Capítulo: 67. Una importante conversación con mis hijas. (Parte 2)

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Pdv: Elvira

Ante mi completo apoyo a la idea de mi hija Cattleya, Karstedt que conocía muy bien a su primo lord Sylvester, dijo. “No creo que Sylvester esté de acuerdo con éste plan, Elvira. Él no lo aceptará de buena gana”.

“¿Qué clase de gobernante se pone así mismo primero, ignorando el dolor y sufrimiento de su pueblo? Además, no se supone que en este mundo, la poligamia es la regla, sobre todo para los Aubs”. Con esto, Cattleya puso otro de los puntos principales sobre la mesa. Punto del cual todos nosotros, éramos conscientes de que estaba mal, y que era una de las razones del desbalance de poder en la política de facciones y el pequeño tamaño de la familia archiducal.

Entretanto yo pensaba todo esto, ella continuaba hablando con severidad a las palabras complacientes de Karstedt a favor de su Lord. “¿Por qué tendríamos que considerar los caprichos de alguien tan egoísta? Si él no está dispuesto a llevar el peso de la corona, junto con todas las responsabilidades que exige el cargo, entonces no es apto para ocupar el puesto de gobernante”. 

Ante las duras palabras de la niña, con las cuales todos en la habitación estábamos de acuerdo, pero que jamás diríamos en voz alta y de forma tan directa, mucho menos con lord Ferdinand presente. El cuál la regañó con severidad, diciendo. “Cattleya, si bien en este momento, estás en un entorno seguro. Lo que acabas de decir se puede considerar traición, por lo cual, podrían castigarte con severidad. Así que en el futuro, ten mucho cuidado con lo que dices”. 

“Mentor, primero que nada, Rozemyne y yo, venimos de un mundo, que ha visto levantarse grandes imperios y monarquías. Las cuales cayeron por causa de gobernantes incompetentes y corruptos, que ignoraron el sufrimiento de su pueblo, o de los pueblos que sometieron con tiranía. Lo que intento decirles es, que deben ser conscientes de que; “todo cae por su propio peso”, y si ustedes siguen por ese camino, no están muy lejos de ese fin, verdad hermanita?”. La niña dijo esto, como si se hubieran invertido los papeles y ella fuera la mentora y lord Ferdinand el alumno.

“Eso es una terrible, pero muy cierta realidad… Tal vez este mundo no es del todo como nuestro mundo anterior. Sin embargo, puede que sea mucho más frágil, y no resista un conflicto más…”. Esta vez fue Rozemyne, quien dijo esto, como en una advertencia.

“Exactamente, hermanita. Ustedes ya están en una grave escasez de maná, no es así? Y por lo que veo, a su gobernante no le importa, porque prefiere la idea del romanticismo. Mas ese romanticismo es absurdo, cuando de ti depende tu familia…”. Ella de pronto se quedó en silencio, como si se hubiera dado cuenta de algo. Pero luego sacudió la cabeza, como si sacudiera esos pensamientos y luego continuó hablando. “Como sea, nosotras no hemos jurado lealtad a nadie, y si nuestra lealtad estuviera con alguien, lo estaría con nuestra familia, junto a todas las familias que hacen de este ducado nuestra casa ¿Estás de acuerdo conmigo en esto, Rozemyne?”. Ella preguntó mirando a su gemela, quien asintió con la cabeza enérgicamente.

‘¿En qué clase de mundo se criaron mis hijas, para ser tan conscientes de estas cosas? ¿Qué clase de educación tuvieron? ¿O es solo que Mestionora, las ha bendecido de forma especial?’. Yo me hacía este montón de preguntas algo perpleja, mientras Cattleya continuó hablando.

“Ok, dicho todo esto. Mentor, en serio crees que soy tan idiota al decir algo tan sedicioso, a alguien en quien no confío? Si lo que he dicho saliera de esta habitación, entonces sabría que alguien de mi familia me traicionó”. Ella continuó diciendo con una sonrisa astuta en su rostro, mientras miraba a lord Ferdinand desafiante, y a su vez llamándolo su familia… 

“Le dirás a tu hermano lo que dije de él? Seguirás protegiéndolo a él y a sus caprichos, o nos escogerás a nosotras? Mentor, ¿a quién escogerás proteger? Si escoges a tu hermano no te juzgaré, de hecho lo entendería, ya que yo misma escogería a Rozemyne”. Cattleya dijo esto, presionando a lord Ferdinand para que escogiera, entre los dos juramentos que había hecho. Ella quería asegurarse de que lord Ferdinand, realmente cumpliría su promesa. “Incluso de ti padre Karstedt, si lo escogieras a él, lo entendería, ya que él es el señor al que juraste proteger”. Esto último lo dijo mirando a Karstedt, probando hacia donde se inclina la balanza de su lealtad. La niña realmente no se fía de los hombres…

Juego de Shumil gemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora