Brie estaba ya vestida, había anochecido y ya no tenía nada que perder. Se dirigió hacia la ventana, abriéndola de par en par por la que entró una fresca brisa que pudo respirar y con la que llenó sus pulmones de oxígeno puro y casi limpio. Se asomó demasiado, creyó oportuno el momento para escaparse por ese canalón, así que intentó alcanzarlo cuando Jacob la sorprendió de repente. Corrió hasta ella y la agarró por los brazos para dejarla sana y salva con los pies en tierra.
—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó Brie—.
—Eso mismo me pregunto yo. ¿Estás loca? Te van a escuchar bajar.
—Sólo quiero escapar o morirme en el intento, ¿y sabes por qué? Porque las dos opciones me benefician. Prefiero eso en vez de que me estén violando constantemente.
Jacob se llevó las manos al rostro para limpiarse el sudor, ese río de nervios que brotaba de su frente.
—Yo te ayudaré. Pero hoy no —dijo él—.
—Pues mañana. No pienso esperar más, ¿lo entiendes? Si no cuento contigo al menos me tengo a mí misma.
—Está bien, mañana. Pero no por la noche.
—¿Entonces?.
—Es distinto, Joey se queda solo por las mañanas porque nosotros estamos por ahí buscando provisiones. Tengo un plan; en cuanto escuches jaleo abajo, aprovecha y vete. Yo estaré entreteniéndole, ¿vale?. Y no tomes el camino que lleva a la ciudad, simplemente atraviesa el bosque hasta que encuentres un lugar seguro.
—Necesito mi arco.
—Olvídate de tu arco, ya no tienes flechas.
—Pues otra cosa.
Jacob sacó un pequeño cuchillo recién afilado que le entregó a la chica con toda confianza.
—Quiero que me hagas un favor... O bueno, dos — dijo Brie—. —Tú dirás.
—El primero; que cuides de mi bestia roja, no dejes que nadie lo dispare salvo tú y, el segundo; que te cuides de ese cabronazo.
—Lo prometo.
Jacob quiso abrazarla, hizo un intento pero se retractó enseguida por si Brie no quería, pero Brie le dedicó una leve sonrisa y abrió sus brazos para recibir el abrazo. Jacob era el único hombre que podía acercarse a ella y mostrar esas muestras de cariño que ambos se tenían. En cambio, Brie ya no era capaz de aguantar otro roce masculino, le repugnaba y le hacía sentir una sensación amarga y escalofriante que era incapaz de soportar. Jacob salió de la habitación, los dos se miraron con melancolía porque sabían que había llegado el momento de separarse tal vez para siempre si todo salía bien. Brie se arrinconó en una esquina pasando las horas muertas, imaginando su partida en solitario hacia algún lugar del mundo donde sólo tuviera que matar infectados, un lugar donde refugiarse y no volver nunca jamás atrás. Sólo disponía de un arma blanca, le parecía mentira que su arco y ella se separaran tras más de once años juntos. Aún así, si lo recuperaba, ya no quedaban flechas ni sabía fabricar de forma artesanal para ella. Ni siquiera logró dormir, y ya eran varios días los que llevaba sin pegar ojo; tenía bolsas profundas en los ojos, su piel había palidecido igual que si estuviera enferma, como también había perdido varios kilos en siete días. Parecía un cadáver andante sin necesidad de pudrirse con el paso del tiempo. Ya iba viendo el amanecer por la ventana, escuchando en el piso de abajo, a los hombres de Joey que marchaban en busca de provisiones. Tragó saliva, supuso que ya no quedaba nada para poder escapar, así que se puso en pie de forma brusca, sintiendo un leve mareo por falta de sueño y comida. Escasos minutos después de que Brie se levantara del suelo, Joey estaba pensando en ella, en las noches que la había hecho suya, recordando cada grito en su cabeza hasta que sintió su propia erección una vez más. Jacob se hallaba escondido a escasos metros de la puerta principal del desguace, en sus manos tenía una pequeña daga que utilizó para apuñalarse a sí mismo en el abdomen. Tuvo un leve quejido de dolor y esperó a que la sangre le brotara con más velocidad, luego corrió hasta el desguace, entrando por la puerta pidiendo ayuda y tirándose al suelo. Aquello frenó los pasos de Joey que ya estaban subiendo las escaleras, bajándolas ahora para ayudar a Jacob. Arriba, Brie pudo reconocer la voz de su compañero pedir ayuda, por un momento dudó en reventar la puerta y correr a socorrerlo, pero entonces recordó que ese jaleo formaba parte del plan para que Brie pudiera escapar y no volver jamás. Se guardó el cuchillo detrás del pantalón y se asomó por la ventana ya abierta, intentando alcanzar el canalón hasta que se amarró a él con fuerza por el que se deslizó hacia abajo. Sus pies ya pisaban tierra, tenía la famosa libertad frente a sus ojos, ahora sólo debía correr y no parar hasta encontrar un lugar en el que estuviera a salvo de la tiranía de Joey.
Brie obedeció a Jacob y no tomó el camino que llevaba directo a la ciudad, ya que esa era la trayectoria que habían seguido los demás para buscar alimentos y cosas para seguir manteniendo activo el desguace. Evitando la carretera, atravesó los árboles corriendo a toda prisa, aún estaba desfallecida y sabía que pronto caería al suelo desmayada si no lograba encontrar alguna cabaña en menos de media hora. Recorriendo cada hectárea, tuvo el desagrado de toparse de frente con un infectado, llevándoselo por delante al no haber sido capaz de reducir velocidad para esquivarlo, así que cayó junto a él al suelo dando un par de vueltas de campana hasta que Brie logró quedarse encima del podrido, clavándole el cuchillo en la frente una y mil veces entre gritos imaginándose que era Joey al que apuñalaba. Se detuvo cuando dejó su cara todavía más desfigurada que antaño, recordó de repente que su misión era seguir huyendo del peligro en vez de pararse para matar a un infectado. Pero pasaron más de treinta minutos y Brie no encontraba nada; Joey ya se había dado cuenta de su escapada y ordenó a todos sus hombres dividirse por ambos caminos para buscarla con vida. Lo que Brie desconocía, es que estuvo dando vueltas en círculo y, que finalmente, se había desviado por el camino equivocado llegando hasta una travesía donde había un coche abandonado. Salió de entre las ramas y se aproximó hasta él para intentar hacer un puente, arrancarlo y fugarse de una vez. Echó el asiento hacia atrás y comenzó a juntar un par de cables. El motor funcionaba, pero por lo visto le costaba arrancar del todo. Brie empezó a escuchar el sonido de un coche que se acercaba por detrás, sabía que eran ellos, así que intentó ir más veloz. Justo en el momento en el que ya se visualizaba un coche por detrás, el motor logró arrancar. Brie cerró la puerta y salió acelerando a toda marcha mientras quemaba los neumáticos. Empezó una persecución, ya la habían encontrado y ahora sólo faltaba alcanzarla para volverla a llevar junto a Joey. Brie iba en cabeza, pisaba el acelerador hasta no dar más de sí, estaba asustada, pero prefería matarse en un accidente de tráfico antes que volver a aquel infierno. Balas llovían, los contrarios disparaban a las ruedas del coche que Brie manejaba, pero iba demasiado deprisa como para alcanzarla. Aceleraron al tope hasta ponerse coche con coche, tan al lado que hasta se podían acariciar. Brie dio un fuerte volantazo hacia la izquierda, chocando contra su enemigo. Logró que el coche que la perseguía, se saliera de la travesía y diera un par de vueltas de campana. Miró por el espejo retrovisor, una sonrisa malévola nunca vista en Brie se formó en su rostro, pero cuando volvió a mirar al frente, vio otro coche que se aproximaba a ella y que no tenía intención de parar. Pisó el freno con fuerza y dio otro volantazo, esta vez en la dirección derecha. Su coche volcó violentamente y quedó boca abajo. Sólo se había golpeado la cabeza, y gracias al airbag no se había matado. Intentó salir por la ventanilla rota en mil pedazos, los cristales se clavaban en las palmas de sus manos. Se arrastró hasta salir de allí pero entonces, cuando fue a levantarse, dos manos le agarraron las piernas con fuerza. Uno de los hombres de Joey la colocó boca arriba y allí le dio un fuerte puñetazo que la dejó inconsciente. Ya era tarde, la habían vuelto a encontrar.
ESTÁS LEYENDO
Inmunidad.
Misteri / Thriller< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...