La noche que Brie partió completamente a pie, ella había decidido alejarse de la ciudad y del bosque hasta que las aguas estuvieran un poco más calmadas. Tenía la ligera sospecha de que, al menos Jacob, iría a buscarla para llevarla de vuelta a Sheller y por ahora no le interesaba regresar.
Recordó un zoológico al que sus padres la llevaron una vez cuando Erron todavía estaba en la familia. Tenía imágenes difusas de ese día, pero le llamó tanto la atención, que sabría ir a ese lugar sin temor a encontrarse algún animal salvaje, total, ya habían pasado casi tres años desde la catástrofe y, seguramente, no sería ella la primera en haber ido. Al llegar a las puertas de ese zoológico donde ya olía a carne podrida, Brie desenvainó su preciada espada y caminó en busca de un lugar espacioso donde poder quedarse por unos días.
Había jaulas cerradas con animales putrefactos desde tiempos remotos, comidos por pájaros carroñeros que aún revoloteaban por ese mismo cielo ya amanecido buscando algo que llevarse a la boca. Conforme avanzó, se encontró la guinda del pastel: una nueva jaula donde en su interior, permanecían más de treinta caminantes encerrados, los cuales empezaron a hacer presión en la puerta para salir y devorarla. Se quedó un momento parada, observándolos. Aquella persona que hubiera hecho eso se merecía una medalla de oro, no siempre era fácil encerrar a tantos en una sola jaula.
Lo que no sabía, era que la estabilidad de la puerta estaba controlada por un pequeño hilo casi invisible atado a un poste que conseguía mantener cerrada la jaula, hilo con el que Brie tropezó sin llegar a caer al suelo. Miró a sus pies, maldiciendo no haber visto nada en el pavimento. El problema fue no mirar atrás, de hecho, la puerta todavía no se había abierto y por esa razón, Brie siguió caminando hasta escuchar algo muy extraño: una puerta abrirse y gemidos a su espalda. Brie se volteó a tiempo; esas treinta personas ya infectadas caminaban hacia ella para saciar esa sed que parecía nunca tener fin.
Empezó a correr en busca de una posible salida trasera, esquivando algunos caminantes que se iba encontrando de frente y que después se unían a la cola gigantesca que tenía detrás. Tras más de diez minutos corriendo intentando hallar la supervivencia, Brie vio a lo lejos la salida trasera pero cerrada completamente con un candado. No se paró a pensar si lo conseguiría o no, simplemente siguió corriendo sin descanso, cruzando un portal ovalado donde, en el suelo, un extraño aullido la hizo detenerse: una loba había quedado atrapada en un cepo para humanos que alguien había dejado allí para otra persona. Hizo el intento de irse, pero vio un pequeño lobezno desprotegido a unos metros de la madre. Por desgracia, la madre loba se fue a poner de parto en el peor de los lugares, quedando atrapada en un maldito cepo.
Rodando los ojos, Brie cogió al lobezno en su brazos y lo colocó al lado de su madre, la cual, creyendo que le haría daño, le mostró los dientes con furia, furia que se calmó cuando la humana intentó salvarle la pata trasera levantando la trampa con ambas manos, haciendo fuerza hacia arriba mientras se hería su propia carne para salvar a un animal que puede que más tarde intentara comérsela. Para sacar más vigor y energía, Brie gritó a todo pulmón intentando vencer el dolor de las heridas de sus manos hasta que consiguió salvar la vida de ambos animales. La loba, en plena cojera, tomó a su cachorro con la boca y olfateó a Brie, la cual estaba sentada en el suelo mirándola fijamente, preocupada de ser atacada. Pero no fue así, la loba huyó del lugar y Brie se levantó para, ahora sí, dirigirse a la puerta cerrada con el candado.
De sus botas marrones, sacó las mismas navajas que siempre tenía escondidas como último recurso para emergencias, introduciendo ambas puntas sobre la cerradura del mismo, intercambiando movimientos pequeños y precisos. A su espalda, esa horda de caminantes que ya se acercaba poco a poco. Al fin logró abrir, Brie salió apresurada y volvió a cerrar la puerta con el mismo candado mientras muchas manos asomaban por los barrotes con intención de agarrarla sin resultado. Volvió a empuñar la espada, cortando todos esos brazos que sobresalían, gritando como una auténtica guerrera en pleno trance que necesitaba desahogarse con sangre. Ya que no podía quedarse en ese zoológico como refugio, tomó la decisión de volver a la ciudad y buscar la tarjeta del dispositivo de Chris para avanzar en sus planes, así que se alejó de la pequeña carnicería que había montado y anduvo rumbo a Atlanta.

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INMUNIDAD.
Misteri / Thriller< El mundo ha sido cautivo por un virus letal que convierte a las personas en muertos vivientes y, un poderoso científico, es el causante de tal atrocidad, creyendo que nadie es capaz de detener su horrible plan de destruir la humanidad, pero no...