Capítulo 158.

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A tan sólo cinco escalones de irrumpir en la azotea, ya podía escuchar el sonido del helicóptero en marcha a punto de despegar. Brie aumentó otra vez el ritmo de sus pasos, abriendo la puerta de una patada y viendo con sus propios ojos, a Theodore subiendo con un pequeño maletín de color negro. Le sorprendió no ver a Nikolai con él. Pero no tanto por otra parte. Theodore era egoísta y sólo le importaba él. El resto sólo habían sido conejillos, sujetos con los que obtener lo que siempre había querido: una cura que en realidad, era todo lo contrario.

Brie corrió a darle alcance, pero los guardaespaldas que lo protegían comenzaron a disparar en su contra. Brie se hizo a un lado de un salto, esquivando las balas. Fue el mismísimo Theodore quien ordenó que no siguieran disparando para que pudiera presenciar lo que haría a continuación: abrió el maletín y sacó el contenido que había elaborado gracias a la sangre de Brie, el último material que necesitaban.

⸺¡Cobarde! ⸺gritó Brie, levantándose del suelo⸺.

⸺Cobarde o no, ya tengo lo que quería. Nadie podrá darme alcance jamás, y mucho menos llevarme ante una justicia que no existe.

Theodore meneó el frasco, llevándose la punta de la aguja junto a su cuello, empujando el líquido una vez que la susodicha traspasó su piel. Internamente, Brie sonrió. Ahora sólo era cuestión de horas que Lauper cayera preso de su propio invento. Lo peor, es que no lo vería. O sí.

⸺Tú me has hecho inmune. Y lo mejor es que puede que tus hombres mueran combatiendo.

Theodore estalló en carcajadas.

⸺Estarás a cero otra vez ⸺añadió él⸺.

El mayor monstruo de todos dio un par de toques a la chapa del helicóptero en señal de partida. Las aspas comenzaron a moverse veloces, provocando una ventisca que despeinó la cabellera de Brie. De haber tenido un arma de fuego, le habría volado la cabeza. Sin embargo, sólo tenía un arma blanca y debía aprovecharla. El helicóptero se fue elevando alto lentamente. Theodore seguía sonriendo y pensaba seguir haciéndolo hasta desparecer de la vista de la muchacha. Entonces, esa sonrisa de triunfo se borró de inmediato, llevándose las manos al cuello debido a un dolor inexplicable que nadie podría ser capaz de definir con palabras ni con letras sobre una hoja de papel. El helicóptero se detuvo, no siguió ninguna dirección. Tan sólo quedó suspendido en el aire mientras su médico personal trataba de dar con el problema.

Theodore fue palideciendo mientras gruñía y emitía sonidos similares a los de la asfixia, cayendo de espaldas al suelo espumando por la boca como si estuviera sufriendo un ataque de epilepsia incontrolable. Ahora era Brie la que sonreía.

—¡Tú estás a cero, Lauper! ¡No eran los anticuerpos lo que te has inyectado! Debiste comprobar tu trabajo antes de exponerlo.

Theodore era capaz de escuchar, por lo que llegó a oír y comprender las palabras de Brie, dándose cuenta de lo idiota que había sido. También de que sus ansias por hallar la cura lo habían cegado hasta tal punto. La piel de Lauper comenzó a ser necrosis, sin duda, se estaba convirtiendo en un caminante en vida y en un tiempo menor al virus original. Theodore, al haberlo manipulado, había conseguido que sus efectos fueran diferentes aunque con el mismo fin: ser un infectado más. El proceso duró apenas cuatro minutos, pero sin duda, fueron un verdadero tormento para él, que ya convertido en uno de ellos, se levantó furioso y veloz del suelo, mordiendo a su médico personal. Y después a los dos guardaespaldas que lo habían estado protegiendo. Brie estaba fascinada. El virus que él llevaba en su interior era el doble de peligroso: hacía a los sujetos más veloces, más fuertes y más hambrientos, cosa que le gustó presenciar con sus propios ojos. Ahora, el cuerpo de Theodore se dirigió hacia el piloto, mordiendo el cuello y, con ello, perdió el control del transporte aéreo, empezando a descender a varios pies de altura. Al desaparecer de su vista, Brie corrió hacia el borde de la azotea, viendo caer y explotar el mismo a pocos metros del escenario donde se estaba librando una batalla a muerte.

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