Capítulo: 66. Una importante conversación con mis hijas. (Parte 1)

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Pdv: Elvira

“Madre, ¿qué puedo prepararles como obsequios a mis hermanitas? Porque no tengo mucho tiempo para preparar algo para ellas”. Mi hija Heidemarie preguntó algo ansiosa. 

Después de nuestra conversación con lord Ferdinand, me siento mucho más tranquila, pese a todo lo sucedido el día de hoy. Y esto se debe, a que Heidemarie a dejado por completo su prejuicio hacia mis hijas. De hecho está muy ansiosa por verlas mañana.

“Bueno hija, creo que si les prestas uno de los libros de tu colección, estoy segura de que eso les gustará muchísimo”. Yo dije en respuesta a la ansiosa Heidemarie. 

“¿Un libro? Claro, ellas dijeron que el libro que me dieron, era su tesoro más preciado, verdad? Y ellas, ¿aún así me lo obsequiaron? Pero que tonta he sido, dejé que la gracia de Mestionora me abandonara… Y tal ofensa a la Diosa de la sabiduría, debe ser pagada con un libro como ofrenda, por eso no se los prestaré, se los regalaré. Lo siento madre, me retiro, debo preparar el obsequio enseguida”. Dijo Heidemarie saliendo a toda prisa, para preparar su obsequio y dárselos a mis hijas mañana.

‘Solo espero que todos estos conflictos se solucionen, y no surjan más problemas como los de hoy’. 

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Al día siguiente, a la cuarta campanada, llegaron mis hijas junto a lord Ferdinand. Y al mirar a las niñas con preocupación por lo sucedido ayer, creyendo que se mostrarían desconfiadas o resentidas. Pero lo que pude notar en ellas, es que se veían de muy buen humor, aunque Cattleya miró con cautela a Heidemarie. Sin embargo, como no vio la hostilidad de ayer, se relajó un poco. ‘Este buen ánimo, de seguro se debe a que estuvieron al cuidado de su familia adoptiva’. Y por alguna razón, éste pensamiento me produjo un poco de celos, debido a la relación tan cercana que tienen mis hijas con ellos. Sé que esto es una tontería, aun así, no pude evitar tener tal sentimiento…

Una vez que mis hijas nos hubieron dado sus saludos nobles correctamente y en perfecta sincronía, pasamos al comedor, donde se nos sirvió el almuerzo. Entonces presencié la verdadera personalidad de mis hijas; la familiaridad de Cattleya y la calidez de Rozemyne. Esa relación tan cercana que tienen las hermanas, fue algo muy impresionante e inusual de ver. El como terminaron las frases de la otra, o hablaron en perfecta sincronía, todo lo que me habían contado sobre ellas era cierto. 

Mientras las observaba, de pronto miraron a Heidemarie, quien se había mantenido en silencio, tratando de encontrar el momento de disculparse, sin arruinar más las cosas. Pero mis increíbles hijas notaron esto, por lo que ellas mismas le dieron la oportunidad a Heidemarie para disculparse. 

Ellas luego de notar la incomodidad de Heidemarie, se miraron entre ellas a los ojos por un momento. Eso fue como si hubieran tenido una pequeña conversación, sin emitir palabra alguna. Y después asintieron con la cabeza, como si hubieran llegado a un acuerdo mutuo. Finalmente miraron a Heidemarie, diciendo. “Ok, hermana mayor Heidemarie, ya conoces nuestras historias completas, no es así? Entonces, ¿aún piensas lo mismo sobre nosotras? ¿O has cambiado de parecer?”. Cattleya fue la primera en preguntar, y de forma muy directa.

“Si, hermana mayor Heidemarie. Dinos, ¿aún crees que queremos destruir esta familia?”. Luego Rozemyne continuó con las preguntas, igual de forma demasiado directa, sin sutilezas.

Heidemarie, quien se veía sorprendida ante las repentinas preguntas de mis hijas, respondió algo avergonzada. “Yo… bueno, lamento mucho haber perdido la gracia de Duldsetzen y Mestionora… Lo que quiero decir, es que no debí haberlas juzgado sin conocerlas, dejé que mis prejuicios y resentimiento nublaran mis sentidos. Me di cuenta de que estaba en un error, y me disculpo profundamente por mis acciones del día de ayer”. Se disculpó sinceramente Heidemarie. 

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