Por extraño que pareciese, la primera semana de reclusión fue, de cierto modo, tranquila. Les llevaban comida todos los días y no faltaba ni un solo momento en el que no les llevaran nada. Brie y los demás sabían que tanta calma era peor que cientos de gritos sonando por cada rincón. No salieron de sus celdas, tenían lo básico para no tener que organizar un equipo de aseo. La cárcel estaba bien diseñada.
La líder de Sheller pasaba los días enteros protegiendo su intimidad con una sábana blanca colgada de los barrotes para que nadie pudiera verla ni saber si estaba dormida o no. Claro estaba que, de vez en cuando, se asomaban para comprobar si hacía o no de las suyas.
El atardecer cayó sobre la prisión y, segundos después, esa alarma de guerra volvió a recorrer el pabellón hasta ensordecer a los presos durante un par de minutos. Al detenerse, Ray apareció tras tantos días y ordenó que abrieran y liberaran a los presos. Siete hombres fueron necesarios para transportarlos una vez más al patio de recreación donde aún olía a cadáver y césped quemado, mas esta vez, vieron un detalle nuevo: dos alabardas plateadas en el suelo. Esas serían las armas a usar en el nuevo combate. Ray estaba contento, ya parecía saber cuáles serían sus próximos elegidos de los cuales, a uno de ellos, le tocaba morir por el filo de una alabarda.
Ya arrodillados, Ray colocó la punta de su jabalina en el hombro izquierdo de Brie. Le tocaba a ella contra alguien más. Fue arrestada hacia el centro de la pista, era obvio que Susan sería su contrincante en la pelea y a pesar de que no la soportaba en exceso, no iba a permitir dejarla morir bajo ninguna circunstancia. Si lo que a Ray quería eran enfrentamientos entre amigos, el plan de Brie era fingir que Susan no era precisamente su mayor amistad en esa fila. La apuntó con el dedo índice y empezó a reír a carcajadas antes de que Susan fuera a ciencia cierta la elegida.
⸺Al fin voy a poder cortarte el cuello a ti también... No creas que he olvidado nuestras cuentas pendientes, querida ⸺dijo Brie riendo de nuevo⸺.
Para Susan, el comportamiento de Brie no le resultaba normal, juraría que jamás en la vida la había amenazado mirándola de esa manera. Ray quedó algo pensativo, sobre todo cuando vio que Susan empezó a temblar y no tenía valor a salir a pelear, pues sabía que contra Brie no tenía nada que hacer. La castaña fue empujada hasta ser colocada frente a Brie, obligándolas a coger las alabardas del suelo. Brie no lo dudó ni en un momento, en el fondo tenía la esperanza de que Ray se retractara en el último segundo.
Tal como predijo, Ray ordenó que no iniciaran nada y que la devolvieran a la fila. Brie creyó que acabaría el asunto allí, que no tendría que mostrarle a nadie todo lo que sabía hacer con un arma en la mano, pues eso le haría tener a Ray demasiada ventaja. La rubia soltó la alabarda esperando que fueran a por ella para llevársela a la fila, pero entonces, Ray le ordenó volver a cogerla advirtiéndole que no se confiara demasiado, que las sorpresas son impredecibles. De igual forma que a un perro, Ray silbó a su chica y esta acudió a la llamada sonriente. Eva le había pedido ser la sustituta con tan sólo un gesto. Y Ray era tan de sí mismo, que no le importaba poner la vida en peligro de la mujer que calentaba su cama. Al contrario, Eva era la perfecta rival para Brie. Él le había enseñado ciertas tácticas de lucha, por eso tenía la fe suficiente como para saber que ganaría la pelirroja. Brie logró sonreír, la ignorancia ajena ante las tretas de la rubia la crecieron por dentro y le hicieron mucho más fuerte. El problema era su hijo, no sabía cuánto iba a resistir en caso de que el combate se alargara demasiado. Primero quería ver por dónde solía lanzar Eva sus ataques y así poder frenarlos hasta contraatacar. Brie volvió a desviar la vista a Doble Erre, en su semblante podría leerse el verdadero significado de la palabra preocupación por una vida, tal vez arrebatando la de su amada no correspondida, consiguiera que ese ex convicto empatizara o la odiara más por la muerte. Debía arriesgarse. En ese instante, Brie prefería ser odiada que comprendida, no lo necesitaba y tenía la total seguridad en sí misma de que Eva sería la única en caer, jurándose que su muerte no sería rápida e indolora. Ambas agarraron las alabardas. Susan estaba al lado de Dexter preguntándose el porqué de su violenta reacción.

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INMUNIDAD.
Misteri / Thriller< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...