Capítulo 122.

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Un par de días más tarde, Brie se había buscado un pequeño grupo compuesto por dos miembros masculinos para la búsqueda de provisiones, ya iba siendo hora de salir y buscar algo antes de que llegara la escasez de alimentos. Tras el último recuento, Brie, James y Dexter decidieron salir en busca de comida posteriormente de trazarse una ruta gracias a la ayuda de un mapa que Claire había diseñado jurando recordar un lugar a dos horas: un estacionamiento de camiones situado lejos de la ciudad y del bosque. En principio, ella iba a ir en esa expedición, pero el deber de doctora la reclamaba. Fue por eso por lo que les hizo un mapa al resto. Un vehículo valía para seguir la trayectoria de dos horas, los tres sabían los cambios de rasante que debían tomar hasta llegar. El depósito lucía bien cargado de gasolina, pero los barriles ya se estaban agotando.

De camino al estacionamiento de camiones, pasaron cerca de una pequeña granja donde acordaron entre los tres parar a la vuelta para comprobarlo todo y equipar lo que fuera posible. James iba al volante y al lado de Dexter mientras que atrás estaba Brie asomando su cabeza por la ventanilla para que le diera el aire sin contar con su pelo rubio alborotado. Dexter la observó por su retrovisor y sonrió por lo bajo sin que nadie pudiera verlo, esa dama y su locura no dejaban de sorprenderlo.

Cuando ya el lugar se veía desde lo lejos, decidieron estacionar el vehículo a unos minutos para que les diera tiempo a regresar bien en caso de horda o emboscada peligrosa. El trío de ases caminó veloz al estacionamiento donde todo parecía estar silencioso hasta que Brie produjo un silbido fuerte para atraer y hacer salir a los que estuvieran rondando por allí. De detrás de varios camiones empezaron a hacerse visibles varios gules que traían por orquesta esos molestos gemidos a los que ya se habían acostumbrado. Brie empuñó el arco y disparó, atravesando la cabeza de uno de ellos. James disparaba con silenciador al compás de Dexter acercándose un poco más, momento que todos sustituyeron sus armas por otras silenciosas y así acabar con la pequeña invasión de camioneros deambulantes en busca de comida viva. Con la espada, Brie fue cortando y masacrando varios cuerpos, nadie tenía un manejo tan limpio como ella.

Al acabar la leve escaramuza, los tres se dividieron y empezaron a echar una ojeada por los alrededores y dentro de los camiones, exactamente a los papeles guardados en las guanteras para averiguar qué contenía cada uno y así saber cuál inspeccionar y cuál llevarse. James encontró los papeles de lo que parecía ser un camión con carga alimenticia en un almacén que nunca llegó. Entre los tres revisaron con detenimiento la información, decidiendo finalmente dirigirse a la puerta trasera del camión para abrir y comprobar el interior.

Dexter se preparó para abrir ambas puertas traseras al ver a sus compañeros ya listos para cubrir su espalda en caso de que salieran caminantes. De un rápido movimiento, Dexter abrió y retrocedió empuñando la pistola con la suerte de encontrarse cajas de comida y agua. Sin duda, era la mejor expedición desde que Brie había llegado a Sheller.

Sonrieron a la vez mirándose entre sí y se prepararon para marchar: Brie se largaría al coche y James y Dexter se encargarían del camión. Quedaron de verse en la granja por la que habían pasado y así pasaron los minutos hasta llegar a ese pequeño punto de encuentro tras dos cuartos de hora de viaje. Brie iba detrás del camión, sonriendo internamente por la buena "pesca" que hicieron sin necesidad de agua ni anzuelos. La granja ya se veía desde lo lejos, Brie aprovechó para rebuscar en la guantera y hallar una caja de cigarros junto a unas cerillas. No era lo que buscaba, de hecho nunca jamás había fumado, pero sintió unas ganas terribles de prenderse un cigarro y tener algo con lo que quemar sus pulmones de forma innecesaria. Alcanzó a coger la mayor de las pistolas, llevándose la colilla entre el labio inferior y el superior, prendiendo el otro extremo del cigarro con las cerillas. La primera calada fue dolorosa y difícilmente se atrevió a inhalar una segunda, pero a pesar de eso, la sensación le gustó como a un masoquista le gustaría un golpe. Brie acabó dando cinco y hasta diez bocanadas, llevando el cigarro al final justo cuando aparcó el vehículo detrás del camión al lado del granero cerrado.

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