Capítulo: 87. La batalla del templo. (Parte 2)

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Pdv: Cattleya.

Al decir el hechizo de transformación, ya fastidiada por la arrogancia del estúpido hombre sapo. Solo imaginé un gordo y asqueroso sapo, y luego solo presencié como sucedía, la magia justo frente a mis ojos.

“Croac, croac, croac”. Dijo el hombre sapo. ‘Jajajaja…… esto se pone cada vez mejor. No creí que funcionara un hechizo de transformación, ya que no lo había intentado antes, pero si funcionó’.

Con Gerlach fuera de combate, junto a todos los soldados devoradores completamente derrotados por nuestros caballeros de la guardia y el hombre sapo convertido en un gordo y repugnante sapo, solo quedaban en pie Wiltord y Joisontak. Esto quería decir que prácticamente ésta batalla, ya casi llegaba a su fin. Pero después de mi último hechizo, los vi retroceder acobardados y aterrados, ya que temían que los convirtiera en sapos u otros animales……… Mmm……. ¿Qué tal en unas asquerosas ratas?.

Entonces el que habló fue Joisontak nuestro supuesto “tío”. “Q-queridas s-sobrinas….. yo no sabía que Gerlach y el conde Bindewald querían sacarlas del ducado”. Dijo la asquerosa y cobarde rata, tartamudeando.

“S-Si, N-nosotros solo queríamos rescatarlas del sucio templo”. Continuó la otra rata cobarde.

Entonces yo los apunté con mi varita y dije. “¿Qué prefieren ser, sapos o ratas?. Elijan”.

“¡N-no…. E-espera!”. Dijeron ambos hombres aterrados perdiendo por completo el color de sus rostros.

Pero justo en ese momento apareció Nikolaus con Lily y el resto de sus asistentes del templo. Como venía de sus propias habitaciones de la zona de los nobles, apareció justo detrás de los dos Giebes. ‘¡Maldita sea! Lo olvidé, ya era hora del té de la tarde y Nikolaus venía a tomar el té y jugar con nosotras a esta hora’.

“¡Hermanitas!”. Gritó Nikolaus antes de correr en nuestra dirección. Todo pasó tan rápido, solo pude ver impotente, como las bandas de luz atraparon al pequeño Nikolaus, terminando en los brazos de Joisontak, que lo usó de escudo humano para que yo no le lanzara mis hechizos. ‘¡Maldición!’.

“¡Nikolaus!”. Gritó Rozemyne con una expresión de horror en su rostro palideciendo.

“¡Suelta a mi hermanito rata asquerosa y cobarde!”. Yo amenacé a Joisontak con furia y miedo a partes iguales. ‘¡Maldita sea! ¿Qué hago?. Si no tengo cuidado puedo lastimar a Nikolaus’.

“Este mocoso no es el hijo de Trudeliede?. ¿Por qué les preocupa el engendro de la mujer que provocó la muerte de su verdadera madre, mi querida Rozemary?”. Preguntó con incredulidad el estúpido hombre, todo mientras amenazaba a Nikolaus con su Schtappe. “Veo que les han llenado de mentiras y engaños sus pequeños e inocentes oídos, con un montón de falsedades, sobre su pobre madre que sufrió tanto a manos de……..”. Comenzó una desagradable e interminable perorata sobre la injusta vida de su hermana.

“¡Hermanitas!”. Lloró el pequeño Nikolaus, haciéndome enojar cada vez más y yo no era la única, porque Rozemyne estaba empezando a soltar su maná.

“¡Suelta a Nikolaus! Solo  tiene tres años, el no tiene la culpa de nada de eso”. Gritó mi hermanita con los ojos brillando. ‘¡¡¡Demonios!!! Esto es malo, Rozemyne nos aplastará a todos si no hago algo pronto’.

“Si vienen conmigo tranquilamente, sin luchar y prometen portarse bien, dejaré ir al niño sin ningún daño”. Dijo Joisontak con una expresión de triunfo en su rostro.

Aunque esa estúpida expresión no duró mucho, ya que fue alcanzado por el ataque de nuestro mentor, que había regresado del castillo. “¡Petrificus Totalus!”. Dijo nuestro mentor lanzando su hechizo. Petrificando a Joisontak en el acto.

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