Echaron la primera mano a modo de prueba para que Brie terminara de aclararse y, como era de costumbre en ocio, siempre acababa ganando el novato.
—Ahora sí empezamos de verdad, ¿estás lista? —preguntó Chris—.
—Para ganarte siempre lo estoy.
Chris sonrió, en segundo lugar lo hizo Brie, ya estaba empezando a animarse un poco más. Varias fueron las rondas que ambos realizaron mano a mano. Principalmente, parecía estar ganando Chris, el cual iba sumando puntos en vez de fichas canjeables, pero fue Brie, la que poco a poco fue superándolo en cuanto al número de puntos, proclamándose la ganadora número uno del póquer. Brie cerró su puño, doblando el antebrazo a modo de victoria mientras miraba a Chris alzando las cejas. Él sonrió de medio lado y lanzó las cartas que tenía sobre la mesa, dejando que la chica saboreara su victoria como lo estaba haciendo; subida encima de la mesa, retirando las cartas de la misma de una suave y elegante patada para después, ponerse a bailar sin un compás que seguir ni una letra que cantar. Chris echó su silla hacia atrás, observándola en su plena alegría y locura, jamás se había cruzado con un alma tan pura y rebelde al mismo tiempo. Le parecía adorable la forma en la que Brie movía su cuerpo.
—Te falta una botella en la mano —dijo él—.
—Pues dámela.
—Aún no tienes edad suficiente para beber. No quiero ser el responsable de tu primer coma etílico.
—Uy, ¡qué miedo! Ya no hay leyes ni límites legales, ¿qué podemos perder?.
Los planes de Brie sonaban tentadores, estaba claro que ella quería romper las reglas que ya no había, alcanzar una botella de ron y beber hasta reventar el cuerpo tras una buena juerga, pero ante los deseos, estaba la responsabilidad y no era la ocasión ideal para tomar una fiesta privada en mitad de un Apocalipsis, y menos en ese momento, donde los infectados estaban al otro lado de la puerta, un sólo ruido y estarían jodidos. Esa fue la única razón por la que Chris rechazó los planes de la joven, que se bajó de la mesa para sentarse sobre el billar nuevamente, en el que se quedó completamente dormida el cabo de un par de minutos.
Al amanecer siguiente, cuando las calles volvían a estar despejadas y los rayos del sol penetraban por los pequeños agujeros de las persianas, Brie fue la primera en levantarse, pero ya no era la misma que la noche anterior, un extraño sueño la empujó a escapar de allí en busca de sus seres queridos de una buena vez aunque eso significara tener que separarse para siempre de Chris. Intentaría por última vez convencerlo de que le dijera la verdad, si no, se largaría por otro camino aunque muriera en el intento. Ni siquiera desayunó, era más la prisa por empezar su misión que llenar su estómago. Se acercó hacia la bolsa de armas de Chris, cogiendo el pequeño maletín del lanza bengalas, guardándolo en una mochila secundaria que había dentro de aquella bolsa. Esperó unos minutos para ver si Chris despertaba, pero seguía profundamente dormido apoyado sobre una pared y, fue entonces cuando Brie hizo adrede un leve ruido para despertarlo. Él, bostezó una vez y se levantó, dirigiéndose hacia Brie sin saber lo que le esperaba una vez más.
—¿Cómo has amanecido? —preguntó él—.
—Genial. Tan genial que me largo.
Chris quedó congelado, igual que si estuviera en mitad de un glaciar completamente desnudo.
—¿Cómo que te largas...?
—Quiero saber quién soy de una maldita vez. Y lo voy a hacer contigo o sin ti.
—Estás loca, ¿verdad?. No dejaré que te vayas.
—Pues dime quién soy. Tengo derecho a saberlo.
—En este mundo hace ya tiempo que perdimos nuestros derechos, ¿no te parece?.
—Chris, o me dices quién soy, o esta vez te juro que me voy.
Hubo una pausa, Chris reventó la paciencia que tanto había estado conteniendo desde el primer día que la conoció, acercándose a una silla para darle una fuerte patada hasta que partió una de sus patas traseras y la lanzó al suelo.
—Estás pirada niña si piensas que vas a saberlo tú sola.
Sin decir nada, Brie se colgó su arco y su aljaba a la espalda, yéndose hacia la puerta, decidida a irse al no obtener respuestas claras.
—Eso es, vete. A ver cómo sobrevives ahí afuera sin mí —le dijo Chris—.
—¿Qué coño te crees, el centro de mi universo?.
—No es que lo crea, es que lo soy. ¿Qué habría pasado contigo si yo no hubiera...?
—Si yo no hubiera, si yo no hubiera... Quizás si tú no hubieras aparecido en mi vida nada de esto estaría pasando. Recuerda que fuiste tú quien, con tu estúpida idea de llevarme contigo, alarmaste a esa gentuza. Tienes lo que tú mismo te has buscado, y yo no pienso arrastrarme contigo.
—¿Me estás queriendo decir que la culpa de haber perdido a mi gente la tuve yo?.
—Así es. Es más, creo que tú tienes algo que ver con la desaparición de mis padres. Dime, Chris...¿Eres de los buenos o de los malos? ¿Dónde estaría yo ahora si me hubieras logrado llevar donde querías?.
Chris guardó silencio, acercándose cara a cara con Brie, su rostro estaba más furioso que nunca, incluso parecía haber cierto odio en su mirada.
—Ahora sí que no pienso detenerte. Espero que cuando esas bestias te estén comiendo, grites mi nombre.
—Por fin te veo cómo eres en verdad...
Se miraron fijamente durante unos segundos antes deque Brie saliera por la puerta del bar, en dirección a saber dónde, pues laverdad no tenía ni idea de qué hacer, hasta que se le vino a la cabeza la ideade ir a una comisaría en busca de algún mapa para que pudiera ubicarse, lamisma comisaría en la que estuvo el día anterior.
ESTÁS LEYENDO
Inmunidad.
Bí ẩn / Giật gân< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...