Sacó el móvil de su bolsillo para ponerlo en modo linterna, lo que significaba peligro si no se daba prisa, pues eso consumía la batería con demasiada rapidez. Ahora ya podía ver el camino, avanzando deprisa y de manera incómoda, sin creerse todavía que estuviera atravesando aquellos túneles por primera vez en su vida. Fueron veinte minutos insufribles de pánico y tensión, pues varios sonidos la hicieron detenerse y mirar a todos lados como si tuviera la sensación de estar rodeada. Siguió avanzando, a lo lejos ya veía cerca la luz pero no podía detenerse, debía seguir cruzando, ese sería su último túnel.
Llegó a la luz, había un tren parado en aquellas vías,sólo un vagón estaba abierto, lo que supo que tendría problemas. Tuvo el valorde asomarse por una de las ventanas con cuidado, pero una de esas cosas se alzódel suelo y comenzó a golpear los cristales por dentro. Del sobresalto, Brieretrocedió con la mala suerte de caer de espaldas a las vías, haciéndose dañoen uno de sus tobillos. En el suelo, comenzó a retorcerse de dolor, soltandosin querer, un pequeño quejido mientras caían lágrimas de sus ojos. Esoentorpecería mucho más su marcha. Intentó levantarse del suelo, tambaleándosesin casi poder apoyar el pie derecho firmemente pero no le quedaba opción, tuvoque apoyarlo mientras sentía como si mil agujas se clavasen en sus músculos. Sumóvil seguía encendido con sólo un veinte por ciento de batería y todavía lequedaba otro túnel que cruzar. Cojeando, se adentró en la oscuridad, dolorida,a punto de rendirse y dejarse coger. Diez minutos después, escuchó los gemidosdel terror a tan sólo unos metros de ella pero no apagó la linterna, siguiócaminando, estaba harta y cansada de tanta mierda, quería terminar con todo deuna vez. Se armó con el cristal y avanzó, alzando el arma sin saber si seríacapaz de clavarla, mas simplemente caminó más lenta que de costumbre. Su metaera salir hacia adelante con todas sus consecuencias, por ella misma y por todasu familia. Se acercó despacio, ya estaba cerca, uno de ellos se giró al notarla luz del móvil de Brie y, tras él, los ocho más. Nueve se acercaban a ella,siempre de forma lenta y torpe, como un borracho en una noche solitaria a laluz de los faroles de la ciudad bajo el poder de la oscuridad. Fue ahí cuandoBrie se detuvo, mirando, buscando algún pequeño hueco por el que poder escaparsin encontrarlo, tenía que abrirlo ella de dos formas: matando sin entrañas oapartándolos con cuidado de que otro no la agarrara por detrás. Apoyó su piemalherido del todo, olvidando un poco el dolor para centrarse en salvar su viday comenzó a correr a duras penas, empujando a uno de ellos y después a otro,abriéndose un leve espacio por el que logró pasar. Siguió corriendo, perotropezó por culpa de su pie lastimado, se dio la vuelta y comenzó a arrastrarsehacia atrás, viendo que ya poco podía hacer por salvarse. Ante esa idea, gritóhasta quedarse sin voz hasta que vio como los sesos de uno de esos infectados,volaron por los aires de un disparo. Tres se giraron, tres que cayeron de undisparo cada uno. El que Brie tenía más cerca, cayó encima suya, estuvo a puntode ser mordida en el cuello, pero ella colocó el cristal en su boca, viendocomo los dientes de aquella bestia se iban arrancando a causa de la brutaintensidad con la que mordía. Notó una mano en su tobillo y enseguida, una balala salvó. Siguió escuchando más disparos pero seguía sin poder deshacerse de suopresor hasta que otra bala atravesó el cerebro de esa cosa, llenándose ella desangre incluso dentro de la ropa por las salpicaduras. Su aspecto eraespantoso, podría hacerse pasar por una infectada más. Apartó el cadáver de ella,levantándose despacio y mirando al frente para comprobar quién la habíasalvado. A lo lejos, vio una figura masculina que no logró identificar porculpa de la oscuridad, y tampoco quería acercarse hacia él al ver que no eraPaul ni nadie conocido. Ambos estaban parados en el mismo lugar que hacía unminuto, uno frente al otro a un poco de distancia sin decir nada hasta que Briese dio la vuelta para continuar su camino, no se fiaba de su propio salvador.Anduvo varios pasos, después se dio la vuelta y aquel hombre ya no estaba,desapareció como una nube de humo sin dejar rastro. Volvió a ver la luz, apagóla luz de su móvil con un quince por ciento de batería ahora, ya estaba casillegando a casa, manchada de sangre de pies a cabeza pero viva. Salió delandén, tumbándose en el suelo boca arriba unos minutos para tomar aire antes decontinuar, cerrando los ojos con fuerza, queriendo despertar de algo que estavez, no era un sueño. Poco fue el tiempo que tardó en levantarse, intentandoolvidar las cosas sombrías que le habían sucedido hasta hace poco. Buscó lasescaleras para subir y encontrar la salida de una vez. Cuidadosa, salió de laboca del Metro, se estaba haciendo de noche, dentro de poco, lo único que severía, serían las estrellas. La dirección que debía coger estaba desierta, laotra tal vez no tanto, pero estaban distraídos comiendo algo con intensidad queBrie prefirió no saber qué era. Caminó hacia casa, el dolor de su tobillo seinterponía en cada uno de sus pasos, como si no quisiera que avanzara. A lolejos, ya veía la puerta de casa, comenzó a correr aunque se quedara coja paratoda la vida, giró el picaporte, abrió la puerta y comenzó a llamar a suspadres en voz alta sin obtener respuesta.
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Inmunidad.
Mystery / Thriller< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...