Brie se sobresaltó de golpe cuando fue capaz de reconocer a su compañero caído en combate, teniendo la sensación de que se encontraba allí mismo junto a ella. Tras eso, un crujido de una rama y después arbustos en movimiento. No podía ser el viento, no había viento ni condiciones meteorológicas que pudieran impulsar una pequeña ráfaga. Por ello, Brie se levantó del suelo, empuñando el arco con una flecha cargada por si se trataba de algún infectado desviado. Ahora comenzaban a escucharse los primeros pasos acercándose, joder, por un momento Brie tuvo miedo, su mente se perturbó durante ciertos segundos al recordar las palabras de Chris en su sueño, como si un peligro gordo se avecinara tras la maleza. Y de repente, dos hombres armados hicieron su predecible aparición: uno de ellos era un hombre de Joey que Brie todavía no conocía y, el otro, el pelirrojo Jacob, que bajó el arma en cuanto reconoció a la chica. El colega de Jacob dejó a relucir su dentadura podrida mientras el hedor del sudor de su frente y de todo su cuerpo penetraba por ambos orificios nasales de la rubia, que retrocedió un par de pasos antes de huir, pero cuando se volteó para intentar no volver a aparecer, su silueta se chocó contra Joey y su rostro se quedó completamente muerto. Fueron apareciendo más y más hombres haciendo un círculo, dejando a Joey y a Brie en el centro del espectáculo. Para comprobar que Brie no pudiera hacer de las suyas, un hombre robusto y cuarentón se encargó de desarmarla, rompiéndole en dos todas las flechas mientras que el arco lo guardaron en una bolsa negra muy parecida a la de Chris. Joey no dejaba de mirar a la joven; su aspecto era como la última vez que lo vio; alto, delgado, nariz respingona, labios finos y humedecidos por su propia lengua, cierta barba crecida de hace tres días y esos ojos pequeños de color café por los que se podía ver la maldad y la perversión de aquella persona. Retiró su pelo negro despeinado de la cara, volviendo a humedecer sus labios mientras sacaba una pequeña navaja cuya punta señalaba a Brie dispuesta a clavarse en cualquier parte de su cuerpo. Joey colocó el filo sobre una de las mejillas de Brie y ella intentó retirarse, pero él la acercó más de un sólo movimiento agarrándola del hombro.
—¿No vas a pedirme una segunda oportunidad para vivir? —preguntó Joey—.
—¿Para qué?. De todas formas ya vas a matarme.
—Joder, rubita... Eres más lista de lo que pensaba — dijo, mirando a su alrededor—. ¿No estará tu amigo por ahí a la espera de salvarte?.
—Por si acaso, mátame antes de que te encuentre o te hará pedazos.
—No lo creo. Tu amigo está en un edificio quemado, o bueno, lo que quede de él. Nadie vendrá a salvarte esta vez, pequeña.
Brie cerró los ojos, en ese instante podrían pasar cientos de cosas. Ella tenía la seguridad de que la mataría, pero no sin antes haberla hecho sufrir por haberles burlado tantas veces. Segundos después de cerrar sus ojos, Brie notó la fuerza de cuatro nudillos que golpearon su nariz hasta sentir su costado dolorido tras caer de lado sobre unas piedras por culpa del impacto. Ella notó un cierto hormigueo dentro de su nariz a parte de un dolor inmenso que colaboraba para hacer derramar lágrimas de sus ojos verdes, ya que los nervios de la nariz estaban conectados con los de los lagrimales.
—¡Levántate! —le ordenó Joey—.
Pero Brie se regodeaba entre la arena, ignorando su orden a la vez que se limpiaba la sangre que le salía por la nariz. Notó una mano agarrando fuertemente su melena, tirándola hacia arriba hasta levantarla por completo. Joey se sentía desafiado, aunque esa no era la intención de Brie ni mucho menos. Volvió a golpear su cara, mas esta vez no cayó al suelo, cosa que enfureció más a Joey hasta el punto de empujarla nuevamente contra el suelo boca abajo.
—He dicho: levántate —volvió a repetir él—.
Sin más, Brie apoyó ambas palmas de las manos sobre la arena y se fue levantando muy poco a poco hasta quedar cara a cara con su agresor, ella con la mirada frustrada y perdida. La tomó por la muñeca hasta estirar su brazo, pasando el filo de la navaja por el antebrazo suavemente sin hacerle cortes todavía.
—Acabo de recordar que eras una adolescente suicida. Dime, ¿cómo se hacen los cortes?.
Los ojos de Brie se encontraron con los de Joey, ¿significaba aquello que le cortaría las venas? Sólo de pensar en el dolor que eso le provocaría, quiso matarse ella misma de un disparo en la cabeza para sufrir menos.
—No lo sé, te mentí —respondió Brie—.
—Ah, que me mentiste...
Joey meneó la cabeza de arriba a abajo, rascándose la barba con gotas de sudor. No pudo aguantar más, rajó el antebrazo de la chica de un corte horizontal no muy profundo, aunque sí lo suficientemente largo para oírla gritar.
—¿O tal vez era en vertical? —preguntó antes de hacerle el segundo corte vertical muy cerca de la muñeca, rozándole las venas—.
Otra vez volvió a gritar, esta vez fue más devastador que el anterior, notaba que las venas estaban cerca a ser desgarradas. Intentó zafarse de Joey, no quería seguir sufriendo más. Fue por ello por lo que empezó a suplicarle que la matara de inmediato a o la dejara en paz. Joey se paró, guardó su navaja en uno de sus bolsillos y se aproximó hasta uno de sus hombres, el cual le dio un objeto muy peligroso que escondió entre sus manos y que sacó cuando se colocó detrás de la joven. Brie escuchó el claro sonido de una bolsa de plástico, sabía la forma en la que iba a morir: asfixiada. Tomó aire, la mayor inhalación que sus pulmones fueron capaces de absorber, pero todo cambió cuando sintió la bolsa dentro de su cabeza, arrebatándole todo el oxígeno en menos de un segundo. El antebrazo de Joey rodeaba el cuello de Brie para intentar inmovilizarla, ella seguía intentando respirar e incluso arañaba las manos y los brazos de su asesino mientras todos observaban el intento de asesinato como si fuera algo normal y divertido. Todos menos Jacob, que miraba hacia otro lado. Se escuchaban perfectamente los gritos de Brie que cesaban poco a poco con mayor frecuencia hasta que sus fuerzas dieron de sí y fue perdiendo el equilibrio; momento en el que Joey quitó la bolsa de su cabeza dejando que su cuerpo cayera al suelo. Se inclinó hacia ella, tomándole el pulso y sintiendo todavía los lentos latidos del corazón de Brie, lo que le hizo sonreír.
—Echadle agua, ponedle una venda en los ojos y subidla al maletero de mi coche. Nos vamos —dijo él—.
El corro se deshizo por completo; Adam y Alex se encargaron de cumplir la orden de Joey, echándole a Brie una botella de agua para despejarla mientras el otro le vendaba los ojos con una cinta negra. Adam la cogió en brazos y la metió dentro del maletero del coche del líder tal y como lo había pedido. Joey se acercaba hacia su auto cuando Jacob lo detuvo por completo, nervioso y "sumiso" ante su líder como de costumbre.
—¿No ibas a matarla? —preguntó Jacob—.
—No, no era esa mi intención. De lo que estoy seguro es que el día de mañana, habría deseado morir hoy. Y tú alegra esa puta cara, no quiero nenazas en mi equipo.
Joey dio una leve palmada en el hombro de Jacob y se subió al coche, arrancándolo para marchar a casa.

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INMUNIDAD.
Детектив / Триллер< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...