Capítulo 26: <Ferst Center Of The Arts>

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Pronto, Brie se levantó confusa al no haber visto a nadie al entrar, pero entonces vio una puerta abierta que parecía la despensa, sala de la que salió el carnicero. Más infectados se veían aproximarse por varias calles, los dos compañeros subieron al coche ya arrancado, saliendo a toda velocidad con la primera marcha puesta en dirección a "Ferst Center Of The Arts", el teatro donde perdió a Paul.

—Primera norma a seguir: registrar hasta el mínimo rincón antes de hacer algo —dijo Chris, conduciendo—.

Brie escuchó sin decir nada, sintiéndose inútil e inexperta con cada cosa que intentaba hacer bien. Estaba deseando llegar al teatro, empezando por la parte trasera donde en vez de empezar, terminó todo para ella. Chris aparcó el coche junto al muro, Brie ya había bajado antes de que el motor se parase, contemplándolo de arriba abajo, recordando todavía el tacto de sus manos junto a las de Paul, sintiendo la misma impotencia cuando sus dedos se separaron.

—Súbeme —le pidió ella—.

Chris entrelazó los dedos de las manos, tal y como Paul hizo para ayudarla la última vez. Brie apoyó un pie sobre sus manos y Chris hizo fuerza hacia arriba, impulsándola con fuerza, ella se agarró y consiguió quedar sentada en el borde, sus ojos veían los mismos coches, las mismas verjas espinosas, muerte y destrucción, el mismo olor del aire contaminado, infectados deambulando de un lado a otro, siendo muy pocos esta vez. Esperó a que Chris subiera, los dos miraron el mismo paisaje en el mismo ángulo.

—¿Saltas? —preguntó Chris—.

—Después de ti.

Chris saltó, cogiendo después a Brie mientras esas cosas se acercaban a ellos, ella se colocó tras Chris, no queriendo, no pudiendo matar todavía. Con un machete, él se fue deshaciendo de todos ellos hasta quedar el patio despejado.

—¿Y bien? ¿Qué estamos buscando exactamente? — preguntó él—.

—Yo estaba arriba en el muro sujetando sus manos hasta que caí de espaldas y nos soltamos. Me dijo que corriera y me prometió que me buscaría. Pero ha pasado un mes y no sé nada. Se quedó atrapado, no era un grupo muy grande pero entraban por todas partes.

Chris empezó a buscar pistas, Brie lo observaba, ansiosa por si encontraba algo positivo hasta que él le indicó que se acercara.

—Parece que saltó de coche en coche hasta llegar a la puerta. Mira, hay abolladuras en los capós —le indicó, señalando—.

Brie observó, eso era bueno porque consiguió llegar hacia una de las puertas. Chris siguió con su trabajo, encontrando un trozo de un jersey gris en el suelo dentro de un pequeño charco rojo.

—¿Qué llevaba puesto? —volvió a preguntar—.

—Un jersey gris, ¿qué has visto?.

Chris le señaló el charco.

—Y, ¿eso qué significa?.

—Que lo agarraron pero logró liberarse, hay huellas. Estaba herido, pero no hay indicios de que pudiera haberse golpeado con algo, lo que me lleva a la hipótesis de que fue mordido.

—¿Qué?.

Chris siguió las huellas de sangre, llevándolos a una sala de exposición de pintores antiguos en la que había un charco todavía mayor de sangre y huellas de manos del mismo color marcadas en el suelo.

—Aquí se acaban los restos. Lo siento, Brie, pero tu compañero no logró salir de esta. Seguramente ahora sea uno de ellos —dijo él—.

Las manos de Brie empezaron a temblar, se dirigió hacia una de las paredes, apoyando la frente como las palmas de las manos, desahogando su dolor de espaldas a Chris, el soldado la dejó un momento tranquila para que se pudiera quedar a solas hasta que llegara la hora de marchar a la oficina.

Minutos más tarde, Chris se acercó a ella, dándole un pequeño toque en el hombro para llamar su atención. Brie se volteó con los ojos rojos y lagrimosos, en su rostro se reflejaba el dolor de la pérdida de alguien que, en poco tiempo, significó mucho para ella. Chris llevaba mucho tiempo sin encontrarse cara a cara con el mismísimo dolor, y no dijo nada, se dio la vuelta saliendo por la puerta para salir de allí y volver al refugio. Brie fue la única en mirar atrás, dejando caer en el mismo lugar en el que Paul murió, su última lágrima. Salieron lentamente del edificio por el patio trasero, en silencio. Chris volvió a hacer la maniobra secreta de los cables para hacer arrancar el coche y salir de allí deprisa. Brie estaba sentada sobre la mesa en la que durmió esa noche, pensando en las cosas buenas pero sin poder olvidar el charco de sangre, la sangre de Paul. Chris le ofreció una botella de agua que Brie cogió entristecida, bebiéndose la mitad, estallando después en llanto, dolida. Chris no supo qué poder hacer, en realidad quería consolarla, pero no tenía la suficiente confianza con ella para hacerla sentir bien porque tampoco la conocía al pie de la letra. Poco tiempo después, fue Brie la que se levantó de la mesa, acercándose a Chris.

—Quiero que me enseñes a sobrevivir. Ayúdame a valerme por mí misma —dijo ella—.

—¿Estás segura?.

—Completamente.

Chris asintió.

—Empezaremos mañana —dijo él—.

—No, ahora.

—Ahora no tienes la mente despejada, no sabrías hacer nada.

—¿Me subestimas, Chris?

—No es el momento, así que compórtate y espera a mañana.

Brie respiró hondo.

—Al menos explícame los conceptos básicos y te prometo que no te volveré a insistir.

Los dos se miraron en silencio, una vez más, Brie logró convencer al soldado. Brie tomó su asiento en una silla frente a Chris, prestando atención a lo que él iba a explicarle.

—El ruido y la luz los atrae, hay que eliminarlos con un arma blanca, lo que equivale a cuchillos, navajas, machetes, flechas... Una vez que te hayan percibido, seguirán tu olor hasta que estés lo suficientemente lejos. Ahora mi pregunta es, ¿por qué estando al borde de la muerte no has sido capaz de matar?.

—Pienso que debe haber alguna solución, alguna cura... ¿Crees que la hay?.

Chris la miró como si la solución fuera ella, sólo que no dijo ni una sola palabra. Se limitó a hacer una mueca de duda casi congelada encogiéndose de hombros.

—Podría ser pero, mientras tanto, hay que luchar y tú tienes una ventaja que no todo el mundo tiene, y es que tú sabes tirar con el arco, eres la campeona de este estado —dijo él—.

—Y mira de lo que me ha servido....

—Es que tal vez tu misión no es clavar flechas en dianas, tú ya me entiendes.

—Entonces quiero aprender.

—Aprenderás.

Chris se levantó de su silla, Brie interrumpió sus pasos.

—También quiero aprender a arrancar un coche con cables, forzar cerraduras y... Hacer eso que me hiciste en el cuello —dijo ella—.

Chris rió mirándola.

—Tranquila, vaquera. Aún nos queda tiempo que perder. No hay prisa.

Brie sonrió de medio lado y Chris se sentó en su rincón mientras ella buscaba algún libro interesante en la oficina que poder leer.

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora