Capítulo: 86. La batalla del templo. (Parte 1)

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Pdv: Rozemyne.

La oración de primavera había llegado a su fin. A pesar del intento de secuestro y la emboscada, todo salió bastante bien en realidad, ya que pudimos confirmar la participación del conde Bindewald y de Gerlach, los cuales trabajan para Georgine. Algo que en el tejido anterior, no logramos averiguar a tiempo, pero esta vez tenemos todo listo y preparado, para cuando vengan por nosotras.

Cattleya y yo, habíamos estado practicando con nuestros caballeros de la guardia, bajo la supervisión de Ferdinand y el abuelo Bonifatius, distintos simulacros de ataque. Los cuales fueron muy agotadores, pero muy emocionantes.

Aunque éstos simulacros de ataque, no sólo eran para prepararnos a nosotras. También eran para preparar a nuestros caballeros de la guardia, a Damuel y a Brigitte, para que no sólo sepan como atacar con sus espadas y escudos, sino que también sepan lanzar algunos de nuestros hechizos. Cattleya se los había estado enseñando felizmente, en algunas batallas de varitas.

Lo mismo con nuestros asistentes del templo. No queremos que salgan lastimados o los tomen como rehenes, como en la línea de tiempo anterior. Aún recuerdo como lastimaron a Fran y tomaron como rehén al pequeño Dirk, e incluso Bezewanst lo usó como escudo y batería humana. Aunque esta vez ya no está el malvado santa, y aún no a llegado Dirk, todavía pueden tomar como rehén a alguien más y no queremos eso. Es por esta razón, que nos hemos estado preparando para cualquier escenario o contratiempo que suceda.

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Muy pronto llegó la conferencia de archiduques. Esto quería decir que podrían atacarnos en cualquier momento, lo que nos tenía a todos muy tensos. Como el abuelo Bonifatius tenía deberes que cumplir en el castillo, como remplazo de Aub, no podía protegernos como siempre. Ferdinand también tenía que cumplir con su deber de suministrar maná a la fundación del ducado. Cada vez que iba al castillo, tenía esa expresión de preocupación en su rostro, aunque teníamos todo preparado para el combate, aún así Ferdinand estaba muy preocupado.

Y el día llegó. Tal como esperábamos, justo después de que Ferdinand se retiró al castillo, los nobles irrumpieron en el templo. Nos emboscaron justo cuando volvíamos a nuestros aposentos desde las cámaras del Sumo Sacerdote, donde habíamos estado ayudando a Ferdinand con el papeleo del castillo. Como él se había ido, nosotras terminamos con nuestra parte del trabajo y nos dispusimos a volver a nuestros aposentos, para tomar el té de la tarde con nuestro pequeño hermanito Nikolaus.

Los nobles nos estaban esperando justo fuera de las cámaras del Sumo Obispo, o sea nuestros aposentos. Todo sucedió muy rápido, primero nos rodearon un montón de soldados devoradores, con los rostros cubiertos y todos muy bien armados. Luego de entre ellos aparecieron los cuatro nobles, el primero en adelantarse fue Giebe Joisontak, después se adelantó Giebe Gerlach y por último Giebe Wiltord, aunque más atrás apareció el conde Bindewald o como yo lo llamo "el sapo". 'No quería volver a ver a este hombre nunca más. Sin embargo, aquí estábamos de nuevo. No, en realidad, tener que ver a todos estos horribles hombres y todos juntos en un mismo lugar me dio escalofríos'. Instintivamente me escondí detrás de Cattleya.

Mientras todo esto se desarrollaba y éramos rodeados, todos nuestros caballeros de la guardia sacaron sus espadas, preparándose para la batalla. Al verme hacer este gesto Cattleya dijo. "Tranquila hermanita todo estará bien". Luego se puso enfrente de mí protectoramente. Entonces rápidamente gritó una orden. "¡Todos a sus posiciones!".

"¡Si, mi Lady!". Respondieron todos a coro moviéndose rápidamente a sus posiciones.

Las cuales eran; en frente de la formación estarían, Brigitte junto con el hermano Eckhart, quienes debían protegernos de cualquier enemigo armado. Por lo cual, debían estar con sus espadas y escudos listos para repeler cualquier ataque físico o con maná. Todo esto, hasta que llegara Ferdinand.

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