Capítulo 36: <Culpable>

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Cabreada, se vistió a toda velocidad con el pelo sin escurrir, mojando su camiseta negra de tirantes. Llegó al campamento, acercándose a Chris, que se hallaba comiendo unas bayas que consiguió en una pequeña expedición.

—Devuélvemelo —le exigió ella—.

Chris arrugó las cejas, preguntándose qué era lo que tenía que devolverle.

—¿Que te devuelva qué...? —preguntó, algo confuso—.

—Mi colgante. Él miró su cuello vacío.

—Vamos, que lo has perdido y me quieres echar a mí tu mierda. Yo no te he cogido nada —siguió él—.

—Eres el único que sabía que me iba a bañar y que me quitaba ese colgante para no perderlo.

—No estoy interesado en esa estupidez de colgante, entérate.

Brie se acercó hacia las cosas personales de Chris, vaciándolas todas para ver si su colgante estaba dentro, pero ni rastro de él.

—¿Y bien? —preguntó Chris—.

—Lo has escondido, lo sé bien. Basta ya de juegos, dámelo de una vez.

—No tengo nada que darte porque yo no lo tengo. Si lo quieres creer bien, y si no, que te den. Estoy harto de tus niñerías, ¡madura de una puta vez!.

Mac reapareció, haciéndose el loco, yendo hacia la cabaña para dejar su escopeta dentro recién cargada. Chris lo detuvo, obligándolo a vaciar todos sus bolsillos, pero antes de que lo hiciera, Brie lo detuvo.

—Él no ha sido, no tenía ni idea de nada —dijo Brie—.

Chris la ignoró, volviéndole a pedir a Mac que vaciara sus bolsillos. Tal como él le dijo, así lo hizo, bajándose los pantalones y quitándose la camiseta después.

—¿Me quieres registrar también los huevos? Porque últimamente los tengo muy cargados.

Chris no aguantó más, le dio un fuerte puñetazo en la cara, haciéndolo caer al suelo. Pronto se levantó, devolviéndole el golpe pero con mucha más fuerza que el que había recibido. Los dos empezaron a golpearse con intensidad, aquello podría acabar muy mal para alguien si nadie intervenía, así que, Brie logró colarse entre los dos.

—Mac llegó media hora después de nuestra conversación, lo sabes —dijo Brie—.

—Lo único que sé es que no te he robado nada. ¿Cómo puedes dudar de mí? —preguntó Chris—.

—Yo no te conozco...Ya no sé quién eres.

—¿Qué escondes, Chris? Compártelo con todos nosotros —pidió Mac—.

—Jamás te he hecho daño desde que te conozco, pero fue venir este cabronazo y distanciarnos. Pero, ¿sabes una cosa? Que tienes razón, porque si me conocieras no hubieras dudado de mí. Espero que algún día te des cuenta de quien es la persona en la que estás confiando —dijo Chris, intentando ignorar a Mac y a sus provocaciones—.

Chris se largó de allí, cogiendo todas sus cosas, atravesando el bosque, viéndolo ambos marchar sin saber si regresaría o no regresaría. Brie se metió en la cabaña, incluso la hoguera se había apagado ya debido a la falta de atención. Nuevamente, la chica se arrinconó en una esquina, llorando, explotando todo lo que tenía por dentro, no queriendo creer que Chris fuera el responsable de todo lo acontecido. Recordó viéndolo marchar, sólo esperó que regresara, notaba cierta dependencia, se sentía a salvo pero ya no confiaba, ¿qué demonios le estaba pasando? Constantemente se contradecía con sus sentimientos cual persona bipolar, pero en realidad estaba confusa, llegando a creer en la posibilidad de volverse loca.

Pasaron las horas, Chris todavía no había regresado, Brie ni siquiera era capaz de llenar su estómago por mucha hambre que tuviera, se encontraba indispuesta, con ciertas náuseas. Anocheció, Mac se encontraba fuera, feliz y satisfecho al no ver a Chris regresar, pero entonces, se escucharon leves pasos acercándose hasta que, de entre la maleza, apareció el soldado, dejando dentro de la cabaña frente a la silueta de Brie sus cosas personales con armas incluidas. Apenas se miraron por más de cinco segundos, su convivencia en vez de mejorar, estaba empeorando cada vez más hasta llegar al extremo de no dirigirse la palabra, de no sentarse juntos, de no compartir expediciones. Ahora eran como dos desconocidos que un día se conocieron teniendo sus más y sus menos. Estuvieron un par de días aislados; ella dentro de la cabaña y él fuera, durmiendo en el suelo con la manta envuelta mientras pasaba frío, pero Brie no logró dormir ni una hora en cuarenta y ocho horas, su rostro estaba horrible, las cuencas de sus ojos con ojeras y sus labios custridos, sin tiéndose peor por dentro cada segundo, asomando su pequeña cabeza para verlo dormir a él mientras Mac la observaba haciéndose el dormido. Muchas de las horas nocturnas las pasaba llorando, apenas comía nada salvo un zumo y un par de trozos de carne, llegando a vomitarlos del estrés igual que una bulímica. No obstante, su cerebro ya no daba más de sí y acabó durmiéndose durante una noche entera del tirón sin desvelarse hasta que llegó la mañana siguiente. Brie abrió los ojos lentamente, los rayos del sol eran demasiado deslumbrantes y cegadores como para abrirlos de golpe, miró a su alrededor, estaba sola. Escuchó un leve ruido que venía de fuera y sintió la necesidad de asomarse despacio por la ventana como si fuera una espía, viendo a Mac dejar algo en un bolsillo de la mochila de Chris, que por cierto, se había ido a buscar más ramas que quemar. Sin duda, quería saber qué había dejado ahí con tanto cuidado, algo grande debía ser para andarse con tanto misterio, así que salió al exterior cuando Mac se sentó frente a la hoguera para desayunar. Sonriente, le dio los buenos días, pero Brie ni siquiera se los correspondió, fue directamente a la mochila de Chris, registrándola por última vez encontrando en su interior, el colgante desaparecido. En seguida supo que la había cagado al culpar a Chris. El verdadero responsable había sido desde el principio Mac. Cerró el puño con el colgante resguardado hasta que se lo guardó en su bolsillo trasero del pantalón, dirigiéndose hacia Mac para pedirle explicaciones.

—Has sido tú. Te he visto guardarlo ahí hace un momento. Maldito mentiroso, ¡me has estado volviendo loca! —dijo Brie—.

Mac se levantó del suelo, limpiándose las manos de arena en su camiseta, acercándose a ella hasta que estalló a carcajadas.

—Ha sido divertido, pero ahora que me has descubiertopasa una cosa, ¿sabes? —dijo Mac—. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora