Capítulo 35: <El colgante>

82 11 0
                                    

Los días fueron pasando hasta convertirse en semanas y las semanas en un mes, un mes tal vez lleno de peligros. Por las noches, los infectados cruzaban por las travesías de la carretera, el equipo debía apagar pronto la hoguera para no alertarlos hasta ellos. Sin embargo, alguno que otro se desviaba de su trayectoria, encontrando la zona donde los tres se hallaban. Por suerte, ahí estaban Mac y Chris para acabar con los que se acercaban que, a pesar de que era con poca frecuencia, eran más de una docena. Mac llegó a sospechar que la campeona de Atlanta no era capaz de defenderse, de tenerle un cierto pánico a las armas de fuego y a las de punta afilada. La chica se excusaba con cualquier estupidez, pero siempre era la misma monotonía, igual que el estribillo de una canción que al final se aborrece de tanto escucharla. Por supuesto, él ya era mayor y poco estúpido de hecho, sabía que Brie era más débil de lo que jamás hubiera esperado, cosa que le encantó. Quería arrebatarle lo poco de valentía que tuviera, arrebatarle la poca confianza que pudiera tenerle a Chris. Quería cohibirla tal y como había hecho con Dexter desde que eran pequeños. Digamos que le gustaba controlar a las personas para amoldarlas a él y usarlas cuando lo necesitara para su propio beneficio, como si estuviera jugando con una baraja de cartas y, ahora jugaba con una que le encantaba, era como su reina de corazones manifestada en carne y hueso. Chris y Brie seguían teniendo pequeñas discusiones, aunque menos que antes. Cada vez se estaban alejando más el uno del otro por culpa de un tercer sujeto, un tercer sujeto que, aprovechando cada error, se colaba cada vez más en el interior de la adolescente, pues su relación como compañeros iba creciendo bajo engaño, creciendo bajo hipocresía. Por desgracia, las cosas se complicarían cada vez más entre los tres, de hecho, desde la llegada de Mac nada iba bien, al contrario, se deterioraba por momentos tal como un alimento en estado de putrefacción.

Una mañana de enero, Mac salió temprano a cazar lejos de la zona con una escopeta, asegurándose antes de que se hallaba lejos de la cabaña antes de disparar para no atraer a más infectados, además, no le interesaba por ahora hacer eso. Fueron varias horas al acecho hasta disparar a un cervatillo pequeño con el que tendrían para tres días como poco para comérselo entero. Ató las patas traseras con una cuerda, haciendo lo mismo con las delanteras para poder cargarlo a cuestas con más comodidad, los infectados ya empezaban a acercarse a ese lugar, aunque por suerte, perdieron el rastro de Mac cuando llegaron, por lo que quedaron desorientados y se quedaron por allí sin avanzar ni retroceder. Unos metros antes de llegar junto al resto de sus compañeros, escuchó hablar. Se detuvo, dejando al cervatillo en el suelo, acercándose con cuidado de no pisar ninguna rama para escuchar mejor lo de que estaban hablando Chris y Brie, sentados en el suelo al lado de la cabaña, uno al lado del otro.

—Nunca te he preguntado por ese colgante. ¿Qué es? —preguntó Chris, señalando el triángulo dorado que Brie tenía colgado al cuello—.

—Me lo....Regaló mi madre por mi cumpleaños. Es una joya especial de la que no pienso desprenderme jamás. Tengo tanto miedo de perderlo que incluso me lo quito cuando me voy a bañar, la corriente viene con fuerza y... Bueno, no hay que fiarse, ¿no? —respondió Brie—.

—Así es. Consérvalo, porque es muy bonito y alguien podría...Llevárselo.

Mac sonrió, marchándose para esconderse detrás de la copa de un árbol, esperando media hora para salir; ya tenía en mente su próximo plan, esperando que fuera el definitivo para tener a Brie de su lado. Regresó con el cervatillo cargado sobre los hombros, fingiendo fatiga y cansancio por culpa del peso del animal y por los kilómetros que se había recorrido con él a cuestas. Chris corrió hacia él, agarrando al cervatillo para aún encima, echarle una mano a alguien que estaba conspirando en contra suya. Ese día parecía algo más normal, hubo bastante compañerismo por parte de todos, que colaboraron para hacer que la estancia fuera agradable aunque sólo fueran veinticuatro horas. Se repartieron la comida a partes iguales, ninguno comió más que otro, inlcuso parecían llevarse bien. Hubo ciertas frases de Mac que hicieron no sólo sonreír a Brie, sino también a Chris.

Lo peor fue al día siguiente cuando Mac se levantó temprano para irse nuevamente con el pretexto absurdo de la caza, les aseguró que últimamente no le apetecía otra cosa y que quería estar solo, reflejando una verdad de mentira en su rostro que todos creyeron por la forma tan profesional con la que representaba su papel. Varios minutos después, Brie decidió que había llegado la hora de regresar a la orilla del río para darse un buen baño, negando a Chris que estuviera cerca de ella, no quería a nadie mientras se bañaba. Chris respetó su decisión, esta vez, ni se molestaría en seguirla, aunque tenía miedo por si le pasaba algo. Llegó a la orilla, lo primero que hizo fue descolgarse el colgante del cuello, dejándolo sobre la ropa que a continuación se quitó hasta dejar su cuerpo solamente en ropa interior. Mac ya llevaba rato tras un matorral, muy cerca de la joya que quería robar, pero estaba demasiado ocupado contemplando el cuerpo joven, bello y esbelto de la chica, que se metió dentro del agua remojándose una y otra vez como si fuera una niña pequeña. Joder, Mac llevaba demasiado tiempo sin ver una mujer así, en esas circunstancias tan sensuales que excitaban su cuerpo lentamente hasta que él mismo, notó su propia erección. Pero su misión no era ni conquistar su corazón ni llevársela a la cama, sino manipular su mente, sus emociones.

Cuando Brie estaba de espaldas a la orilla, Macaprovechó para coger el colgante y marcharse antes de que lo descubriera conlas manos en la masa, era listo, muy listo, sabía que Brie se bañaría esamañana, siempre hacía lo mismo cuando creía que él estaba lejos para que no laespiara. Llegó hasta un terreno arenoso donde lo escondió bajo un montón dearena, tapándolo después con una gruesa piedra marrón. Luego, esperó sentadobajo la copa de un árbol, cuanto más tiempo tardara en regresar, mucho mejor.Brie salió del agua, ni rastro del colgante. Empezó a ponerse nerviosa cuandono lo encontró entre sus ropas ni entre los matorrales ni entre los sitiosdonde ni siquiera había pisado. Pensó, creyendo en la posibilidad de que sehubiera caído al agua hasta que recordó la conversación que tuvo con Chris enla que le preguntó por el colgante. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora