Capítulo 45: <Noche en la azotea>

72 9 1
                                    

Chris organizó un pequeño plan para alejar a las bestias de ahí mientras luego él, se reunía junto a Brie por la parte de atrás cuando supiera que lo habían perdido de vista, así que, le dijo a Brie que contara sesenta segundos después de él salir por la puerta y que luego, corriera veloz.

—Son demasiados, tal vez no lo consigas —dijo ella—.

—Estoy entrenado para esto y mucho más. Tú espérame en la azotea.

Asintió antes de coger su arma para cargarla a la espalda, apartándose hacia un lado de la puerta segundos antes de que Chris la abriera y alertara a más de doce podridos, que se fueron acercando torpemente a él mientras salía corriendo calle abajo. Brie contó los sesenta segundos a un ritmo lento y, al llegar al último, se asomó viendo cómo se iban alejando, así que, echó una rápida carrerilla hasta la tienda alimenticia donde se coló por la puerta principal sin vigilar primero si había algún deambulante por ahí. Se fue a dar la vuelta justo en el momento en el que un podrido se le echó encima con aquel olor a muerte, mandíbula putrefacta y halitosis espantosa, que intentaba agarrar a Brie para morderle por la zona del cuello, pero la chica logró alcanzar una flecha de la aljaba y clavarla en el ojo izquierdo de su oponente hasta que la punta asomó por la parte trasera de la cabeza, cayendo a sus pies aquella bestia inmunda. Recuperó la flecha y siguió avanzando con ella en la mano por si en alguna ocasión le hacía falta. Sus ojos buscaban con desesperación las escaleras que pudieran dar a la azotea, recorriendo las estanterías hasta encontrar la sección de alcohol, parándose ante esta mirado las botellas para coger un par de whiskey y tequila y guardarlas después en la mochila negra que siempre la acompañaba.

Al final del pasillo, pudo lograr ver como unos cinco infectados se acercaban a donde ella se encontraba, así que, con mucha fuerza, agarró con ambas manos la estantería con cientos de botellas intentando tirarla al suelo para bloquearles el paso. Poco le faltó para ser apresada, pues a escasos centímetros de ella, estaban esas cosas justo cuando derribó al fin la estantería, provocando un fuerte ruido dentro de la tienda de miles de cristales hacerse mil pedazos. Los pies descalzos de los deambulantes, pisaban con furia todos los cristales pero sus rostros ya no mostraban dolor, tristeza o ansiedad, así como tampoco se mostraban la alegría o la felicidad. Todos ellos tenían algo en común que sí podía percibirse a doscientos kilómetros de distancia: el ansia por la carne humana. Brie siguió dando tumbos hasta dar con una escalera al otro lado de unas puertas de cristal que tenían sensor de movimiento ya desconectado, por ello, Brie alcanzó un extintor y lo lanzó contra la puerta, rompiéndola de igual forma que todas las botellas. Cruzó el umbral con cuidado de no cortarse los pies y subió escaleras arriba, abriendo otra puerta con un cerrojo echado que pudo abrir fácilmente. Para sorpresa, arriba se encontró a dos más con un aspecto más sádico, digno de salir en películas o novelas de terror: uno de ellos era un hombre vestido de blanco, al parecer, pertenecía al sector servicios de profesión limpiador, y el otro restante, era una mujer también vestida de blanco, pero a ella, su compañero le había arrancado las entrañas de varios mordiscos, comiéndoselas hasta que se sació. El resto, las dejó colgando del estómago de la muchacha. Una enorme arcada sacudió el cuerpo de Brie notando el estómago en la garganta creyendo que lo escupiría, pero no tenía tiempo de vomitar, primero debía encargarse de esas cosas. En primer lugar, se acercó al hombre o lo que quedara de él, clavándole una flecha en la sien, sacándola después para ahora, dirigir su atención a la compañera con las entrañas colgando. No tuvo valor a tocarla por la repulsión tan gigante que sintió, así que la fue acercando al borde de la azotea para empujar su cuerpo hacia abajo de una patada, cuerpo que reventó del todo al impactar contra el asfalto. Por último, agarró por los pies al otro cadáver ya con el cerebro destrozado y lo arrastró también hacia el borde, lanzándolo al vacío para dejar la azotea despejada. Curiosa, se preguntó qué harían esos dos allí arriba hasta que a lo lejos, vio una puerta secundaria, acercándose hacia ella, la que abrió con rapidez, pero no había nada dentro de aquellas calderas con escobas, cubos y fregonas de limpieza. Se tranquilizó y volvió a cerrarla, tumbándose boca arriba mientras esperaba la llegada de su compañero.

Chris regresó a la media hora después de haber iniciado el plan, pero llegó tan sigiloso, que Brie ni siquiera se dio cuenta de nada, ya que siempre que estaba sola, lograba no escuchar ni ver nada, era como una desconexión total del mundo real. Chris se tumbó a su lado, sus ojos se fueron a su silueta inmortalizada de igual forma que un retrato, viéndola con los ojos firmemente cerrados mientras respiraba despacio, a la velocidad de un lindo caracol. Chris sonrió antes de darle un leve codazo para captar su atención, despertándola de un sueño en blanco, escuchando cómo su garganta produjo un sonido gutural parecido al de un estado de ansiedad que cesó en cuanto sus ojos verdes, penetraron profundamente los de Chris. Pronto estallaron entre risas, había buena amistad entre ellos, antes tal vez, le hubiera respondido de una forma totalmente diferente; seguramente diciéndole que era un idiota o algo por el estilo, pero Brie dejó de comportarse como una niña con el paso del tiempo y lo que antes la enojaba de Chris, ahora le hacía reír.

—¿Qué has traído para beber? —preguntó Chris—.

Brie alcanzó su mochila, sacando del interior, una botella de whiskey y otra de tequila, poniendo una al lado de la otra para que él decidiera cuál coger.

—Tú dirás —dijo ella—.

—¿No había otras más fuertes?.-preguntó con un cierto toque irónico-.

—No jodas, ¿son las más potentes?.

Chris asintió a su pregunta y Brie tragó saliva,dudando si beber esa noche o no probar ni una gota en lo que le quedara devida, pero ya habían llegado hasta allí poniendo sus vidas en riesgo por unpoco de diversión. 

Inmunidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora