Juego de Shumil gemelos

Capítulo: 96. Ceremonia de unión de las estrellas. (Parte 2).

Pdv: Rozemyne.

Ottilie nos vistió de forma muy habilidosa y rápida, con nuestras túnicas ceremoniales, dando instrucciones a las otras asistentes menos experimentadas. 'Fue muy agradable verla de nuevo y tenerla a nuestro servicio, también en esta línea de tiempo'.

Una vez listas, rápidamente salimos de nuestros aposentos, para reunirnos con un Ferdinand ya listo, en sus túnicas ceremoniales de Sumos Sacerdote. Como esta vez Ferdinand esta comprometido, no necesita participar del banquete ni de la socialización de esta noche, como recordaba en mi primera ceremonia de unión de las estrellas. 'Me pregunto si Rihyarda lo llamará "muchacho" ahora que está comprometido. Ufufufuu.........".

Nos despedimos del abuelo, por ahora, y nos montamos en el carruaje una vez más, con rumbo al castillo. Como esta vez solo iríamos a oficiar la ceremonia nada más, dejamos a nuestros sirvientes en la finca del abuelo y solo nos llevamos al hermano Eckhart y Justus. Bueno en éste momento también deberían estar aquí, Damuel y Brigitte, pero los dos quedaron solteros por las mismas razones del tejido anterior. A Damuel lo dejaron por todo el incidente de la subyugación de Trombe, y Brigitte rompió recientemente su compromiso con su prometido, pero esta vez primero aceptó ponerse a nuestro servicio, para poder huir de ese compromiso. 'Me pregunto si esos dos terminarán juntos en éste tejido, o tampoco funcionará esta vez?'.

Además de lo de Damuel y Brigitte, todo el día de hoy ha sido diferente, la ceremonia de la mañana, la cena con el abuelo Bonifatius y nuestros aposentos en su finca, acudir a la ceremonia poco antes de realizarla. Todo es tan diferente que ya casi no puedo decir que lo estoy viviendo dos veces.

Cuando llegamos al castillo, fue un alivio ver algo que no a cambiado, ya que tal como recordaba el anciano mayordomo Norbert, salió a recibirnos. "Bienvenido a casa Lord Ferdinand, y supongo que ellas son sus prometidas, lady Rozemyne y lady Cattleya. ¿Puedo orar por una bendición en agradecimiento por este encuentro casual, ordenado por los brillantes rayos de Leidenschaft el dios del fuego?".

"¡Puedes!". Respondimos al unísono.

"Oh Leidenschaft que mis jóvenes maestras sean bendecidas". Respondió tal como recordaba y nos dio una bendición que cayó sobre nosotras. "Lady Rozemyne, lady Cattleya, yo soy Norbert y estoy a cargo de todos los asistentes del castillo, si bien tengo entendido ustedes no vivirán aquí, pero quiero que sepan que estoy a su servicio cuando estén de visita en el castillo". Dijo algo sumamente diferente a lo que recordaba.

"Yo soy Rozemyne". Dije presentándome.

"Y yo soy Cattleya". Se presentó mi gemela.

"Esperamos que nos sirvas bien". Dimos la respuesta que nos había enseñado madre Elvira para estos casos.

Una vez que terminaron las presentaciones, Norbert se puso de pie y comenzó a moverse, para guiarnos directamente hasta el salón de actos del castillo, donde se celebraría la ceremonia de unión de las estrellas. Pronto comenzamos a caminar por los interminables pasillos del castillo. Cattleya y yo tuvimos que usar mejoras físicas, para poder seguir el ritmo de la caminata hasta el gran salón de actos. Ferdinand se adelantó y entró primero. Pero nosotras nos quedamos atrás con el hermano Eckhart y Justus quiénes no podían entrar con nosotros para realizar esta ceremonia, por lo que tenían que esperar a que se anuncie nuestra llegada y quedarse en la puerta hasta que terminemos de oficiar la ceremonia.

Muy pronto Ferdinand anunció nuestra llegada. "Las Sumos Obispas entran en la habitación". Y se abrieron las puertas. Entonces di un apretón en la mano de mi hermanita, para asegurarme de que todo estuviera bien, cuando ella me devolvió el apretón con una respuesta positiva, comenzamos a avanzar cruzando la puerta de entrada al gran salón de actos, caminando por la alfombra hasta el altar. Donde estaba Sylvester junto a su primera esposa Florencia, ya sentados allí. 'Y por la forma molesta de mirarnos, definitivamente, no le da gusto vernos'. También pude ver al padre karstedt parado detrás de ellos, como su escolta principal. Quien al vernos nos dedicó una sonrisa cálida en su rostro, que ablandó su rígido y serio semblante de bravo y feroz caballero.