Capítulo 57: <Pesadilla>

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ADVERTENCIA: CAPÍTULO +18:

Se levantó cuando escuchaba pasos subir escaleras, por fin alguien tuvo la decencia de acordarse de la prisionera de la buhardilla y, aunque supuso que subían para darle de comer, retrocedió un par de pasos hasta apoyar la espalda en una columna pintada de blanco. Se escuchaba la llave girar y, más tarde, se vio la puerta abrirse por la que apareció Joey con las manos vacías. De sus bolsillos sacó un par de bridas negras y comenzó a juguetear con ellas mientras se iba acercando a Brie con una sonrisa de medio lado.

—Te echaba de menos. He preferido dejar una fiesta a medias para venir a verte —dijo él—.

Volvió a guardar las bridas en los bolsillos de su pantalón vaquero cuando se aseguró de que ella ya las había visto.

—Tengo hambre —replicó suavemente Brie—.

—Me imagino. Pero no recibirás nada si no eres buena conmigo. Tú te portas bien, y yo haré lo mismo.

—¿Qué quieres?.

—¿No lo sabes?.

Joey pegó su cuerpo contra el de Brie percibiendo su miedo, viendo el sudor frío que caía de su frente. Brie intentó evitar aquel acercamiento, pero estaba atrapada entre el cuerpo de Joey y la columna en la que estaba apoyada. Sin esperarlo, Joey la agarró de un brazo y, de un fuerte empujón, la lanzó sobre la cama donde cayó boca abajo, pero él se limitó a ser más veloz antes de que la joven se incorporara, así que se subió a la cama dándole la vuelta él mismo, sacando una de las bridas con la que amarró una muñeca de Brie a uno de los barrotes del respaldo de la cama. Luego repitió el proceso con la otra hasta dejarla atada completamente bajo gritos de resistencia que no le sirvieron de mucho. Joey estaba sentado sobre ella, Brie notaba un fuerte peso del que no podía desprenderse aunque lo deseara y, de hecho, cada vez que movía sus manos para intentar romper las bridas, se hacía una herida.

—¡Suéltame! —gritó ella—.

—Lo haré, pero más tarde. ¿Por dónde quieres que empecemos?.

Él, se apartó de su cuerpo y llevó sus manos a los botones de sus pantalones hasta romperlos ya que su víctima no dejaba de defenderse. Los bajó furioso hasta contemplar sus piernas desnudas, ansioso por arrancar sus bragas con la boca. Notó su propia erección cuando empezó a imaginarse mil historias pervertidas con ella en esa misma cama. Acto seguido, se tumbó sobre ella rápidamente, acariciando su vientre y subiendo las manos hasta rozar el sujetador sin tocar sus pechos todavía. Se le veía nerviosa, inquieta, asustada, sólo bastaba leer su mirada para saberlo. Fue Joey quien, agobiado por el calor y la revolución de hormonas, se despojó de su camiseta y de sus pantalones hasta quedar encima suyo con unos simples calzoncillos que marcaban su miembro ya húmedo.

—Percibo que eres virgen, ¿o me estoy equivocando?. Dime la verdad, puedo ser más comprensivo contigo —dijo él—.

Brie asintió lentamente, nunca ningún hombre la había tocado tanto y de forma tan violenta. Era una pena que fuera a perder la virginidad con un violador como lo era Joey.

—Yo a las vírgenes las trato con más delicadeza, sientes que se rompen cuando estás dentro de ellas. Me pone muy cachondo. Jamás creí que volvería a desflorar a una chica. ¿Y sabes una cosa? Eres la virgen más guapa con la que me he cruzado. Vayamos paso por paso, me tienes muy caliente.

Joey volvió a llevar las manos hasta la camiseta de Brie, rasgándola hasta romperla para no tener que quitar las bridas. Después hizo lo mismo con el sujetador, lanzando las prendas rotas al suelo. Contempló sus pequeños pechos y después se bajó un poco hasta besar su torso lentamente, subiendo hasta lamer los pezones de la joven que apretaba las sábanas con fuerza y cerraba los ojos deseando que la pesadilla terminara cuanto antes. Notó las manos de Joey apretar sus pechos mientras dejaba pequeños mordiscos en su cuello compensándolos con lametones diminutos. Cuando Joey soltó sus senos, Brie empezó a notar pánico y asfixia, viendo cómo se lamía varios dedos de su mano derecha, llevándosela hasta la altura de su ropa interior, comenzando a meter la mano hasta acariciar su clítoris haciendo círculos. Brie gritó, le pedía que la dejara en paz, pensaba dejarse la voz hasta que la soltara o hasta que los infectados los invadieran. Pero Joey, siendo todo un cabrón de primera clase, respondió las peticiones de Brie metiendo dentro de su vagina los dos primeros dedos. Se notó el dolor, Brie volvió a gritar, aquello no era placer, era dolor y dolía más que desangrarse. Siguió haciendo lo mismo una y otra vez pero aumentando el ritmo, Joey quería parar para meterse dentro, pero notaba los dedos húmedos, encharcados y no supo frenar. Sus ojos miraban a Brie, él se mordía el labio inferior, poniéndose más frenético con los gritos histéricos de Brie y con sus súplicas de que la dejara en paz. Pronto, le bajó la ropa interior que le quedaba sobre su cuerpo y le mostró la mano a la chica para que la viera mojada.

—Aún no estás del todo, cielo. Ya queda muy poco. Me encanta cómo te has corrido en mis dedos. A ver si haces lo mismo en mi polla.

Brie recobró fuerzas para intentar hablar, sus cuerdas vocales estaban a punto de romperse.

—Cerdo hijo de puta, te mataré.

—Estaré esperando ese momento con muchas ganas.

Joey se bajó su prenda interior y abrió las piernas deBrie de forma bruta, volviendo a subirse encima suyo. Ellaya no podía gritar más, así que sólo le quedaba llorar hasta quedarse sinlágrimas, sobre todo cuando sintió algo duro que se metía dentro de su cuerpo yque le rompía algo con cada embestida.

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora