Capítulo 32: <A ciegas>

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—Bueno, ¿adónde nos vas a llevar?. Parece que sabes dónde vas —preguntó Brie—.

—Claro. Mi padre nos traía aquí a Dexter y a mí a enseñarnos a cazar.

Brie sintió como su saliva se fue para otro lado. ¿Qué tipo de padre enseña a sus hijos pequeños a cazar? Tosió un par de veces, Chris sabía qué le había pasado y por qué le había pasado, evitando no poder reír internamente.

—Sabes manejarlas bien entonces, supongo —dijo Brie, señalando su escopeta—.

—Como tú tu arco, supongo.

La chica asintió y ya no volvió a decir ni una palabra más hasta llegar al nuevo "refugio". Mac los llevó ante una pequeña cabaña rodeada de hojas por la maleza, retirándolas para cortarlas con un machete parecido al de Chris.

—Pensaba que ya no existía esto... Es la puta caña. Mi hermano y yo nos colábamos aquí, pasando las horas muertas mientras nos contábamos qué queríamos ser cuando creciéramos. Lo siento, lo echo de menos. Nunca pensé que diría esto —dijo Mac—.

Vaya, el cambio era radical. Hasta se había puesto nostálgico recordando a Dexter hace más de veinte años atrás. Se escuchaba agua, como si hubiera un pequeño riachuelo cerca. Brie preguntó si lo había, Mac le indicó dónde debía ir para poder lavarse la cara o el cuerpo. Chris arrugó el entrecejo, algo mosqueado por lo del río, si pensaba ver a Brie desnuda mientras se bañara en él, lo llevaba claro. Chris agarró a su compañera del brazo para hablar un momento a solas con ella.

—Avísame cuando te vayas a bañar, yo me encargaré de vigilarlo.

—Sí, claro. Pero Chris, te noto un poco obsesionado... Relájate, eres un soldado.

Brie alzó los hombros al mismo tiempo que lo hizo con una ceja, dándole una leve palmadita en el hombro. Nuevamente la agarró del brazo para que no se marchara todavía.

—No quiero que te haga daño. Ni él, ni nadie... Ni siquiera yo mismo.

Brie lo miró como si se hubiera vuelto chiflado, igual que alguien que está en frente de un tarado que dice cosas sin sentido. En el tiempo que llevaba con Chris, jamás le había dicho algo así. Debió ser que Mac le daba demasiado "miedo", o es que no estaba muy acostumbrado a estar acompañado.

—Creo que necesitas dormir, estás empezando a delirar. Pero gracias por...¿preocuparse se le llama a esto? —preguntó ella—.

—Sí, así es. Me preocupo.

—Hace unas semanas me odiabas.

—Y lo sigo haciendo.

Brie asintió.

—Eso me tranquiliza —dijo Brie, marchándose—.

Chris la dejó marchar, pero por primera vez temió que algo malo le pudiera suceder a Brie. Imaginó por un momento una amistad entre ella y Mac, revolucionándolo por dentro, sintiendo rabia por algo que no estaba pasando, impotencia, ganas de no tener que verlo. Él estaba convencido de que Mac quería algo de ellos y no era precisamente encontrar a Dexter. Chris y Brie se decían continuamente que se odiaban, pero no era cierto, simplemente no se soportaban. Aunque sí que era cierto que cada vez se llevaban algo mejor sin llegar a ser amigos de toda la vida.

Ya a salvo del peligro, Chris se sentó en el suelo, abriendo una botella de agua. Mac hizo lo mismo sentándose a su lado, sacando de uno de sus bolsillos unos polvos blancos que echó en el agua del soldado sin que se diera cuenta. Brie daba vueltas de un lado a otro, inquieta, nerviosa de tener que dormir en una cabaña repleta de polvo y arañas por todas partes. Odiaba las arañas y cada tipo de bicho viviente con patas peludas.

—¿Vamos a hacer algo? No puedo estar así, necesito moverme —replicó Brie—.

—Sí, hay que hacer una hoguera para seguir conservando el calor corporal. Pero alguien necesita quedarse aquí, limpiando la cabaña —dijo Mac—.

Chris dio el último trago de agua, levantándose en dirección a Brie. Era evidente que el joven quería ir con ella y que Mac se quedara ordenando la cabaña, pero ninguno de los dos estaba de acuerdo.

—Yo iré con ella. Tú mejor te quedas aquí. Sabrás decorar la casita a tu gusto, como cuando te la imaginabas de pequeño —añadió Chris—.

Mac, sonriendo sin ganas, asintió lentamente al plan de Chris hasta que, de pronto, Chris se llevó las manos al estómago, presionando fuertemente sobre él, palideciendo. Brie lo miró, estaba preocupada, intentando averiguar qué le sucedía, ya que él no era capaz de hablar. Cuando se sintió "mejor", pudo decir qué parte de su cuerpo le dolía y qué sentía, Brie le dio de su agua y le pidió que se tumbara en el suelo para descansar.

—Vaya, parece que hoy nos quedaremos sin fuego... —añadió Mac—.

—No, de ninguna manera. Puedo ir contigo. O mejor ve tú, yo me quedaré con él —dijo Brie—.

—Necesitaré ayuda.

Brie no quería dejar solo a Chris, ni Chris a Brie con Mac, pero no tuvo otro remedio que dejarlos marchar por el bien común del grupo y para que todo pudiera funcionar.

—Estaré bien, tranquila. Pero cuídate de él —le dijo Chris, entre susurros—.

Brie asintió, dándole un leve beso en la frente, preguntándose después porqué hizo semejante estupidez, ya le estaba saliendo su lado amistoso a relucir por los cuatro costados, sintiéndose gilipollas por lo que acababa de hacer, pues dejó a Chris anonadado mirándola como si ahora fuera ella la chiflada. Sin atreverse a mirarlo otra vez, partió junto al lado de Mac tras haberse equipado de su arco, no necesitaba nada más que eso. Anduvieron en silencio hasta la orilla del río, enseñándoselo a la joven para que se bañara allí cuando ella gustase. Una extraña sonrisa anormal se formó en la boca de Brie, igual que si se hubiera inyectado bótox y no pudiera tensar demasiado los músculos de la cara. La verdad es que se sentía terriblemente payasa entre el beso que le dio a Chris y el no haber sabido sonreír o ser un poco amable. Se sentía extraña, o tal vez fuera patética la palabra correcta.

—Sé que no confiáis en mí, pero lo haréis. Tal vez mis formas no fueron las correctas contigo —dijo Mac—.

—Aún no te he oído pedir perdón por tu falta de respeto.

Mac hizo carraspear su garganta, relajando sus pulmones tras una buena bocanada de aire.

—Lo siento, de verdad. A veces soy muy impulsivo. Claro, que lo mío viene de familia. A todo esto, creo que no nos hemos presentado oficialmente. Soy Mac.

Mac le extendió el brazo, ofreciéndole la mano para que, al menos, Brie la pudiera estrechar. Brie le dio una palmada suave con un poco de tacto sin ser demasiado bruta.

—Brie.

Anduvieron, pasando de largo el río sin dejar deescuchar lo tranquilas que estaban sus aguas con lo inquieto que estaba elmundo. Llegaron a un terreno en el que los árboles estaban rodeados de suspropias ramas caídas desde el otoño, eso venía de maravilla para hacer arderuna hoguera en condiciones.

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora