Capítulo 46: <En las calderas>

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Chris escogió la de tequila, ofreciéndole la otra a Brie para que fuera ella la primera en hacer los honores. Destapó la botella y le dio el primer trago, poniendo muecas extrañas mientras notaba la manera tan fascinante de su vello erizarse hasta el extremo, mirando después a Chris y escuchando su risa divertida.

—¡Esto es asqueroso! —dijo Brie—.

—Te acostumbrarás.

Chris abrió su botella, dándole un trago más grande que el que le había dado Brie a la suya.

—Ya veo —murmuró Brie—.

La sensación de ardor era desagradable para la chica, pero el sabor era delicioso y tentador, era lo único que le impulsó a seguir bebiendo hasta que su esófago se acostumbró y vio necesaria la ingesta continua de este líquido tan adictivo. Juntos, brindaron por sus vidas en más de una ocasión, charlando entre risas que se iban haciendo cada vez más frecuentes conforme el organismo se iba embriagando hasta el punto de decir cosas sin sentido. La vista de Brie se tornó borrosa en menos de veinte minutos, su cuerpo le pedía más y más, quería ver hasta dónde era capaz de llegar aunque tuviera que explotar. Bailaron algunas piezas musicales inventadas cogidos de la mano hasta que Brie perdió el equilibrio de sus pasos, agarrando con fuerza la camisa de Chris para arrastrarlo junto a ella en su caída de espaldas contra el suelo. Como era de costumbre entre borrachos, las caídas en vez de ser dolorosas, provocaban risas hasta sentir el estómago como con varias agujetas. Cuando Chris se encontraba una vez más encima del cuerpo de Brie, sintió algo que nunca había sentido por nadie. Quería besarla, ya fuera por culpa del alcohol o no, notando una presión en sus pulmones que le provocaban asfixia, y a pesar de que era extraño, para Chris era bello y hermoso lo que estaba sintiendo en ese momento, preguntándose si Brie podía sentir lo mismo después de tanto tiempo juntos, cuidándose mutuamente a pesar de los enfados estúpidos. De pronto, Brie apartó a Chris de encima con los mofletes hinchados, tenía ganas de vomitar, expulsar todas y cada una de las gotas de etílico antes de que le pasara algo grave. Se levantó de nuevo, yendo hacia el borde de la azotea donde allí, lo soltó absolutamente todo. Chris la siguió rápidamente para no dejarla sola, recogiéndole el pelo hacia atrás para que no se manchara, retirándola unos pasos del borde y que así no cayera al vacío.

—¿Estás bien? —preguntó él—.

—Más o menos —respondió Brie—.

Chris la cogió en brazos cuando dejó de vomitar, dando la sensación de que se quedaría dormida en su pecho, y así fue tal y como sucedió. Hubo un instante en el que el soldado se asustó temiendo por su salud, pero al comprobar que simplemente dormía, se quedó más relajado. Se desprendió de su camiseta para ponérsela a Brie de almohada, aprovechando para pensar en sus sentimientos, intentando aclararse, tal vez sólo era una ilusión pasajera que se esfumaría con el paso del tiempo, pero era mirar a Brie y desaparecer la idea de la cabeza, sintiendo que en verdad la podía querer como algo más que una amiga. De hecho, ya notó algo raro cuando se enteró de que Brie estuvo con Paul, como una especie de molestia que dejó pasar pero que ahora significaba mucho para él. En mitad de la noche, se dirigió hacia las calderas donde se hallaban las escobas y los utensilios de limpieza, dejando a Brie seguir con su sueño confuso por culpa del alcohol, buscando él, la soledad ahora para poder pensar con calma y serenidad. Joder, se sentía excéntrico, de igual manera que un lunático por culpa de unos sentimientos indefinidos que no sabía cómo poder vencerlos. Golpeó un par de veces la pared con los puños hasta hacerse sangre, golpes que despertaron a Brie, encontrándose completamente desierta sin Chris a su lado. Se levantó con un terrible dolor de cabeza, todavía se zarandeaba de un lado a otro con la vista casi recuperada. Sus pasos se dirigieron hacia la sala de las calderas, viendo dentro a Chris con las manos apoyadas en la pared preguntándose qué demonios estaba pasando, si era real o ficticio lo que estaba viendo.

—¿Chris? —preguntó ella, en un estado de confusión—.

—Vete y descansa —le pidió él—.

—No, de eso nada. ¿Te puedo ayudar en algo? Por favor, me estás asustando.

Hubo un silencio incómodo que ninguno sabría cómo explicarlo, Chris se retiró de la pared y dio un par de vueltas de un lado a otro con el rostro tapado con ambas manos. El corazón de Brie explotó cuando creyó que le habían mordido, estallando en llanto, un llanto que ni Chris logró calmar con un abrazo inmenso.

—No quiero que te vayas —dijo Brie—.

—¿Qué te hace pensar que me voy a ir?.

—Entonces, ¿estás bien? ¿No te han mordido?.

Chris sonrió y negó con la cabeza. De nuevo, el impulso de besarla, pero no antes sin saber cuáles eran los sentimientos de Brie. Se retiró de ella, volviendo a dar vueltas nervioso, dudoso entre la decisión de confesar o no lo que sentía hacia ella.

—¡Dímelo, Chris! No puedo estar así, viéndote de esta manera —dijo Brie—.

—Estoy sintiendo cosas, Brie...

Brie se quedó petrificada, de la misma forma en la que lo haría la víctima de un basilisco.

—¿A qué te refieres? —preguntó Brie, ya sospechando algo—.

—Tú ya lo sabes.

Brie fue a darse la vuelta para volver a dormir creyendo que vivía en una especie de sueño o algo similar, pero entonces, la mano de Chris agarró su antebrazo, deslizándola hasta coger su mano.

—Nos hemos cuidado durante un año. Yo jamás hubiera creído que sentiría esto por ti, pero no he podido evitar caer en tus encantos. La verdad es que nunca tuve la suerte de cruzarme con alguien con tu espíritu libre y bondadoso.

Brie escuchabasus palabras sin poder hablar, no sabía qué decirle ni cómo actuar, y muchomenos cuando él retiró su pelo de la cara y juntó su frente con la suya,acercando los labios lentamente hacia los de Brie hasta que se fundieron en unbeso, el primero de todos ellos que Brie no pudo negarle. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora