Capítulo 125.

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Amaneció. Brie fue la primera en despertar al lado de un hombre que yacía dormido en el otro extremo de la cama profundamente. Ella lo contempló un momento en silencio recorriendo con sus ojos cada centímetro de su cuerpo sin perderse nada de los secretos que escondía su piel, forjándose una amplia sonrisa en sus labios al verlo tan tranquilo respirando. Con cuidado de no despertarlo, se levantó y se vistió con aquella camisa masculina de color negro cuya pertenencia seguía desconociendo por completo. Se colocó unos pantalones vaqueros del mismo color y se recogió la melena despeinada en una coleta alta sin necesidad de mirarse al espejo sin asegurarse de que ningún mechón se escapaba de aquel coletero que apretaba el cabello de Brie. Cerró la puerta del armario y se dispuso a salir de la habitación cuando Dexter carraspeó la garganta, haciendo que eso detuviera el lento caminar de Brie, quien se dio la vuelta y contempló, con el torso descubierto con una sábana, al muchacho dejando una de sus piernas asomar bajo las mismas.

⸺Mi camisa te sienta bien ⸺dijo él⸺.

Brie llevó los ojos a la prenda y después al cazador.

⸺¿Tu camisa...?

⸺¿Esperabas que fuera de otro?

Brie lo fusiló directamente con esa mirada asesina que tanto la caracterizaba, en cambio, Dexter soltó una divertida carcajada.

⸺La metí en tu armario para ver si la reconocías. Fue la primera camisa que me quitaste ⸺informó Dexter⸺.

Brie enarcó una ceja, mirando de nuevo la prenda, haciendo memoria, aunque por aquel entonces, Brie no prestaba atención a ciertos detalles.

⸺¿Y cómo quieres que me acuerde si yo te odiaba? No tienes remedio ⸺dijo ella sonriendo, saliendo de la habitación⸺.

Él rio y se retiró la sábana del cuerpo para vestirse, mas Brie volvió a entrar de forma repentina haciendo que él se sobresaltara.

⸺Y como vuelvas a entrar aquí sin mi permiso, te voy a castigar como a un niño pequeño ⸺bromeó Brie⸺.

⸺Habrá que ser malo entonces.

Brie agitó la cabeza y se marchó al piso de abajo para preparar un rico desayuno que poder compartir con el hombre que se vestía en su habitación.

Esa mañana, desayunaron juntos y se olvidaron por un instante de que el mundo había caído, imaginando que vivían juntos y que todo les iba bien más allá de los problemas y las discusiones personales. Sin embargo al salir al exterior, vieron que todo era distinto, que el mundo que antes habían imaginado no tenía nada que ver con la realidad que los rodeaba, que todo no era un camino de rosas y que tanto él como ella debían luchar para seguir fortaleciendo la relación hasta el final.

Hacía buen día y todo parecía tranquilo en Sheller: el armamento y la munición no era para nada escaso y disponían de un arsenal perfecto con el que defender la comunidad. Las provisiones eran aún mayores, con ellas tendrían para más de dos a tres meses y cada miembro podría disfrutar un poco más de la calma y la tempestad. Así como los cazadores, los mismos que no tendrían que salir cada día al bosque para cazar algo. Todo estaba en orden y todo gracias a Brie y a su empeño por que todo fuera a flote y fueran felices de una buena vez. Dexter se fue directamente al puesto de guardia relevando a Dean, el cual evitó en la medida de lo posible el contacto visual con Brie, cuya presencia todavía le resultaba difícil de asimilar o soportar. Ella no le dijo nada, lo cierto es que tanta indiferencia ya empezaba a molestarle y, aunque entendía su posición, no podía evitar molestarse. Dean siempre había sido un amigo con el que contar desde el primer día a pesar de su pelea como presentación oficial. Brie escudriñó a Dexter subir a la torre de vigilancia y luego se dispuso a dar un paseo justo cuando Paul le chistó desde lo lejos para que se acercara a él, parecía que tenía algo importante que contarle. Brie se dirigió hacia él. Dexter miró atrás y los vio juntos de nuevo. No pudo evitar sentirse celoso, pero siguió con su vigilancia. Él confiaba plenamente en Brie casi como al contrario.

Paul y Brie se sentaron sobre los escalones de la casa de ella. Paul se llevó las manos al bolsillo de su chaqueta y rebuscó como un policía hasta sacar ambas manos, la cual una de ellas lucía cerrada.

⸺Esto te pertenece ⸺dijo él⸺.

Abrió la mano de Brie con cuidado, depositando algo sobre esta y la volvió a cerrar con suavidad y tacto, como si no quisiera soltarla nunca. Brie abrió su puño cerrado. Lo que sus ojos vieron era mejor que una sorpresa inesperada de cumpleaños. Frente a regresaba ese anillo de tres esmeraldas que perdió hace tres años en ese centro comercial después de la explosión del hospital. Lo cogió y lo miró ilusionada, jamás esperaba volver a tenerlo en su poder, parecía que la magia de ese anillo era mucho más poderosa que un apocalipsis zombi.

⸺Tus pistas me llevaron a él. Desde entonces lo conservo. Era lo único que me quedaba de ti. Pero ahora es tuyo ⸺dijo Paul⸺.

⸺Gracias... No sabría cómo agradecértelo.

⸺Igual de una forma.

Brie lo miró directamente a los ojos.

⸺Que me cuentes por qué es tan importante para ti. ¿Por las esmeraldas quizá?

Brie rio y después negó con la cabeza. Sabía que el anillo siempre había despertado la curiosidad de su compañero desde el primer día, y Paul se dijo que guardaría las preguntas para el momento perfecto, y ese, era el momento.

⸺No son las joyas las que hacen que un objeto sea especial, sino la historia ⸺dijo ella⸺.

⸺Creía que te lo regalaron por tu cumpleaños. ¿Qué historia es esa?

⸺Este anillo lleva siglos en mi familia. Se dice que perteneció a Nathan Barlow, un antiguo y sanguinario pirata cuyo temperamento doblegó, por así decirlo, un alma pura de nombre Sadie Wittrock, una mujer que él consideraba su enemiga y de la que poco a poco se fue enamorando. A pesar de que su historia fue muy complicada, las circunstancias de la vida los separaron para siempre. Pero antes, Nathan le regaló este anillo porque ella decía que las esmeraldas le recordaban a sus ojos.

⸺Como los tuyos.

⸺Ciertos rumores apuntan a que los heredé de él pero, ¿quién puede saberlo? Han pasado tres siglos.

⸺La genética nunca se pierde.

⸺Supongo que no. La historia de este anillo siempre me la contaba mi madre de pequeña y mi abuela a ella. Siguen pasando los años y la historia sigue vigente en el presente. Sé que ella era pelirroja y hermosa y que él tenía el pelo negro y una mirada horripilante y cruel. La misma que en ocasiones siento que tengo. En esa misma enciclopedia leí que tenía un carácter complicado, sádico. ¿Crees que he podido heredar eso también?

⸺¿Qué te da miedo? Si tienes algo del carácter de Nathan es porque eres una mujer que no se deja intimidar por nada. Yo estaría orgulloso, no todos descendemos de personajes históricos que terminan convirtiéndose en héroes, pero parece que en tu familia ya es costumbre desde tiempos remotos.

⸺En realidad su historia es horrible ⸺Brie desvió la mirada de Paul al anillo⸺. ¿Crees que estarían orgullosos de mí?

⸺¿Bromeas? Seguro que serías la futura capitana y mano derecha de Barlow.

Paul dio dos toques al hombre de Brie. El hecho de saber que dentro de sus venas corría sangre pirata, le hizo admirarla todavía más. Brie se colocó el anillo en el índice y sonrió orgullosa por volverlo a tener. La vida de Brie ya era historia de cierta forma, parecía que estaba destinada a triunfar y a ser una heroína como lo fueron sus antepasados. Lo cierto era que sí, que Brie había heredado aquellos ojos verdes así como muchas otras cosas como, por ejemplo, ese temperamento, esa crueldad a la hora de batir a un enemigo, esa capacidad de odiar hasta el extremo cuando alguien le hacía daño a los suyos, esa protección y también la forma tan fuerte de llegar a amar a una única persona por el resto de la eternidad con un toque de obsesión. Brie era el vivo reflejo femenino de Nathan Barlow, quizá no tan extremo, pero una bonita forma de recordar la figura del pirata por medio de una leona y sádica salvaje que estaba dispuesta a todo con tal de vencer, de llegar a la cumbre y de proteger a su familia sin importar las consecuencias. 

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