Capítulo 156.

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< DÍAS DESPUÉS — DURANTE EL VIAJE DE BRIE >

Recientemente a primera hora de la madrugada, Dexter fue despertado de golpe y porrazo con una potente catarata de agua que manaba de un cubo de plástico. Los ojos azules de Dexter se dejaron ver a través de los restos del líquido que se adhirió a su torso desnudo. Frente a él, se encontró a Emilie con una cuerda negra de pequeña longitud vestida con mallas de cuero ajustadas, tacones negros y un top oscuro sin tirantes que más bien, parecía una tela cubriendo sus "vergüenzas". No lo pensó dos veces y, aprovechando la postura sentada del contrario, la fémina se aferró a él, sentándose encima con el único propósito de sobar su sexo con el opuesto mientras enredaba dicha cuerda sobre el cuello del hombre, uniendo ambas anatomías. Sin dudarlo, Dexter colocó la palma de su mano grasienta en el rostro de Emilie, empujando hacia atrás para apartarla. Persistente, ella le hizo un nudo en el cuello, apretando con fuerza cortándole la respiración un poco. Eso lo debilitó, digamos que todavía no se había recompuesto por completo. Emilie le ganaba en cuanto a fuerza se refiere.

—¿Quieres comer? —la muchacha le enseñó un delicioso banquete decorado en una bandeja—. Pues tendrás que follar conmigo. Si te cuesta trabajo, piensa en esa putilla rubia.

—Apártate de mí, zorra estúpida.

Emilie apretó el nudo haciendo que las manos de Dexter sujetaran la cuerda, evitando asfixiarse. Pero la soltó y agarró la cabellera oscura de la fémina para tirar. Emilie volvió a tensar la cuerda, consiguiendo así, que este la soltara.

—¿No te gusto? —preguntó ella poniendo un puchero—.

Dexter ni siquiera respondió, se limitó a intentar apartarla hasta que una de las manos de Emilie agarró su miembro por encima de los pantalones con fuerza, provocándole dolor. Dexter se quejó y arañó la mano ajena, pero ella, aún empeñada en sus propósitos, metió la mano a través de los pantalones, atravesando a su vez los calzoncillos con el nefasto y lujurioso deseo de ponérsela dura. Con fuerza, Dexter logró golpearla al fin en el rostro, haciéndole sangre en el interior de la boca gracias a la función de los dientes al morder la lengua con dicho golpe. Emilie cayó de costado contra el suelo sucio y ensangrentado, observando las cámaras de seguridad que transmitían una luz roja intermitente en señal de que estaban grabando. Ella lo sabía, pero era parte del mismo plan: Emilie jugaba torturando así, y por supuesto, intentaría violar a Dexter bajo la atenta mirada de Theodore detrás de las cámaras. La caída hizo que sus manos soltaran ambos extremos de la cuerda. Se incorporó veloz y volvió a agarrarlas, tensando, tensando con fuerza antes de quedar sentada nuevamente sobre él.

—Como siga haciendo fuerza voy a acabar matándote. Aunque sería excitante tirarme un cadáver.

Dexter, al escuchar esas palabras, se meneó para enfurecerla y que eso lograra al fin, acabar con su vida, daba igual si asfixiado o no. Emilie consiguió derribar el cuerpo impropio de espaldas contra el pavimento, soltando las cuerdas colocando, posteriormente, las manos de Dexter en sus pechos tras haberse bajado la tela. Por una vez, sintió miedo. Antaño, si una mujer así pero menos enfermiza se le hubiera insinuado de dicha forma, posiblemente le habría hecho el amor hasta desgastarse el miembro, pero no. Ni siquiera le excitaba, más bien al contrario. Cansado y con ganas de librarse de ella, la agarró por los pezones, retorciendo y tirando de ellos como si quisiera arrancárselos. Emilie no fue capaz de ahogar un grito de dolor; sus uñas esmaltadas se hincaron en el dorso de ambas manos, golpeando el rostro de Dexter a puño cerrado un par de veces, reventándole el tabique nasal.

—Eso no va a impedir que siga, hombretón.

La muy demente había adquirido una extraña obsesión insana por el físico de Dexter, y estaba lo suficientemente loca como para violarlo allí mismo, o por el contrario, matarlo y masturbarse con su cadáver. Aquellos golpes lo dejaron plasmado en el suelo con los brazos extendidos. En su interior tenía la sensación de morirse, y si no hubiera sido por el estruendo de un fuerte impacto a las afueras del edificio, Emilie habría logrado su propósito esa madrugada. Alarmada por lo sucedido, se volvió a colocar la tela, cubriendo sus pechos ahora enrojecidos por las magulladuras, saliendo de allí y volviendo a cerrar bajo llave evitando que Dexter se fugase. Realmente cabreada al no esperar que la interrumpieran, se reunió con Theodore junto a un pasillo al ir ambos al mismo sitio.

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