa organización criminal.
Hoy es un padre enfurecido.

Anoche, después de llegar a Mons, una ciudad al este de Bélgica, donde dejamos a mi querida conejita bajo la protección de mis hombres de confianza, era necesario estar aquí hoy.

Nuestro padre está más que enfurecido. Los Hoffmann han descubierto que tenemos a mi conejita, y están furiosos. Tanto es así que el propio Filipe Hoffmann llamó a mi padre, aprovechando sus años de amistad.

En mi teléfono tengo una cantidad exagerada de llamadas de León Hoffmann que nunca contesté... aunque es mi gran amigo.

—¿Qué demonios estabas pensando, Yanka? —la voz de mi padre es baja, pero cargada de veneno—. ¿Secuestrar a la mujer de Lucien Hoffmann? ¿Casarcen con ella sin siquiera considerar las consecuencias?

Lo miro a los ojos sin vacilar. No voy a retroceder. No con él, no ahora.

La quise para mí, Padre. La tomé porque la deseo, y nada más importa —respondo, manteniendo la calma que me caracteriza.

Nada importa... —repite Cyrill, como si saboreara esas palabras. Da un paso hacia mí, su mirada clavándose en la mía—. Lo que has hecho, Yanka, es declarar la guerra. No solo contra Lucien, sino contra toda la organización. Estás poniendo en peligro todo por lo que hemos trabajado durante décadas.

Prácticamente grita, mientras Sebak permanece callado, aún sentado a mi lado.

No puedes entenderlo —digo, mi tono firme, pero mis palabras cargadas de emoción—. Makarena no es solo cualquier mujer. Es fuerte, indomable. Es lo que quiero y lo que necesito a mi lado. A nuestro lado —rectifico, mirando a Sebak.

—¿Y por eso estás dispuesto a arriesgarlo todo? —interrumpe mi padre, furioso—. ¿Por una mujer?

La rabia arde dentro de mí, pero la contengo. Mi padre nunca ha sido capaz de comprender mis decisiones. No ha visto a Makarena como yo la veo. No entiende cómo puede avivar mi deseo de poder, de dominación, y, a la vez, encender esa chispa que me mantiene despierto por las noches.

Esta conversación no es sobre lo que queremos, Yanka —mi padre continúa, su voz ahora más controlada, pero con una amenaza implícita—. Se trata de proteger nuestra posición, nuestra familia.

—¿Protegerla de qué, exactamente? —replico, cruzando los brazos—. Lucien Hoffmann no es más que un hombre, y como todos, tiene sus debilidades. Con Makarena a nuestro lado, él está acabado.

Cyrill niega con la cabeza, como si no pudiera creer lo que está escuchando.

No lo entiendes, hijo. No se trata solo de Lucien. Es toda la estructura que hemos construido. Es el respeto que hemos ganado, y que tú estás a punto de destruir.

SOY MAKARENA GALLEGO. « La  Reina ». Donde viven las historias. Descúbrelo ahora