Capítulo: 29. Caos en el ducado. (Parte 1)

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Pdv: Ferdinand

Desde que entré al templo, mis días eran monótonos pero tranquilos, y me sumergí por completo en la rutina del trabajo. Aunque Bezewanst intentó deshacerse de mí en varias ocasiones, definitivamente esto es mejor que soportar el intenso acoso de esa odiosa mujer. Poco a poco mi trabajo comenzó a aumentar, ya que aceptaba trabajo del castillo para ayudar a Sylvester. En mi posición actual, esta era la única forma en que podía apoyarlo en su posición de gobierno, y junto con él al ducado. Yo debía cumplir la promesa que le hice a mi padre.

Pasaron los años sin novedad, solo los mismos problemas de siempre. Más durante todo ése tiempo, no solo me dediqué a hacer el papeleo del templo y del castillo, sino que también utilicé todos mis recursos disponibles, para recopilar información sobre los crímenes de Bezewanst y Verónica. Pero la viciosa mujer era demasiado meticulosa, siempre cubría muy bien sus huellas, ella operaba con tanta astucia que jamás dejaba nada al azar.

Sin embargo, esto fue así hasta este verano, cuando alguno de sus sirvientes la traicionó. Según lo que me informó Justus, alguien dejó el veneno en la entrada de la mansión Linkberg. Veneno, que estaba destinado a ser suministrado por algún secuaz de Verónica, en contra de la familia de karstedt.

'Todo esto era demasiado extraño y repentino. Por alguna razón me costaba trabajo creer, que Verónica cometiera un error tan tonto, después de tantos años haciendo todo a la perfección'.

Con esto en mente, le pedí a Justus que me trajera el veneno y la carta, para echarles un vistazo. Asimismo quería una muestra del nuevo veneno, para examinarlo y preparar varios antídotos, en caso de que en el futuro apareciera más de este veneno. Y al revisar la carta, pude comprobar que Justus tenía razón, al sospechar de que alguien del séquito de Verónica la había traicionado.

Pero aún así me faltaba una pieza, esto no encajaba correctamente.... conocía muy bien a la maliciosa mujer. Ella se deshacía de sus enemigos, antes de que tuvieran la oportunidad de actuar en su contra. Luego borraba muy bien sus huellas, infundiendo terror tanto en sus enemigos como en sus aliados, con esto se aseguraba de que nadie se atreviera a traicionarla.

No fue hasta que Justus me informó, que el plebeyo que había estado buscando, había subido las imponentes escaleras, antes de que pudiera encontrarlo. Entonces yo supe sin duda alguna que estos si eran los movimientos de Verónica, y una vez más, cubrió sus huellas, eliminando a Wolf.

Pero esta vez, lo hizo demasiado tarde, porque el veneno ya estaba en mis manos, junto con la carta, y esto era lo más cerca que tenía de verdaderas pruebas condenatorias en su contra. Aunque esto no era suficiente, ya que necesitábamos más pruebas o algún testigo.

Y es aquí donde aún tenemos una oportunidad de atraparla, y la pieza clave aquí es el testigo. Si el que entregó el veneno en la mansión Linkberg, aún está con vida, tenía que encontrarlo pronto, antes de que ella lo haga y se deshaga de él, como lo hizo con Wolf.

****

Mas tarde, el mismo día en que recibí el informe de Justus, Sylvester me convocó al castillo. Al entrar en el despacho de Aub, lo primero que vi fue a un hombre lamentable, abatido y exhausto.

Para cuando le pregunté que había sucedido, él me informó que Verónica había enloquecido, diciendo que todos la habían traicionado y que su hija Georgine, junto con Bezewanst, querían tomar el ducado para sí mismos. Y luego de decirle esto, la mujer se encerró en su habitación oculta, y no a querido salir de allí.

'Esto solo quiere decir, que realmente alguien traicionó a Verónica. Según parece, no fue una sola persona, sino que varias ¿Pero Georgine y Bezewanst? Esto se ha vuelto más grande de lo que esperaba, porque para perturbar así a la siempre tan segura y orgullosa Verónica, hace falta más que un plebeyo eliminado y un posible traidor entre sus filas'. Yo pensé mientras masajeaba mis sienes, por el creciente dolor de cabeza que se estaba gestando, por esta situación.

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