Capítulo 154.

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Y el helicóptero voló lejos del océano dirigiéndose a otras tierras, a otras costumbres. Fueron varias horas de viaje, pero el helicóptero logró aterrizar correctamente en el helipuerto de la base militar, la misma que estaba protegida por una extensa muralla de piedras y cemento, una base lejos de las ciudades y de los pueblos en mitad de una nada casi desértica y completamente de secano. Dentro de las murallas no sólo había una base y una organización, sino pequeñas moradas construidas donde la gente residía con completa normalidad a pesar de las cosas que rodeaban el mundo más allá de la muralla protectora. Por las calles asfaltadas, caminaban soldados que se detenían al ver a Brie Sheller con sus propios ojos como si vieran a una diosa griega que traía esperanza a la humanidad. Todos caminaban detrás de un par de soldados bien armados, conduciendo a los invitados a un edificio resplandeciente de cristales donde empezaban a reflejarse como en un espejo. Desde fuera, no podía verse nada del interior, pero al revés, sucedía lo contrario; desde dentro se podía ver todo lo que pasaba fuera. Al entrar, los llevaron hacia unas enormes escaleras transparentes que, a simple vista, parecían frágiles al contacto con los pies, pero todo estaba perfectamente construido y por lo que parecía, había luz y agua caliente, sin duda, era acogedor. Una vez en la parte superior, sólo Brie debía dividirse del resto y conversar con los jefes de todo aquello. A los demás les ofrecieron una habitación, ducha, agua caliente, ropa nueva, comida y atención médica para que su estancia fuera lo más cómoda posible. Al final del pasillo, dos puertas se abrieron de forma automática dejando ver una mesa rectangular con varias sillas alrededor donde solamente una era ocupada por una muchacha de largos cabellos oscuros recogidos en una coleta. El soldado que la hubo acompañado se retiró y la morena le ofreció asiento.

⸺Bienvenida, Brie. Soy Sara.

⸺Ya he pasado por esto antes...

⸺Sí, me temo que estoy informada y siento vergüenza y rabia por lo que te sucedió a ti y a tus compañeros. Puedes sentarte, estás en el bando correcto.

A decir verdad, la chica sonaba agradable y Brie ya tenía la sensación de estar a salvo, por lo que tomó asiento. La rubia no se anduvo con tonterías y le confesó lo de la placa plateada encontrada bajo el colchón de sus padres, así como le mostró el triángulo grueso y dorado que representaba Osiris. Les contó la ubicación y el porqué lo supo gracias al dispositivo robado de aquellos dos durante las inundaciones y el mismo dispositivo que Emilie empleó para comunicarse con Osiris.

⸺Lamentablemente, nosotros nunca habíamos averiguado dónde estaba esa organización ni cómo se llamaba. Nuestro deber era protegerte a toda costa. Lamento la pérdida de Chris, era uno de mis mejores hombres.

⸺Al grano, Sara...Puede que vuestro objetivo sólo fuera protegerme, pero el mío ahora es diferente. Tengo que ir a Osiris, recuperar a mis padres y a Dexter. Aquí y ahora te pregunto si me vais a ayudar, de lo contrario, yo sola me largaré.

Sara asintió sin titubeos, claro que ayudarían a Brie, y no sólo porque ella lo necesitara, sino porque Osiris había causado estragos y segado vidas. Ahora que sabían el verdadero paradero de Theodore Lauper, no dejarían pasar la oportunidad de volver a reparar el mundo y reiniciar cientos de vidas que se habían cohibido por culpa de tanta destrucción.

⸺Sí, te proporcionaremos la ayuda que necesitas y que, obviamente, todos queremos.

Brie dio un par de toques a la mesa con su dedo índice, levantándose pocos segundos después.

⸺Necesito asearme. Me duele la cabeza y tengo muchas cosas de las que necesito distraerme ⸺dijo Brie⸺.

⸺Claro, por supuesto.

Sara pronunció un simple "Rusell" para que las puertas volvieran a abrirse haciendo aparecer al dicho portador del nombre. Sara, al parecer la líder, ordenó al chico que le dieran una cómoda habitación y todo lo que precisara a cada instante. Rusell asintió y Brie lo siguió en silencio, moviendo sus piernas porque no le quedaba opción. Estaba realmente agotada y necesitaba lavarse, comer y dormir por horas. La habitación que le habían dado parecía, a simple vista, bastante apta a sus necesidades: la cama, casi tan grande como podría ser una de matrimonio, parecía estar recientemente hecha con su colcha bien colocada cuyos dibujos azules y amarillos eran difíciles de no admirar. Por otro lado se hallaba el baño, pulido y con olor a ambientador de rosas, toallas limpias, jabón líquido y en pastilla y hasta champú. Pero lo que verdaderamente llamó la atención de Brie fue la radio adornando el escritorio a la espera de ser encendida por la rubia. Por un leve instante se sintió en el mundo de antaño donde podía ver la televisión y escuchar música durante horas sin cansarse.

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora