Capítulo: 160. Dulce venganza.

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Pdv: Ferdinand. El fin de las pesadillas.

Después del momento un tanto incómodo, con mis desvergonzadas Diosas. Pero se sintió así de incómodo, porque Ottilie estaba allí presente. Todo esto debido al inesperado abrazo, que me dieron mis pequeñas Diosas. Cuando creí que me ganaría su odio y desdén, de forma inevitable. Algo que al parecer no fue así.

Al salir de la sala lateral, del gran salón de actos, me reuní con Justus y Eckhart, quiénes me habían estado esperando fuera. Para dirigirnos a mi mansión, cambiarme a mi atuendo noble y recuperar la poción de la verdad. Entonces les indiqué, que me siguieran, pero antes de irme, les di algunas órdenes a los caballeros de la guardia de mis Diosas. Luego me fui, con mis sirvientes siguiéndome de cerca.

‘Yo sabía que esto sucedería tarde o temprano. Aunque era un precio que yo estaba dispuesto a pagar, por el bien de ellas. Mis Diosas aún no conocen lo dura que es la sociedad noble, sobre todo con lo extraño o desconocido para ellos. Y mis pequeños Shumil, son la definición de extraño, ellas son una completa rareza………’. No podía dejar de pensar en lo sucedido con mis Diosas. Mientras me dirigía a toda prisa a mi mansión, no tenía mucho tiempo para cambiarme y buscar las pociones.

No quería ser tan duro con mis Diosas, pero si no soy duro con ellas, y aflojo en su educación. Ellas sufrirán acoso y serán objetos de burlas, las subestimarán por sus fallas e intentarán explotarlas. Es por todo esto, que yo quiero ahorrarles todos estos futuros momentos desagradables, y prepararlas lo mejor posible para enfrentarlos.

Sin embargo, una vez más, mis Diosas me sorprendieron. Yo esperaba ganarme su desprecio y odio, no un cariñoso abrazo……… Las inapropiadas muestras de afecto de mis Diosas, creo que en el futuro me traerán más de algún problema. Aún así, están bien mientras sean pequeñas, y frente a nuestros sirvientes.

No podía evitar sentirme feliz, por tener el amor de mis dos Diosas, y agradecido por no haberme ganado su desprecio. Como yo creía que pasaría, después de que se dieran cuenta del nivel de exigencia que les he impuesto.

‘Mis Diosas nunca dejan de sorprenderme’.

“Mi Lord se ve muy feliz. Sucedió algo bueno, con las princesitas?”. Preguntó Justus con una sonrisa desagradable en su rostro. Mientras me ayudaba a vestirme a mis nobles atuendos.

Yo no quería hablar de esto con Justus, pero a menudo necesito consejos de mi asistente erudito. Por lo tanto dije sin entrar en detalles. “Cattleya se molestó conmigo, después de darse cuenta, de mi exigente educación”. Yo mencioné.

“Yo creí que sería mi Lord, quien estaría molesto con las princesitas. Por la locura de bendiciones en la presentación de harspiel”. Respondió Justus algo desconcertado.  

“Si, lo estaba, pero eso fue mi culpa. Debí explicarles con anterioridad, las diferencias entre su educación, y la del resto de los niños del ducado. Cattleya estaba molesta, porque yo no fui lo suficientemente claro con ellas, sobre mis razones de educarlas así. Y ella tocó el harspiel molesta conmigo, provocando todo este desastre”. Yo expliqué sintiéndome culpable por lo ocurrido.

“Mi Lord debería ser más sincero con las princesitas, ellas entenderán, si les explica las razones de sus acciones”. Aconsejó Justus, algo a lo que no he podido acostumbrarme. Tendré que hacerme a la idea, de informar más a detalle y no omitir cosas importantes a mis Diosas. Para evitar éste tipo de desastres.

“Pero solo se molestó lady Cattleya?. ¿Qué hay de lady Rozemyne, no se enfadó con usted?”. Preguntó Justus, algo intrigado.

“Rozemyne siempre perdona mis errores estúpidos, ella no cuestiona mis irracionales demandas. Solo las acepta como lo correcto, incluso si va en contra de sus propios deseos……. Y eso me preocupa. Porque de no ser por el carácter desafiante de Cattleya, yo habría pasado por alto muchas necesidades y muchas cosas importantes para Rozemyne. Y le habría hecho daño, sin siquiera ser consciente de ello”. Yo dije algo que me había estado dando vueltas en la cabeza, desde la cena con su familia noble. Mientras Justus terminaba de acomodar mi ropa, para comenzar a peinar mi cabello.

Juego de Shumil gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora