Capítulo 106: Adiós.

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Pasaron dos días, Brie no había salido de casa para nada en ningún momento, todos la notaban más rara que nunca a pesar de ya considerarla una persona extraña, diferente. Apenas conseguía pegar ojos, tanto pensamiento la hacía esclava de ella misma, tanto, que ya no sabía qué era lo correcto sentir o hacer. Una mañana, decidió quitarle la tarjeta a ese dispositivo haciéndola mil pedazos por si alguien hackeaba su ubicación.

Tocaron al timbre, Brie guardó el aparato debajo de la almohada como siempre cuando se ausentaba de la habitación. Bajó las escaleras con cierta pachorra, como si tuviera un saco pesado en los hombros y le impidiera andar con normalidad. Su melena rubia estaba recogida en el típico moño deshecho mañanero, el cual se deshizo cuando abrió la puerta y se encontró a Mac en la entrada, visitándola. No quería escuchar sus sandeces, así que hizo el intento de cerrar la puerta en sus narices, mas la mano de Mac hizo fuerza para que eso no sucediera.

⸺Tengo algo que no podrás rechazar ⸺dijo Mac⸺.

Brie lo examinó fijamente, abriendo finalmente las puertas de su casa para Mac por primera vez. La rubia se sentó sobre la mesa del comedor y apartó una silla de mala gana para facilitar su acción.

⸺¿No vas a ofrecerme asiento? ⸺preguntó Mac, burlesco⸺.

⸺Ve al grano.

Mac se negó a hablar sin su dichoso asiento, así que Brie alcanzó la silla que instantes antes había retirado y la empujó hacia su "invitado". No solía ceder ante él ni ante nadie, mas presentía que lo que Mac iba a contarle era algo serio. Él se sentó como un jinete se montaría en su caballo, adquiriendo seguridad en su tono de voz y en sus palabras, intentando intimidar a Brie con tan sólo mirarla.

⸺Vete de Sheller. Para siempre ⸺le dijo Mac⸺.

⸺¿Quieres que me vaya? ¿Por qué razón?

⸺Es sencillo: tú te vas, y yo no le hago nada a Dexter.

⸺¿Me estás chantajeando con matar a tu hermano si no me voy?

Mac le guiñó un ojo, así era el trato que le estaba pidiendo. Brie sabía que Mac siempre había tenido mal fondo y un alma negra poseída por el diablo que ardía en las mismísimas llamas del infierno, pero nunca hubiera jurado que escucharía que era capaz de matar a Dexter.

Así eran los pensamientos e ideas de un hermano mayor frustrado que estaba perdiendo a alguien de su familia al que tenía atado de espíritu, de bondad. Ahora ella entendía el grado de psicosis y maldad de Mac, viéndolo capaz de cumplir su amenaza si no se largaba de Sheller de por vida. Para disimular su inquietud, soltó una risotada por esa boca tan pequeña y tan deslenguada, encogiéndose de hombros mientras lo miraba.

⸺Eres la niñera de Dexter, tú sabrás lo que hacer con él. No entiendo a qué viene esta propuesta, la vida de tu hermano como verás...Me importa poco. Igual que la tuya ⸺añadió Brie⸺.

Mac se levantó de su asiento, acercándose hasta Brie para poder verla más de cerca; unas palabras podían mentir, pero los ojos, los ojos nunca mentían.

⸺Tú verás, pero tienes dos días para pensártelo. O te vas, o le corto el cuello. Es sencillo: tu salida por su vida.

⸺A ver si te enteras, cerebro de mosquito, porque veo que hay que decírtelo todo despacio y con buena letra: Dexter me es indiferente.

⸺Os empeñáis demasiado en odiaros el uno al otro y se os ve a kilómetros que os deseáis.

⸺Y no te conviene eso, ¿no? Por eso quieres que me vaya, para que Dexter no pueda quedar libre de ti.

⸺Desde que apareciste todo dejó de ser igual. Tú eres la culpable, pero también te digo que eres la única con la solución en tus manos. ¿Tomas el trato o lo dejas?

Brie escupió en la cara de Mac, ni en broma iba a aceptar ese chantaje tan ruin y tan cobarde.

⸺Si Dexter ha decidido ser él mismo no es por mí, es porque se ha dado cuenta del monstruo que eres.

Mac se limpió la saliva del rostro con la camisa blanca de tirantes, queriendo golpearla e incluso matarla, pero sabía que no estaba frente a una mujer fácil, ésta era de hierro de los pies a la cabeza.

⸺Mi trato sigue vigente por dos días. Tú te vas, Dexter piensa que eres lo peor y yo pues...Le perdono la vida. Depende de ti una vez más.

Brie bajó de un salto de la mesa, poniéndose cara a cara con él hasta que ambas frentes chocaron con una rabia inhumana mientras se mataban en silencio con la mirada. Si Brie hubiera estado armada, posiblemente le habría clavado algo en los ojos a modo de venganza porque lo odiaba. Cada vez más a cada momento. A base de empujones, Brie tiró fuera de su casa al inquilino maldito hasta casi hacerle perder el equilibrio y hacerlo rodar escalones abajo. Cerró la puerta con fuerza, un tornillo salió volando y ni siquiera le importó. Llevó sus manos al cabello, agarrándolo sin llegar a estirar, deslizando después las mismas por toda la cara como limpiando suciedad o gotas de agua.

Estuvo soberbia mientras fingió que la vida de Dexter le daba igual, ¿qué cojones le estaba pasando? Lo que verdaderamente le hizo admirar todavía más al cazador, fue cuando Mac le hizo saber que el tío duro, por primera vez, estaba enfrentando a su hermano para empezar a ser un Dexter nuevo tal y como Brie le había aconsejado. Ahora que había conseguido dar un paso hacia adelante no podía marcharse, pero entonces se le pasó por la cabeza la imagen de Dexter decapitado y así, ¿de qué servirían los consejos que le había estado dando todo este tiempo? Estaba entre la espada y la pared; por un lado, si se quedaba, Mac lo mataría y, por otro, si se iba, él la odiaría mucho más a parte de retroceder después de avanzar pero con una diferencia más valiosa: su vida a salvo.

Otra vez, Mac le había ganado una batalla, Brie golpeó una y otra vez la pared con los nudillos, pegando cientos de patadas a la silla sobre la que se había sentado Mac. El alboroto se escuchaba, Jacob fue corriendo a ayudarla con tan sólo girar el picaporte ya que la llave no estaba echada. Al verlo entrar, Brie cogió una pistola de debajo del sofá y apuntó al que era como un padre para ella. Jacob ni siquiera la reconoció al mirarla, quería ayudarla sin pedir nada a cambio puesto que estaba preocupado por su salud y su bienestar. El pelirrojo no subió las manos , no le tenía miedo porque sabía que no sería capaz de disparar.

⸺¿Qué te está pasando, Brie? ⸺preguntó Jacob⸺.

⸺Vete, dejadme todos en paz.

⸺No vas a dispararme. Pero si eso es lo que quieres, adelante.

Se miraron. Brie entró en razón y bajó la pistola, dándose cuenta de la absurda locura que habría podido cometer en pleno trance. Lanzó la pistola contra el suelo, dándose por vencida, esta vez para siempre. Al sentarse en el sofá, Brie miró a Jacob con algo de tristeza sintiendo que no lo volvería a ver nunca más. Él insistió en hablar las cosas, sin embargo, Brie lo echaba fuera constantemente, ya ni con él quería hablar.

Resignado, Jacob acabó marchándose dejándola sola, soledad que aprovechó para subir y recoger sus cosas para irse cuanto antes; la decisión ya estaba tomada. Irse le sentaría bien y no sólo para salvar una vida, sino porque así, en la distancia, podría olvidarse de lo que podría estar sintiendo por Dexter por si, alguna vez, volvía a Sheller. 

Al anochecer ya estaba todo listo: Brie ya tenía sus armas preparadas con su munición correspondiente, una mochila negra bastante espaciosa para provisiones y algo de ropa interior, ya que el ir vestida todos los días de la misma forma le daba lo mismo. El dispositivo también estaba ya consigo, había llegado la hora de desaparecer y hacer de una vez aquello para lo que había nacido: para salvar el mundo. Sobre las tres de la madrugada, Brie se puso en marcha, yéndose a la parte trasera de la comunidad, pasando por debajo del todavía excavado agujero que hizo Cora cuando se escapó. Sólo tuvo que mover un poco la tierra para salir y otro poco después de haber salido.

Por un momento en la casa, tuvo una ligera idea de escribir una carta dedicada a Jacob pidiéndole disculpas y contándole el motivo por el cual se marchaba, pero se retractó segundos después y decidió partir sin dejar pistas ni razones para que no se molestaran en buscarla. La chica miró atrás, contenta por una parte ya que sin ella allí, Dexter viviría y Brie se podría despejar de todo sentimiento que hubiera podido desarrollar por él. Antes que arriesgar por amor, prefería poder olvidar y ser libre sin ningún hombre a su lado. De nuevo volvió a mirar el camino por el que se desvanecían sus huellas al pisar y avanzó, avanzó hasta perderse para nunca jamás regresar. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora